Editorial / No. 227





Para esta edición de Punto de partida propusimos explorar la infancia y la vejez a través de la literatura y la gráfica. Al ser una revista para jóvenes creadores, estos temas se mostraron como una forma de alteridad, como aquello que ya no es la juventud, y eso otro que todavía se vislumbra lejano. Como la vida, el dossier inicia con textos sobre la niñez, en el medio encontramos otros en los que conviven los pequeños y los mayores, y cerramos con propuestas enfocadas en estos últimos. Quienes colaboran exploran estos “extremos” de maneras reales y sin estereotipos, alejándonos de preconcepciones que empobrecen nuestra manera de relacionarnos con los niños y los adultos mayores, presentan historias que nos hacen preguntarnos por las múltiples posibilidades de volver a comenzar la vida.

Inicia el poema “Cartografía de la infancia”, de Katia Gabriela de Alba García, en el que los versos se siguen como diapositivas proyectadas en la memoria. Continúa “Ganar cancha”, un cuento escrito por Jessica Sevilla e ilustrado por Jocelyn Vázquez, en el que unas amigas toman la palabra y ponen el cuerpo para transformar el recreo de su escuela. Dos de los cuentos coinciden con personajes que se pierden a medio camino entre la realidad y los linderos de la memoria: mientras que la protagonista de “Cuando la melodía se apague”, escrito por Verónica Díaz Salazar, busca revivir el pasado, el de “Ya no hay fechas importantes”, de Jorge Orlando Correa, huye de aquellos recuerdos que dejaron su mente en un punto sin retorno. Encontramos también “Toda una vida en diez horas”, una crónica en la que Ulises Flores Hernández hace un perfil de la precariedad laboral actual que no distingue edades. El poema “Cuando nací, mi madre tenía los mismos años que ahora tengo”, de Alan Valdez, se sitúa desde la soledad y retrata cómo el paso del tiempo se manifiesta en los espacios que habitamos. Le siguen los versos de Andrea González Aguilar, cuyo título, “M”, evoca visualmente la continuidad de la vida a través de las generaciones. En su ensayo “Levantar un puño ajado contra la muerte”, Mateo Peraza Villamil defiende que la creatividad, el arrojo, la sabiduría y las aventuras no están peleados con la vejez, en contraste con la melancolía que se le suele asociar. Cierra esta parte “La venganza de la sal”, un poema breve de Xóchitl Espinosa Padilla sobre un futuro inevitable.

En Cuentagotas, la sección de literatura breve del Carrusel, encontramos “Cumpleaños”, de Carlos Rutilo Aguilar. Para Heredades Luis Romani escribió sobre Luis Zapata, quien a través de diversos géneros literarios “vino a reformatear la vieja tradición de la jota literatura mexicana, la del disimulo”. Para Entre Voces, Karina Feliciano López entrevistó a Maelen, un proyecto independiente, fruto de la pandemia, que ofrece a los adultos mayores sin empleo la oportunidad de transmitir lo que les apasiona a cambio de un ingreso. En Bajo Cubierta encontramos la reseña de Luisa Valenzuela sobre A golpe de linterna, antología en tres tomos hecha por Liliana Pedroza que recupera la literatura escrita por mujeres desde 1910 hasta la fecha. La segunda reseña es de Sergio Pérez Torres sobre el poemario Arco de la histeria, el libro negro de Esther M. García, Premio Nacional Carmen Alardín 2020.

Esta edición también recoge los textos ganadores del XIX Concurso de Crítica Teatral Criticón: “Un beso en la frente: soliloquio a dos voces”, de Ixchel Abril Peña Rincón, y “25 minutos de inmersa incomodidad”, de Hiram Alvarado Domínguez. La parte gráfica de este número son creaciones de Rosa Vázquez Jiménez, Brenda Pichardo Hernández, Ariel Rubio, Karina Aguilar Guzmán y Daniel Mala vida. A la postal, ilustrada por Sebastián Díaz Barriga, la acompaña un fragmento del poema “Seres de papel” de Alisson Rivas. Finalmente, el cómic de Tinta suelta, de la mano de Jorge Ponce, conjuga en su título el ánimo del número: “Como te ves, me vi…”.

Compartimos con ustedes el punto de vista de una generación cuyas creaciones nos llevan a preguntarnos por el sentido que le damos a lo que ha pasado y a lo que queremos construir, para nosotros y para los demás. Estos tiempos nos exigen que hagamos que nuestros años no pasen en vano.


Aranzazú Blázquez Menes