Carrusel / Entre Voces / No. 215

Los rostros ambulantes


La producción de oferta cinematográfica en México vive un momento fructífero. Sin embargo, en cuanto a su exhibición a nivel nacional el panorama es menos alegre. La mayoría de las salas de cine está dominada por intereses comerciales que dictan la programación a la que accede un público masivo y que influye en el imaginario sobre la experiencia de asistir al cine. Por ejemplo, menos del 10 % de los municipios tiene un cine, a pesar de que México es el cuarto consumidor de este medio a nivel mundial.

Ahí es donde Ambulante adquiere un papel fundamental. Es el festival de documental con mayor alcance en México, un espacio de exhibición único en el mundo; no es competitivo y ofrece más del 60 % de su programación de manera gratuita. Desde su primera edición, ha crecido más de 610 %. Desde hace 14 años, su Gira de Documentales viaja a lugares con poca oferta de exhibición y formación en cine documental, a fin de crear una audiencia participativa, crítica e informada, y abrir nuevos canales de expresión y reflexión en México. A lo largo del país, Ambulante exhibe más de 100 películas, con alrededor de 100 invitados en más de 150 sedes. Se organizan talleres, encuentros con realizadores, seminarios, paneles de industria, teatro documental, autocinemas, funciones en el Senado de la República y en el Festival Iberoamericano de Cultura Musical Vive Latino.

El festival tiene un proyecto de formación en cine documental: Ambulante Más Allá, que capacita a nuevos realizadores mexicanos y fomenta la realización cinematográfica independiente para que sus historias sean contadas desde una perspectiva cultural y estética propia, que no surja de la imposición de parámetros cinematográficos convencionales. Otros ejes de acción son Ambulante Presenta y Ambulante Distribución. El primero abre una ventana a la exhibición de cine documental durante la segunda mitad del año y atiende el interés de una audiencia que demanda cine de no ficción en cartelera de forma permanente. Contribuye a la formación de públicos activos, impulsa la autogestión de espacios de exhibición y da más visibilidad al documental mexicano en distintas ciudades. El segundo se encarga de la distribución de ciertos documentales durante todo un año.

Para conocer mejor algunos aspectos que conforman Ambulante, entrevistamos a seis programadores del festival.




Meghan Monsour, directora de Programación,
sobre Ambulante y sus proyectos de formación


¿Qué rasgos tiene un documental de tu preferencia?

—Me gustan las películas que juegan con la forma, por ejemplo, mediante la incorporación de elementos ficcionales para retratar la realidad. También prefiero las que muestran el mundo con matices, para que el espectador pueda cuestionar sus propios prejuicios y formas de ver el mundo.


¿Cómo describirías la programación de Ambulante y qué lo distingue de otros festivales?

—Ambulante ofrece un programa con mucha variedad. El género documental es muy diverso, y queremos exponer todas sus posibilidades: desde los discursos tradicionales hasta las películas íntimas, observacionales o de denuncia que se mezclan con cine de archivo, experimental o híbrido. También resalta la variedad en formatos, incluimos teatro o performance documental, transmedia y cine expandido.

Ambulante no sólo es un festival de cine, es una organización de derechos humanos. Su intención es usar el cine para provocar discusiones en torno a temas urgentes, tanto con las películas como con los eventos, los encuentros y conversatorios. Es crucial su exhibición en espacios donde la oferta de cine no es tan variada ni constante: en 2019, Ambulante llegó a más de 30 municipios dentro de los ocho estados que recorrió su gira. Debemos hacer un programa que conecte con los distintos públicos que frecuentan estos espacios, pues las películas pueden proyectarse al aire libre afuera de una iglesia en Cuilápam de Guerrero, Oaxaca; en el Museo Arocena de Torreón o en Cinépolis Diana de la Ciudad de México.


¿Por qué es importante la oferta de formación de Ambulante?

—La importancia del proyecto Ambulante Más Allá está en contribuir a la diversificación de las voces y perspectivas detrás de la cámara. Así nos pueden contar de sus entornos con su propia sensibilidad. Este espacio permite que no todas las personas que hacen documental vengan de las pocas escuelas de cine de la capital o de zonas metropolitanas de México. Queremos descentralizar el conocimiento sobre el quehacer cinematográfico y compartir las herramientas propias de la disciplina.


¿Cuál es el valor de Ambulante Presenta y Ambulante Distribución en el mercado del cine actual?

—El festival sólo dura una semana en cada estado, mientras que estos proyectos dan la posibilidad de exhibir documentales todo el año. Con ellos podemos llegar a municipios y estados que no visitamos durante la gira. Ambos proyectos ofrecen contenido documental a sedes pequeñas o en crecimiento que, aunque normalmente no podrían pagar para tener un catálogo de películas por estar fuera del radar de las distribuidoras tradicionales, tienen un público fiel. Además, para los cineastas representa la oportunidad de contar con un tipo de distribución que no está enfocada en los resultados de taquilla, sino en que los documentales sean vistos.


¿Qué te gustaría que la programación de Ambulante provoque en el público?

—Me gustaría que conduzca a otros mundos no sólo en el sentido de conocer diversos países, sino como una forma de entender la realidad y procesarla, de conceptualizarla y narrarla. Espero que provoque reflexiones sobre las ideas normalizadas, en particular sobre el abuso en cuestión de derechos humanos, violencia e impunidad. Denunciar estos aspectos en la pantalla ayuda a ver mejor el panorama.




María Campaña Ramia, programadora,
sobre la programación de Ambulante


¿Qué rasgos hacen que un documental sea de tu preferencia?

—Lo que más valoro en el cine documental, y en el cine en general —permeado por el descubrimiento del "otro"— se afinca en la vivencia cinematográfica y su particular lenguaje. Para mí, lo que convierte a una película en una experiencia inolvidable no es su tema (por más relevante o urgente que sea) ni cómo los personajes lidian con sus realidades (por más entrañables que puedan ser o lo increíble que sea su trayectoria), sino el modo en que el autor devela una historia que urge en su interior, la relación que se crea entre quien filma y quien es filmado, y cómo ésta trasciende la pantalla. El cine que prefiero y defiendo tiene que ser una experiencia artística en primera instancia y, como tal, desestabilizarme, tocarme, transformarme, emocionarme; en resumen, lograr aquello que Didi-Huberman manifiesta de manera insuperable en su ensayo Cómo abrirlos ojos.


¿Se relacionan entre sí los documentales de la programación? ¿Buscan emitir algún mensaje a través de ella?

—En 2018 surgió la idea de trabajar con un concepto que nos permitiera buscar líneas comunes en la programación y comunicar mejor la misión del festival y sus contenidos. Así nació "El intenso ahora" en 2018, e "Ilusiones ópticas" en esta edición. Son conceptos a los que nos acercamos libremente como equipo para que encaminen nuestro pensamiento, generen ideas, conexiones y entusiasmo en el proceso de programar, pero sin limitarnos. No pretendemos que el programa en su conjunto lleve un mensaje específico, pero sí que coincida con el deseo de reanimar una conversación central para el cine documental que pone de manifiesto su doble vocación: como evidencia visible frente a su capacidad de crear, inventar y sugerir, como cualquier pieza artística.


En tu experiencia, ¿qué distingue a Ambulante de otras muestras de cine?

—Lo distinguen sus espectadores y la relación que mantiene con ellos. Ambulante recorre un país amplio y diverso, lo cual se refleja en nuestra audiencia, rica y heterogénea. Esto nos exige pensar detenidamente cómo satisfacer los intereses de un público así. Nos interesa mantener una línea editorial, un compromiso tácito con el cine en el que creemos, arriesgar con nuestras decisiones sin dejar de ser un festival accesible. Pocas muestras llegan a sectores de la sociedad tan diversos y priorizan entre su público a aquél con poco acceso al cine documental. Ambulante llega a espacios urbanos y rurales, ciudades grandes, comunidades pequeñas, salas de cine, escuelas y espacios públicos adaptados para proyectar. Ese carácter itinerante realza el espíritu festivo inherente a toda muestra de cine. Pocos festivales son tan queridos por su público y tan celebrados en la comunidad.




Itzel Martínez del Cañizo, programadora,
sobre Ambulantito, sección dirigida a niños y jóvenes


¿De qué manera Ambulante incluye al público más joven?

—Es uno de los mayores retos. Estamos convencidos de que son el futuro del consumo de cine. Si no logramos seducirlos con la riqueza del lenguaje cinematográfico y sus posibilidades emocionales, las narrativas mediáticas dominantes nos ganarán el terreno. Ambulantito es la oportunidad para ofrecer un programa que interpele a los niños y jóvenes para incidir en sus referentes estéticos y su universo audiovisual.


¿Qué reacciones destacas del público infantil? ¿Cómo experimentan el cine en Ambulantito?

—Entender los gustos de los niños del presente es un reto. Cada año nos aventuramos por nuevas apuestas que puedan provocarles emociones distintas, y aprendemos de los resultados. Tenemos el privilegio de exhibir Ambulantito a chicos de entornos muy distintos, lo que arroja resultados ricos y diversos. Por ejemplo: en 2018, uno de los programas giraba en torno a los retos de los niños de las sociedades urbanas contemporáneas, como un reconocimiento de la infancia hoy en día y del modo en que responden a los problemas del mundo "adulto" del que son parte. Fue interesante descubrir esas complejidades en historias de niños de distintos países, nos dimos cuenta de que removimos emociones fuertes en ellos. Fue una gran responsabilidad que meditamos como equipo.

En 2019, respondiendo al concepto de la gira —"Ilusiones ópticas"—, nos permitimos recorrer la historia del cine y seleccionar películas de épocas y estilos variados. Me encanta la idea de que los niños descubran que el cine puede tener múltiples formatos en su realización, que es un terreno de apropiación, para experimentar, con magia personal de la que te puedes apropiar aun siendo niño. Nos interesa que las películas los hagan reír, emocionarse, conmoverse, sorprenderse y hasta sentir rechazo, a través de dispositivos muy distintos de los que usa la industria comercial. Ponemos a prueba su capacidad para responder positivamente a nuevas cosas. Así, el cine es un descubrimiento colectivo que compartimos con ellos.


¿Qué te gustaría provocar en el público con la programación que propones?

—Para responder a esta pregunta cito a Amos Vogel, en El cine como arte subversivo: "Las oportunidades de pensar de otra manera siempre están ahí: desde el momento en que se prende el foco del proyector y un rectángulo se ilumina ante nosotros; cuando abrimos los ojos y permitimos que otras versiones de la realidad entren a nuestra mente". En diversos momentos de mi vida he sido tocada por el cine, ha trastocado mi modo de ver y sentir. Para mí el cine documental es eso, una cápsula de tiempo que me mueve hacia otro lugar, que me sube en los hombros de otros para ver de otro modo, más lejos. En esa posición me sitúo como programadora, busco provocar ese tipo de experiencias en la audiencia. Sin embargo, no es únicamente una transformación personal; ver cine es también ejercicio colectivo, las ambiciones de Ambulante se amplían a la construcción de comunidades vibrando en la misma sintonía con un compromiso colectivo. Buscamos provocar acciones transformadoras interpelando a la responsabilidad política de la gente.




Antonio Zirión, programador, sobre Pulsos,
sección dedicada al documental mexicano


¿Qué rasgos destacan en un documental que sea de tu preferencia?

—El cine documental que más aprecio es aquel que proyecta una mirada propia, una propuesta de autor, un acercamiento genuino y un enfoque honesto ante algún aspecto de la realidad. Busco un balance entre un contenido relevante y una forma atrevida. Me gusta que un documental me sacuda y trastoque, que desestabilice mis creencias, que cuestione las convenciones y experimente con el lenguaje cinematográfico. Los que más valoro son los que al terminar la función me transforman en alguna medida, brindan la experiencia de conocer a alguien nuevo, me transportan a algún lugar diferente, se quedan conmigo durante un tiempo después de que termina la proyección y me invitan a platicarlos y compartirlos con otras personas.


¿Qué características consideras valiosas en el cine mexicano que es seleccionado para Pulsos?

—El cine documental mexicano lleva varios años atravesando un buen momento. No sólo se han consolidado las trayectorias de documentalistas con mucho talento, sino que han emergido nuevas generaciones de documentalistas preocupados por nuevas problemáticas, con miradas frescas. Pulsos es una de las secciones más importantes del festival y una de las más complicadas de programar. Implica una gran responsabilidad con los documentalistas del país. Siempre insistimos en que no pretendemos programar "lo mejor", sino que realizamos una curaduría; seleccionamos trabajos que articulen un discurso que resuene con el tema central de cada edición, que combinen bien entre ellos y con el resto de las secciones. Que unas películas sean parte de la gira no representa un juicio sobre su valor ni su calidad.

Algunas cualidades de los documentalistas que han pasado por Pulsos serían: valiente, creativo, ingenioso, fuerte, honesto y con un claro espíritu independiente. En esta edición, por ejemplo, muchas películas versan sobre lo propio, exploran el interior de las familias de los mismos realizadores, son aproximaciones a la intimidad y la propia identidad.


¿Cómo dialoga Pulsos con el público mexicano?

—Pulsos invita a una reflexión sobre lo propio y lo ajeno, lo extraño y lo familiar, sobre las adversidades y las fortalezas para enfrentarlas. Los documentales mexicanos pueden mostrarnos lo mejor o lo peor de nosotros mismos como mexicanos, pero, sin duda, Pulsos permite reconocernos como un mosaico o un caleidoscopio de culturas y formas de ser. Esta vez incluimos miradas extranjeras sobre temáticas de nuestro país, lo cual permite develar algunos aspectos que quizás, por ser tan cercanos o cotidianos, dejamos de ver con claridad.

Por otra parte, es muy interesante ver que una misma película tiene efectos distintos en diferentes estados. Muchas veces nos sorprende una recepción entusiasta que no esperábamos; otras, nos desconcierta que nuestras favoritas reportan una asistencia relativamente baja en alguna región. Hemos asumido el reto de conocer mejor a los espectadores de cada estado, entender sus gustos, intereses, características e inquietudes, y así prever el impacto que puede tener cierta película.

Lo que sí podemos concluir sobre el consumo de documental mexicano en Ambulante es que, a contracorriente de lo que ocurre con el cine comercial, no existe en nuestro público un prejuicio hacia las producciones mexicanas en comparación con la producción internacional. El documental todavía es un género marginal en las preferencias de la mayoría de la población, pero hemos constatado que la gente consume tanto —o más— documental mexicano como extranjero.




Tzutzumatzin Soto, colaboradora de la programación,
sobre Retrovisor, curaduría a partir de materiales de archivo


¿Cuál es la importancia de recuperar materiales de archivo en nuestro presente?

—Los archivos son una promesa de memoria, pero sólo tienen sentido cuando se recuperan. Aquí pienso en "recuperar" como si habláramos de un paciente. Hay que recuperar el presente, porque tenemos una amnesia de organización política. Creo que los archivos dan pistas para entender cosas del presente; no son la respuesta, pero ayudan.


¿De qué forma dialoga la programación de Retrovisor con el público actual?

—El público es diverso, tanto en edad como en la experiencia previa que tiene con materiales de archivo. No es usual hacer programas abiertos de archivo, entonces para muchos de los asistentes es la única forma de ver un documento que, aunque es de libre acceso, no siempre sabe cómo ver. Entonces el diálogo parte de la sorpresa como detonante.


¿Qué papel juega Retrovisor con relación a las demás las secciones y actividades?

—El tema de la gira, "Ilusiones ópticas", y el programa de Retrovisor apelaron a mirar y analizar cómo se había construido la verdad a través de los noticieros. Para nuestra generación, la frase "la verdad histórica" marcó un momento en el que sentimos que las verdades deben ser comprobadas. Ver material de archivo dialoga con eso, tanto con la construcción de ilusiones como con provocar la imaginación para encontrar respuestas.




Lourdes Gil, responsable de Logística
de Programación, sobre Ambulante en el Senado


¿Qué resultados has observado en la sociedad como consecuencia de Ambulante en el Senado?

—Ambulante en el Senado es un espacio de proyecciones y pláticas mediante el cual podemos reflexionar de manera conjunta legisladores y sociedad civil. Las proyecciones van acompañadas de una mesa temática en la que conversan senadores, documentalistas y expertos en la materia a debatir. A través de esta sección, la sociedad ha tenido la oportunidad de interactuar de otra forma con sus representantes. Es una forma más directa que les permite hacerse escuchar. La gente sabe que puede entrar a estos espacios y tener un diálogo "tangible" con quienes toman las decisiones.


¿Cuáles son tus intenciones al gestionar este proyecto?

—Por un lado, sumarnos a la agenda nacional, retomar los temas en discusión en el Senado o en la Cámara de Diputados, y llevara la mesa un documental que nos permita detonar la conversación entre ciudadanos, expertos y legisladores invitados. Porotro lado, que la gente sienta que el Senado es un espacio que les pertenece, porque así es; que puedan sentirse con la confianza de estar ahí y exponer sus ideas y preocupaciones.




¿Qué rumbo te gustaría que tenga la programación de Ambulante?


Antonio Zirión: Me gustaría que se incremente la diversidad de películas que mostramos. Lo maravilloso del documental es que comprende una enorme variedad de subgéneros, estilos, corrientes, temáticas, etcétera. Actualmente estamos enfocados en causas precisas y buscamos que la programación tenga un impacto contundente a través de campañas y de un acompañamiento puntual en cada función. Eso implica que la programación se especialice en documentales que abordan los temas más urgentes de nuestra realidad; en especial, películas sobre derechos humanos, cuestiones de género, justicia y problemas políticos. Esto inevitablemente ha implicado restar atención a otras vertientes del cine documental, a películas sobre música, deportes, biografías, arte o medio ambiente, por ejemplo. Espero que en el futuro alcancemos un equilibrio que permita dar cabida a la diversidad del género.

Tzutzumatzin Soto: Creo que en un futuro habremos cosechado una relación distinta con las obras de no ficción. Me gustaría que la práctica de programar archivo sea más común, por ello me imagino que Retrovisor será un espacio no sólo para encontrarse con este tipo de material, sino también para generar una comunidad más amplia que mire y haga mirar al archivo. Eso explica que Retrovisor se componga tanto de programas de materiales, como de talleres y seminarios.

María Campaña Ramia: Espero que continúe siendo, y cada vez más, una programación consecuente con el estado del mundo: osada, política, lúdica, reparadora; una programación que manifieste diversidad de autores, donde las minorías se vean representadas; que tome en cuenta nuevas voces, se piense con el corazón abierto y no desde dogmas ni hermetismos.