Carrusel / Bajo Cubierta / No. 223

El futuro como cura para el pasado



Ocean Vuong.
En la tierra somos fugazmente grandiosos.
Anagrama.
España, 2019, 232 pp.


La novela debut de Ocean Vuong se lee como una carta tan personal y honesta que uno llega a cuestionarse si en un comienzo el material se escribió para ser publicado. A través de una delicada prosa que evoca sus poemas, Vuong entreteje los recuerdos que se encontraban latentes en el fondo de su memoria sin temor a revivir los momentos más crudos de su infancia. El autor les otorga voz a aquellos que definieron su vida y, como él mismo menciona en el libro, se vuelve un intérprete de sus penas y de actos de amor mientras trata de encontrar belleza en donde una vez hubo dolor.

La narración sigue de forma no lineal acontecimientos e historias que marcaron la vida de Vuong. El personaje Rose, la madre, no sólo es la protagonista de la mayoría de estas anécdotas, sino que también es la audiencia omnisciente; hay con ella un intento continuo de comunicación y reflexión.

Al comienzo de la novela, Vuong comenta que se inspiró en el libro de Roland Barthes Diario de duelo; pero, a diferencia de éste, aquél profesa su deseo por escribirle a su madre mientras sigue viva. El resultado es una ilustración de la complejidad humana ejecutada de una manera cautivadora y emotiva.

El autor-narrador no se cohíbe al retratar de manera cruda, a veces desgarradora, las relaciones afectivas que mantuvo. Por un lado, el personaje de la madre parece estar marcado por la violencia incluso antes de nacer. Rose crece en medio del conflicto Vietnam-Estados Unidos, una guerra que aniquiló físicamente a la mayoría de la población de su país y espiritualmente a quienes sobrevivieron a las atrocidades del conflicto. La violencia bélica crece y se propaga hasta convertirse en intrafamiliar. Sin embargo, el narrador no vilipendia las acciones de su madre: observa con compasión las cicatrices que la guerra dejó en ella y considera que acaso sus actos fueron la manera de prepararlo para sus propias batallas. A medida que la narración se desenvuelve, se vuelve difícil someter a Rose a un juicio moral, pues la novela nos permite comprender las circunstancias y dificultades que tuvo que atravesar para criar a su hijo y para encontrarse a ella misma.

En el libro, Estados Unidos transmite la ilusión de esperanza en sus vidas sólo por un tiempo; luego se dan cuenta de que las oportunidades se limitan a un salón de belleza en donde vender al cliente la sensación de superioridad se convierte en la moneda de cambio. La descripción del autor sobre el daño que el trabajo provoca a su madre y la alusión a la falsedad del famoso american dream fungen en la novela como una crítica social.

La necesidad lleva a que el protagonista trabaje en una fábrica de tabaco, donde conoce a un chico que pronto modificará el rumbo a su vida. El amor puro e incondicional de Trevor transforma al joven Vuong y se manifiesta en él, pero de una manera devastadora. A Trevor lo arrebatan de su vida: una coma forzada a ser un punto, como el autor describe. La segunda parte del libro muestra a Vuong confrontando la repentina muerte de Trevor y aferrándose a la idea de que la memoria es una segunda oportunidad, incluso después de la muerte.

La novela da vida, expresión y significado a las heridas emocionales y físicas. Es una catarsis necesaria, pero a la vez una carta de agradecimiento y amor a las personas más importantes de la vida del protagonista que, al igual que él, son contadores de historias: su abuela Lily, quien relata su pasado a cambio de juventud; Rose, quien mediante sus acciones manifiesta sus recuerdos, y Trevor, quien vive en su memoria y continúa modificando la corriente de su futuro.

La historia que Ocean Vuong relata a su madre no es una historia de los estragos de la guerra, sino una historia del amor que prevaleció a pesar de ella. A través de la calmada perspectiva que sólo el tiempo le podría otorgar, el autor utiliza el futuro como cura del pasado.