No. 147/EL TALLER DE PARÍS

 
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Miguel Tapia Alcaraz



El Señor llamó a Moisés y le pidió que se sentara en una banca de madera hecha del tronco de un árbol caído en el huerto de la propiedad.

—Ahora que tienes lo que buscabas, muéstrate agradecido y no falles. Haz lo que se te ha dicho. Dile a tu gente que esperamos ver muestras de fidelidad. Moisés afirmó en silencio.

—Ve y diles que tengan cuidado con lo que hacen. El Señor es bondadoso pero sabe castigar a quienes no se portan a la altura. ¿Me entiendes?

—Perfectamente, Señor —dijo Moisés y dio una larga fumada a su cigarro.

—Diles que si alguno de ustedes falla de manera involuntaria, el Señor hará que lo traigan a punta de cuerno de chivo, lo llevarán al patio donde está la noria para agujerearle las tripas. Luego lo colgarán frente a la boca del pozo para que se desangre y para que los zopilotes se lo coman desde las patas, espectáculo que gustaal Señor.

Moisés esta vez no habló ni afirmó. Dio a entender que comprendía con un brillo tímido en los ojos, mientras su cigarro se consumía lentamente entre sus labios.

—Si alguno de ustedes falla a propósito o por imbécil se le hará traer a punta de cuerno de chivo y será llevado al patio de la noria. Le serán arrancadas las uñas de pies y manos, y la piel de la cara desprendida a jirones para darla de comer a los gallinazos frente a sus ojos pelados. Luego será colgado frente a la boca del pozo para que se desangre y los zopilotes se lo coman desde la planta de los pies, porque el Señor gusta de ver por su ventana las parvadas carroñeras bajando día y noche desdeel cielo ardiente.

Moisés pasó saliva y tuvo el coraje de afirmar con la cabeza de manera casi imperceptible.

Se preguntaba por qué tenían que haberlo enviado a él a que le detallaran las horribles venganzas que sufriría en caso de que el acuerdo entre sus jefes no funcionara.

—Si alguno me roba parte de la mercancía, o intenta entregarme, o me quiere ver la cara de pendejo de cualquier manera, a punta de cuerno de chivo será traído hasta aquí junto con sus compinches, y las madres, hermanas e hijas de cada uno de ellos. Serán todos llevados al patio de la noria, amarrados y puestos a salar al sol durante dos días enteros, antes de abrirles las tripas para embarrar la piedra del pozo y llamar a los zopilotes, que vendrán a comérselos poco a poco, comenzando por el ombligo, para que el Señor pueda ver ese espectáculo que tanto le gusta durante varios días con sus noches. ¿Estás entendiendo, Moisés? Además, iremos a buscar sus casas, y les prenderemos fuego…

Moisés pensaba que debió hacer caso a su madre y quedarse en el rancho ayudando a su padre con el tractor. Tenía ganas de salir de ahí cuanto antes, pero el Señor no dejaba de mirarlo con esos ojos que parecían garras de cuervo, encabronados a pesar de que acababan de firmar un acuerdo amistoso que los tenía a todos muy felices. Alrededor de ellos, en la amplia finca callada y verde, un ejército disimulado entre los muros, árboles y autos vigilaba la conversación.

—… y a los traidores, luego de que los hayan desangrado los zopilotes, les cortaremos la cabeza y la arrojaremos junto con una dedicatoria al interior de alguna comisaría o de un restaurante donde esté comiendo el hijo de puta que los sobornó, y traeremos después a todos los del bando contrario hasta la noria, para colgarlos vivos de las patas y que se los coman los zopi…

—Sí, Señor, ya me explicó esa parte, entiendo perfec…

—¡Cállese el hocico, y déjeme hablar! O qué, ¿no quiere regresar vivo con su gente a darles la buena noticia?

Tales fueron las instrucciones que dio el Señor al campesino Moisés, para que las llevara a su gente, sentados sobre un tronco caído en el hermoso huerto que rodea la finca más protegida del país.

 




Miguel Tapia Alcaraz (Culicacán, Sinaloa, 1972). Estudió ingeniería civil, música, literatura y comunicación en su ciudad natal, la Ciudad de México y la capital francesa. Se ha desempeñado como músico y productor audiovisual en México, y como periodista en elDF, París y Barcelona. Es representante de la revista TextoS (Universidad Autónoma de Sinaloa) en Francia. Actualmente realiza estudios literarios de posgrado en la Universidad Sorbonne Nouvelle. Su cuento “Al pueblo llegó un fulano” fue incluido en la antología Los mejores cuentos mexicanos 2003, publicada por la editorial Joaquín Mortiz. En 2006 publicó Los caimanes (Almadía).