Concurso 51 | Un mundo antes / No. 225

El camino
Cuento breve: Segundo premio






El camino (2019) es el primer y único largometraje de Jacinto Palafox, director novel mexicano de 18 años que tuvo el acierto de morirse la noche previa al estreno de su película en el Festival Internacional de Cine de Morelia. La curiosidad del público se disparó cuando una declaración oficial en la página del FICM calificó lo sucedido como “trágico” y “una pérdida irreparable para el cine mexicano”; esto resultó en funciones agotadas y publicidad gratuita para el muerto, e influyó de manera positiva en la recepción de una cinta más bien mediocre desde el punto de vista crítico.

Sin adentrarnos en detalles —en especial porque a estas alturas ya todos la hemos visto— mencionaremos lo más relevante: la historia inicia in medias res con cuatro hombres que avanzan por un desierto. No sabemos sus nombres ni hacia dónde van. Sólo vemos ropas empolvadas y sudor. Las pocas palabras que intercambian son para recordarse unos a otros que falta poco para llegar a su destino. Hacia la mitad de la película cae la noche y duermen sobre la tierra. Al amanecer, uno de ellos ha muerto sin motivo. Luego de llorar por él, los demás siguen caminando sin molestarse en enterrarlo. Minutos después, otro se va quedando atrás, y cuando sale del cuadro desaparece sin que los dos hombres restantes lo noten. Vuelve a oscurecer, y uno comenta, de manera casual, que afortunadamente ya falta menos para llegar. Al final, durante las primeras horas del día siguiente, vemos a los mismos cuatro hombres del principio reanudar su marcha juntos.

Si ignoramos las becas y salas de cine con su nombre, lo cierto es que Jacinto Palafox no dejó mucho a la posteridad. El camino es una producción modesta, con abundantes errores de continuidad y actuaciones poco creíbles. Es irrelevante que un trabajo tan mediocre se haya colado en las filas de la selección del FICM; ése es un tema para otro momento. El verdadero mérito consiste en: a) la abrumadora cantidad de personas que vieron El camino dentro y fuera del festival de cine, en especial a través de internet; y b) la ausencia del único hombre capaz de responder satisfactoriamente a las dudas que plantea su obra.

Lo anterior bastó para encender una discusión que ha elevado a El camino a la categoría del llamado cine de arte (o de autor), pues cumple con el único requisito para que se le considere como tal: nadie sabe de qué trata. Sin quererlo, Palafox ha dejado en nuestras manos una película tan confusa como popular, que confiere a cualquier hijo de vecino el derecho a opinar sobre ella. La interpretación más común se basa en la nacionalidad del director y define al largometraje como un retrato sobrenatural del inmigrante ilegal; otra subraya que los protagonistas no llegan nunca a ningún lado y lo llama una road movie existencial: un Esperando a Godot con personajes más activos, que buscan en lugar de esperar.

Entre las únicas pistas disponibles, existe una entrevista en la que los actores de El camino admitieron que, durante el rodaje, Palafox parecía no tener idea de lo que estaba haciendo. Sus indicaciones eran improvisadas o contradictorias, hablaba solo y suspendía la filmación por horas, se perdió en el desierto dos o tres veces y lo encontraron dibujando en la arena o cantando; pero lo más curioso es que entre sus pertenencias no encontraron jamás un solo borrador parecido al formato de un guión. Éste es el argumento más fuerte de quienes consideran exagerada y aun ofensiva la fama de El camino: la llaman la mejor comedia de todos los tiempos, pues el chiste se desarrolla fuera de la pantalla.

Si Jacinto Palafox fue o no un genio del cine es algo que todavía está por verse. Los expertos continúan descifrando su película sin llegar a un acuerdo, y nos han dejado la difícil tarea de crearnos una opinión propia sobre El camino antes de que alguien más lo haga por nosotros.