10° Concurso de Crítica Cinematográfica Alfonso Reyes "Fósforo" / No. 223


El dolor de los otros en Longa noite


Categoría: Posgrado*


Longa noite
Dirección: Eloy Enciso
España, 2019


Los corazones de los hombres
que a lo lejos acechan,
hechos están también de piedra.

Y yo muriendo
en esta larga noche
de piedra.

Celso Emilio Ferreiro

Dispersos fragmentos que se ocultan bajo el velo de la oscura noche. Una noche que durará décadas y fragmentos que sólo la distancia logrará unir después de una interminable espera. Agudas miradas que se sitúan a lo lejos, testimonios provenientes del interior de esa inmensa negrura y confesiones de aquellos que fueron testigos de los momentos más sombríos de aquel anochecer.

La noche es tan larga y lóbrega que oprime. Pero no todas las voces se dejan sofocar y es Anxo (Misha Bies Golas) quien se convierte en un imprevisto compilador de historias en su camino para entregar una carta en la zona campestre de Galicia. El viaje debería ser más corto, pero el hombre escucha atento las palabras que salen de los labios de individuos a los que el franquismo casi les quitó el habla. Otros, menos afortunados, fueron vedados de ese acto y permanecen en silencio bajo gruesas capas de tierra y sin derecho a ser encontrados.

“La palabra es lo más valiosamente humano”, le dice un vendedor a Anxo mientras recorren las calles en un autobús. Y es que, detrás de aquello que quiere ser dicho, se encuentra escondido un temor atroz. La sospecha se refleja en sus rostros secos e inexpresivos, ambos dudan de si deben hablar con la otredad, buscan en el rostro del otro algo que les permita confiar sus secretos, un destello que les brinde seguridad. Y a pesar de que esa confianza tenga un precio alto, todos están dispuestos a tirar los dados como si con eso hicieran que esa eterna noche fuera más llevadera.
 


A medida que Anxo escucha las historias la noche se vuelve más espesa, más oscura, más dura, tal como el poema “Longa noite de pedra” (“Larga noche de piedra”) de Celso Emilio Ferreiro, que refleja el abismo que devoró a una nación junto con cada uno de sus habitantes. El título del filme, Longa noite, hace alusión a esa noche y a la interminable opresión que se vivió en la época. Para esto, el cineasta Eloy Enciso retoma los textos de autores como Max Aub, Ramón de Valenzuela y Luis Seoane, y muestra, en un primer momento, la visión de este periodo desde el exilio.

En su filme previo, Arraianos (2012), Enciso utilizó la obra de Jenaro Marinhas, O bosque, para estructurar la narrativa de la película. Ahora, en Longa noite, divide la cinta con tres intertítulos (I, II, III) que aparecen en finas letras blancas sobre un fondo negro. Esta separación no es gratuita: la primera parte reúne los escritos de aquellos que abandonaron su patria, la segunda son testimonios de los que no pudieron escapar y tuvieron que vivir el conflicto en carne propia, la tercera son las cartas de presos políticos que sabían que estaban a punto de morir.

Para relatarlo Enciso emplea a actores amateurs, acerca la cámara a ellos, casi siempre en un estático plano medio corto; observa sus gestos, su respiración, la forma en que recitan las vivencias de otros. Destaca en su labor actoral Nuria Lestegás, que interpreta a Celsa, una mujer que, iluminada por el cálido fuego de una modesta chimenea, narra el momento en que creyó morir a manos del ejército franquista. La mujer mira hacia el frente mientras relata el cruel incidente, tal como la Antígona (Astrid Ofner) de Danièle Huillet y Jean-Marie Straub posa sus ojos en el horizonte al referirse a su propia tragedia en Antigone (1992).

A diferencia del ambiente diurno que mostró en Arraianos, el realizador ahora se encarga de explorar la noche. Un concepto que sirve como metáfora de una dictadura que poco a poco se apropió de todo. Para mostrar esa oscuridad en pantalla, Enciso usa cámaras sensibles a la poca iluminación. Mientras Anxo emprende el camino hacia un denso bosque, la imagen nos permite observarlo durmiendo en una barca, donde el reflejo de la luna que ilumina el agua crea el efecto de una tela de seda azul profundo por la que se mueve el bote. Su aspecto ligeramente granulado remite a las pinturas de John Constable, sobre todo a Boat-Building near Flatford Mill, en la que predomina el naturalismo de un paisaje vivo.

Pese a la sombría significación de la noche, el lente del cinefotógrafo Mauro Herce muestra hermosas estampas que van desde grandes construcciones iluminadas en tonos cálidos, pero cubiertas de una pesada e intensa neblina, hasta rayos de luz lunar que iluminan el profundo y verde bosque en el que se refugia Anxo en la parte culminante del filme; una labor parecida a la que realiza Sayombhu Mukdeeprom para Apichatpong Weerasethakul en La leyenda del tío Boonmee (2010).

En esta tercera parte, dentro de la inmensidad del bosque ya no hay actores que relaten vivencias; ahora sólo existen voces en off que hablan sobre sus condiciones en la prisión; sobre encargos que hacen a sus mujeres durante su ausencia; sobre los autómatas, aquellos seres que se mueven a capricho de quien lo ordena. Y aquí ya no existen rostros, porque quienes deberían narrarlo ya no están. El franquismo se encargó de eliminarlos, de aniquilar su derecho a la palabra. Ahora el silencio reina en la interminable noche. Y entonces, una carta no es simplemente una carta. Es un testimonio. Y la larga noche es eso, algo que no acaba cuando su representante muere ni el día en que sólo cambian el nombre para ponerle otro, sino que se hace eterna, opresiva. “Duele más el dolor de los otros”, dice un hombre que nunca quiso formar parte de esta guerra. Sobre esto reflexiona Eloy Enciso en Longa noite: al reunir todas esas voces consigue crear un clamor que busca el reconocimiento, que hace evidente que el dolor de los otros importa tanto como el propio.
 
 



* JURADO: Fabiola Santiago | Adriana Castillo | Manuel Ortiz | Arantxa Luna | Sergio Raúl López