Carrusel / Entre voces / No. 218


Pintar la raya


El arte de un territorio se nutre de las historias, formas de vida e inquietudes de quienes lo habitan. En las fronteras entre culturas, países y formas de vivir, se pueden encontrar propuestas que reflexionan y luchan por una identidad cuya existencia desafía la idea de los muros como divisiones absolutas. Un ejemplo es Puro Borde, una plataforma artística fundada por creadores que viven en Ciudad Juárez y El Paso. Para saber más acerca de la producción artística al borde del muro y el trabajo de este colectivo, Punto de partida entrevistó a Arón Venegas, uno de sus fundadores e integrantes.


¿Cuándo surge Puro Borde y cuál era su objetivo?

—Nació en 2011 con la necesidad de reinventarnos como colectivos artísticos de estas dos ciudades. Estábamos saliendo de la época con mayor violencia en Juárez; entre 2008 y 2009 estuvo tan fuerte que la cultura en la ciudad se apagó por completo. Ésa fue la razón por la que David Flores “Mambosca” y yo, que colaborábamos pasando obras de arte de autores con problemas migratorios de Ciudad Juárez a El Paso y organizando exposiciones en el Colectivo Rezizte, decidimos crear Puro Borde por la necesidad de mantener una dinámica de cruce para crear diálogos a través de la cultura, del intercambio de arte, exhibiciones y música entre ambas ciudades. Han dependido la una de la otra (antes sus diferencias eran muy marcadas), pero con la violencia muchos jóvenes y estudiantes huyen de Juárez y vienen a El Paso. Esto benefició mucho a El Paso, pero Juárez quedó casi deshecho culturalmente. Entonces, poco a poco nos animamos a seguir con la idea de sostener diálogos diversos con la gente y volver a hacer exhibiciones en ambos lados.

¿Cómo son los proyectos que desarrollan desde su plataforma?

—Decidimos llamarla Puro Borde porque es pura frontera, vista como un punto de encuentro en el que caben muchos artistas que se involucran directamente con los problemas de esta zona: artistas callejeros, fotógrafos, poetas, joyeros o videastas. Con el Colectivo Rezizte hicimos una campaña gráfica de identidad en la frontera de Ciudad Juárez, pintamos murales de personajes célebres, como Don Ramón, Tin Tan o Tongolele. A esto le hemos dado seguimiento con pintas en el bordo, debajo de los puentes internacionales. Creemos que impactar visualmente esta barda es llevarle la contraria a ese muro tan feo, tan oxidado, que nos pusieron. Tratamos de pintarla con mensajes positivos y darle color al río para que toda la gente que cruce y mire hacia abajo vea el mural. Hemos hecho otras pintas con esta idea, como las que uno de mis colegas, Jorge Pérez “Yorch”, pintó en el Instituto Nacional de Migración. David y yo también nos organizamos con un grupo de muralistas de Juárez y de El Paso para que pintaran, de febrero a junio, la Casa del Refugiado, una antigua maquiladora rentada por una iglesia para funcionar como refugio para los migrantes en espera de juicio en Estados Unidos.

Otro proyecto reciente surgió de un suceso inesperado: la masacre en un centro comercial de El Paso el 3 de agosto. No esperábamos la llegada de las caravanas migrantes; tampoco que alguien llegara a matarnos sólo porque somos mexicanos. Nuestra respuesta inmediata fue hablarles a amigos para buscar espacios. Así fue como nos juntamos con el equipo de la Galería Cinco Puntos —una con la que colaboro mucho, que está en el centro de El Paso— para hacer un evento y recaudar fondos para las víctimas, para los familiares de las personas que fueron heridas y asesinadas. 17 artistas donaron su tiempo y sus pinturas; ellos mismos también nos apoyaron el 7 de septiembre en El Paso Firme, un concierto realizado por varias organizaciones locales para tomar acción en contra de la supremacía blanca y el racismo.

Actualmente estamos trabajando en una radio comunitaria con el centro de los Trabajadores Agrícolas Fronterizos. Este proyecto se llama Radio Tierra Fronteriza, y en él desarrollo la identidad de la estación a través de la gráfica, la estampa y la ilustración. La estampa, simbólica del movimiento, es parte de la historia y del presente de la comunidad fronteriza, y es necesario que lo tengamos presente. Con esto también queremos acompañar a los campesinos, a los que nos ayudan a tener comida en la mesa.

A finales de septiembre reinauguramos la Panadería Rezizte, otro proyecto de Yorch que, de 2005 a 2010, estuvo en la colonia Salvarcar. Se vendía pan tradicional y también era un espacio para que artistas de ambos lados de la frontera pintaran. Estábamos abiertos a artistas famosos y novatos, pero también a presentar bandas de ska, indie, hiphop y alternativo. Ahora se traslada al centro de Juárez con la idea de seguir compartiendo la cultura del pan tradicional y, al mismo tiempo, la cultura fronteriza a través del pan. Queremos generar algo positivo en una ciudad demacrada estéticamente. Por eso estamos pintando murales alrededor del establecimiento. Dentro de él tendremos talleres de panadería y repostería, pero también de gráfica. Ahí, Yorch y yo trabajamos en un recetario de pan ilustrado con estampa; para él, el pan es una buena razón para hablar de la migración porque las recetas son traídas de muchos territorios por sus migrantes y se van transformando conforme llegan a nuevos lugares.


¿Para ustedes qué representa la idea de “El muro” ?

—Lo primero que me recuerda es a The Wall de Pink Floyd porque, como fronterizo, siempre traduzco mentalmente al inglés y al español; pero ya en cuanto al muro, en mi ciudad yo lo he visto desde el 2005 con la presidencia de George W. Bush; y como artista, pienso que es algo en lo que se puede intervenir. El arte es otra posibilidad para reinventar narrativas, y por eso siento que debo crear algo que vaya en contra de lo que quieren decirnos poniendo el muro. Se oye feo decir que inspira, pero es parte de lo que vemos y vivimos aquí.

En el arte tenemos que ser críticos, narrar y documentar lo que pasa. Para mí la idea de “El muro” no es de desunión y división, sino de posibilidad para generar diálogo, algo totalmente opuesto a lo que se ha dicho que es: la idea fascista del gobierno estadounidense. No es algo nuevo; ha estado presente con todos los presidentes. Para el nombre del colectivo, Puro Borde, le quitamos la r a la palabra border porque es un tope para nosotros. Aunque border sea un obstáculo, es posible cruzarlo.

¿Por qué consideras absurda la idea de un muro que divide territorios?

—Desgraciadamente el muro está diseñado para que sea “más fácil” de cruzar en los puntos desérticos y de mayor cauce de los ríos, por eso perdimos a mucha gente en el intento. Trabajando como voluntario en la Casa del Refugiado, entrevisté a muchas personas que me dijeron que sólo quieren entrar a Estados Unidos para trabajar, ahorrar y luego regresar a su tierra; que no quieren ser residentes, sólo buscan una ayudadita. Estoy seguro de que, si Estados Unidos diera la opción de visas temporales de trabajo como las de Canadá, muchísima gente vendría a trabajar en las temporadas fuertes y luego regresaría.

No se trata de creer que el país se hace fuerte por tener un muro, no tiene sentido en una economía que ya está globalizada. Si no generas oportunidades en Centroamérica, Sudamérica y México, lo vamos a resentir acá en el sur de Estados Unidos. Es cuando te das cuenta de que en realidad es una guerra contra los pobres, que busca cómo tenerlos más oprimidos.


¿Cómo ha sido la experiencia de vincularte con las comunidades migrantes y de la frontera a través del arte?

—Cambió mi perspectiva sobre muchas cosas. Durante 2018 estuve viajando por la Ciudad de México cubriendo la cuarta caravana migrante. Nos fuimos tomando fotografías y pude ver que lo que llevan en sus bolsas y mochilas es toda su casa y toda su vida. Meses después, junto con otros pintores del proyecto, participamos como voluntarios en la Casa del Refugiado, y después de terminar los murales recibimos a los migrantes. Me impactó ver que llegaron sin más pertenencias que su ropa y papeles porque las autoridades fronterizas de ambos países les tiraron el resto de sus cosas. Por el contrario, me dio gusto ver que la gente sí observaba los murales y nos daba las gracias antes de contarnos sus historias. A veces los niños rayaban el mural, yo lo veía como algo muy chido porque estaban interviniendo mis piezas. Generalmente la gente piensa que el arte es algo sagrado; yo digo que no, que si los niños quieren jugar y rayar las paredes hay que dejarlos. Así es como aprendimos muchos en Puro Borde.

¿Cómo impacta en su creación artística el contexto político actual en Estados Unidos y México?

—Todo lo que hacemos aquí es político: va contra el gusto de muchos funcionarios, regidores y senadores, de El Paso y todo Texas, que tienen discursos a favor de una educación encaminada al inglés, a sacar las humanidades y las artes de las prepas porque “necesitamos más electricistas”. Ante el mensaje de estos políticos nuestro discurso es: “hay que hablar español, hay que guardar las recetas de la abuela”. Se trata de que no nos desaparezcan y de que no invisibilicen lo que nos hace particulares. Ése es el sistema capitalista globalizado que quiere homogeneizar la cultura porque así es más fácil de vender. Hay que seguir haciendo las cosas que nos gustan. América no comienza ni termina donde ellos pusieron el muro, eso es lo que peleamos desde nuestro arte.

Como artistas ¿cuál ha sido su respuesta a la violencia en ambos lados de la frontera?

—La violencia es sistemática y la mayoría de las veces su impacto es invisible. Ya hace unos años nos dijimos que tendríamos que volver a abandonar la calle a causa de la violencia. Entre 2009 y 2010 la violencia apagó Ciudad Juárez, no había actividad después de las seis de la tarde, y lo más triste para un artista es no tener una audiencia. Como grafiteros y muralistas, nuestra interacción en la calle es fundamental. En esa época, lo primero que notamos fue que los niños ya no estaban en la calle jugando o ayudándonos, ya no estaban los vecinos cotorreando con nosotros, nuestro trabajo ya no era algo comunitario; simplemente pintábamos por aferrarnos y, al final, ya no pudimos pintar, nos tuvimos que guardar en los estudios por mucho tiempo.

En 2016 ya sabíamos sobre la retórica de este presidente, el Innombrable. Ahí vimos qué tan grave es el racismo dentro de Estados Unidos y qué tan presentes están estas ideas en El Paso, Los Ángeles, Phoenix, Nueva York y otras áreas donde se concentran centroamericanos y mexicanos. La discriminación se ha agravado. Un ejemplo son los Patriotas Constitucionales Unidos, grupos armados investigados por el FBI, que vienen a atacar a la gente con el pretexto de “defender” a Estados Unidos de los migrantes. Otro ejemplo es la educación en Texas, uno de los estados republicanos: la historia en las escuelas ha ido borrando a los mexicanos y a los mexicoamericanos. A través del arte y de comunicar con medios alternativos, redes sociales, muros o proyectos comunitarios, hacemos esa parte política y cultural para responder. Además de Puro Borde hay otros grupos y otras galerías que se enfocan en promover lo fronterizo, en decir que somos de ambos lados y queremos seguir siéndolo. Queremos expresar nuestra nacionalidad en cualquier país y hacerlo a través del arte.

¿Por qué recomendarías conocer a los artistas de la frontera?

—El arte es muy importante en cualquier lugar, sin importar qué tan barrio, fresa o cholo sea. Y acá estamos en el mero norte y el mero sur: es el paso más importante de comercio y de drogas, pero queremos que también sea el cruce más importante de arte de América. Aunque son ideas locas, las tenemos porque somos muchos los que cruzamos diario, y a los que llegan les gusta la dinámica de vida y ven algo distinto. Queremos seguir siendo un punto de referencia para todos los artistas; queremos que Puro Borde sea quien los cruce. Nos vemos como “contrabandistas” del arte de nuestros amigos y queremos seguir haciendo eso, replicarlo en toda la frontera y decir que el arte puede crear comunidad. Podemos colaborar y hacer lo que hemos aprendido en nuestro barrio. Hay que seguir diciendo a los gobernantes que estamos comprometidos con la calle, con el espacio público, con los trabajadores, con nuestras familias y con el arte. Ya verá uno cómo come.

¿Qué sigue para Puro Borde?

—Próximamente emprenderemos un proyecto a largo plazo llamado Gráfica migrante. Queremos ir desde Tijuana hasta Matamoros haciendo talleres de gráfica, identificar a los artistas que trabajan a ambos lados de la frontera, encontrar esas galerías y creadores. La gente tiene muy claro que se hace cine, teatro y danza, pero no sabe que en el norte la estampa tiene creadores muy destacados que vale la pena conocer. Se conocen muchos grafiteros, muchos muralistas, muy buenos artistas urbanos. Ahora quiero enfocarme en difundir la estampa fronteriza.

Los artistas nos inventamos todo. Esto tiene que seguir saliendo, queremos identificar y hacer una red de artistas, colaboradores y talleres. Que sean nuestras bardas contra la violencia visual que implica tener un muro en tu paisaje. Por algo podemos empezar y trabajar, por eso el tiempo que estemos activos hay que intentarlo.