Caos / No. 222

Lo mismo de siempre




Yolanda enfureció al mirar a Marcelo, su esposo, acostado en el sofá y mirando la televisión.

—Mírate, cabrón, siempre estás echado sin moverte ni hacer nada. El hombre no dijo nada, prefirió ignorarla. Yolanda cogió sus llaves y se marchó al mercado. Marcelo se quedó mirando la televisión y se durmió como de costumbre. La ciudad tembló. La casa quedó reducida a escombros. Escuchó barullos, llantos y despertó exaltado. Todo era un caos: el polvo se levantaba y le cubría el cuerpo, alrededor de él hombres quitaban escombros. Asustado los esquivó uno por uno. Miró a su esposa, quien lloraba de rabia y tristeza ante un cadáver al mismo tiempo que lo sacudía y repetía con voz afligida:

—Levántate por favor, no te quedes aquí echado sin moverte ni hacer nada.