Mirada / No. 214

Palomas azules



En vano estoy gastando batería
tan sólo constatando que no llamas.
Si escribes es con trivia y crucigramas
y si hablas es ganar la lotería.

Negra la pantalla enmudecida
que anhela intermitente parpadeo
y a veces, si en tus redes merodeo,
profunda mi tristeza es renegrida.

Tiempo hace que del brillo en tus pupilas
no resta más que un gesto deslucido,
hubiesen antes bien resplandecido
al verme resurgir entre las filas.

Y ahora es hasta raro si apareces,
ni aun por nuestro sitio acostumbrado,
parece que se esconde en tu pasado
la vida que soñamos tantas veces.

Tu faz que fuese a fuego en mí marcada
con cada parpadear se desdibuja
y ahora a punta de tinta y aguja
troca a un rostro que no me dice nada.

Ya ni osas sostenerme la mirada
pues temes que recuerde tus atajos,
mas tan están mis labios cabizbajos
que ya he hecho de la inopia mi morada.

Lo único que pido es el silencio
de dos alientos malintencionados,
no más mensajes sobre elaborados:
supuestos de un amor que no presencio.

Intentas encubrir tu indiferencia
con vacuos arquetipos de emociones
y ahora que más quiero que reacciones
los íconos te brindan la tangencia.

Pero esa que me das no es tu sonrisa
ni el beso artificial, buena suplencia.
Ya ni tus nudes me quitan la abstinencia
pues mi imaginación es imprecisa.

Empresa fútil nuevamente asirte
por medio de tus fotos y videos:
migajas que a mi mente dan rodeos
pa’ no verte partir sin despedirte.

Quizá, aunque de tu cuerpo fui colono,
hoy ya tu pecho no es mi territorio
ni encuentro en el maldito directorio
a quién poder culpar por tu abandono.

Tal vez he sido yo sin darme cuenta,
quizá surgió tan sólo en mi cabeza,
mas una y otra vez a mí regresa
la sensación de andar en cornamenta.

Yo tiendo con mis letras carreteras
que puedan alcanzarte en el mutismo
antes de que me pierda en el abismo
de darte el corazón, aunque no quieras.

Respondes pantomimas, sin embargo;
el “ja ja ja” no abarca tu risada,
no obstante, no demuelo tu fachada
por miedo a despertar en lecho amargo.

Así que sigo a ciegas tus señales,
y a veces descifrando desespero,
pues antes todo el tiempo era un “te quiero”;
hoy, sólo corazones digitales…

Con tal de no acabar por fastidiarte
termino usando medios similares,
enviándote encendidos cardenales
que en mi lienzo ha pintado ajeno arte.

Apenas ha partido, me arrepiento.
“No es tarde pa’ borrar ese mensaje”,
no obstante, voy a hacerme de coraje
dejando que se marche con el viento.

Si es cierto lo que dicen del lenguaje
y más vale una imagen que mi aliento
el manifiesto de mi sentimiento
expreso está en la sombra del ultraje.

Aguardo ya no sé por cuántas eras
a ver una señal de recibido
y cuando estoy por darme por vencido,
llegar veo un par de tórtolas austeras.

Y así desde hace tiempo hicieron nido
allí donde ya no hay serotonina
y pese a que es su estampa blanquecina
qué obscuro es darse así por entendido.

Descuida, no hay por qué lo disimules,
por fin logré entender lo que omitías:
promesas que fueron sólo mías
palomas que jamás serán azules.