POESÍA GUATEMALTECA ACTUAL / No. 190


 
Vania Vargas

Quetzaltenango, 1978

 

 

 
ACERCATE
poné tu oído aquí sobre mi pecho
escuchá cómo corren los caballos salvajes

Cerrá los ojos
imaginá las dimensiones de este desierto



EL CAOS RETOMA los espacios cada cierto tiempo
como si recordara que una vez le perteneció todo

Y sola / en medio de la devastación final
que siempre será tan parecida a los principios
te corresponderá renombrarlo todo
empezar a edificar los nuevos paraísos
que pronto habremos de perder

Deberás recordar que es obligación del demiurgo
volver al encierro para invocar mágicamente
sus nuevos rasgos sobre las paredes
hasta que en el ápice de la inmovilidad y el silencio
lo que veas sobre ellas no sea más el pasado
y un día y un lugar no sea más ese día ni ese lugar
ni sea un mejor día / un mejor lugar o uno diferente
sino que sea tan sólo uno más que pasa / por el que pasamos
en el correr de las horas y los espacios
         uno cualquiera
uno por reconquistar y perder

Pero quién sabe si alguna vez aprenderemos,
a esbozar con claridad lo impalpable
la esperanza / los deseos / los temores
o seguirán siendo las rendijas
por donde volverá a detonarse el caos
o seguirán siendo esa pesada carga compuesta
por todo lo que seguís pensando que nos falta

Y allí / en proceso de reinventar la vida
de cara a la pared / de espaldas a la ventana abierta
la noche nueva
       —esa que acabará de crear
       quien tras haber renacido ya no existirá—
intervendrá con su desfile de luces y motores
sombras y reflejos que nacerán
        como todas las noches
desde la esquina más oscura de esa nueva caverna
y volverán en la medida en que quienes los producen se vayan
un movimiento perpetuo de luces y de sombras
que entonces ya no engañará a nadie
porque como si recordaras / sabrás
que por más que reinventemos
allá afuera la realidad no es bella
mucho menos luminosa



ELLA QUIZÁ vendrá al mundo un día como hoy
en el que por primera vez la invoco
en el que en medio de un ataque de fe o pesimismo
empiezo a imaginarla caminando por los pasillos
apagando las luces / cerrando los libros

Habrá llegado un día hasta mi puerta
y entonces habré sabido que era a quien estaba esperando
para que ocupara los espacios que un día pensé compartir
pero entonces eso ya no será triste / entonces ya no importará

Y a cambio de un cheque quincenal
recibiré una atención que se parecerá al cariño
y finalmente confirmaré que la soledad
es un estado que se puede burlar
mientras se pueda comprar
una hora de conversación con el psicólogo
un taxista que llegue a tiempo cuando llueva
una ambulancia para los imprevistos nocturnos
una grúa omnipresente
los servicios de un buen librero
una buena mano / un buen pirata

Incluso una enfermera / como ella
que quizá aún no ha nacido pero sé
que estará al tanto de las tomas y los horarios
aprenderá a leer a mi ritmo / será mis ojos
y sólo ella sabrá / además de mí / dónde está el arma
dónde la única bala o bien la dosis exacta
si llegara el momento y yo no pudiera decidir

Así es como algunos días termino convencida
de que quizá no necesito a nadie / de que todo está bajo control

Afortunadamente el azar es cruel
y aún podría rescatarme


 

Foto: Pedro Orozco

 


Todos los textos pertenecen al libro inédito Señas particulares y cicatrices.


Vania Vargas. Poeta y narradora. Es licenciada en Letras por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Ha publicado los libros de poesía Cuentos infantiles (Catafixia Editorial, 2010), Quizá ese día tampoco sea hoy (Editorial Cultura, 2010) y Los habitantes del aire (Editorial Cultura, 2014). Su obra ha sido incluida en las antologías Microfé. Poesía guatemalteca contemporánea (Catafixia Editorial, 2012) y El futuro empezó ayer. Apuesta por las nuevas escrituras de Guatemala (Catafixia Editorial/Unesco, 2012). Su trabajo narrativo se encuentra en las antologías Brevísimos dinosaurios (Centro Cultural de España, 2009) y Ni hermosa ni maldita. Narrativa guatemalteca actual (Alfaguara, 2012). Actualmente trabaja como correctora de estilo y periodista cultural.