No. 136/POESÍA
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Poemas |
Raquel Barragán Aroche |
facultad de filosofía y letras, UNAM |
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Juegos primigenios
Mi papá era un geólogo anónimo,
se postraba en las piedras con nombres,
y vislumbraba el descanso eterno
Construía el sacerdocio de los minerales
—¿Cómo llamabas las piedras en el tiempo
y sus años fósiles de ojos negros?
—estibinita, cinabrio o rutilo
Nombres de antiguos juegos infantiles.
Mi hermana era un mineral
que evolucionó en las letras
de su nombre: G a l e n a.
En aquellas fotos aprendí el oficio del geólogo
Partí y medí las piedras del patio
algún día tuve la certeza:
la vida y la muerte empiezan ahí.

Sucede que se cansa de ser hombre
Antes de que el hilo se rompa o el cántaro se quiebre
El gallo ya no querrá cantar tres veces
pero ahí estará Pedro convertido en payaso,
repitiendo el mismo acto eternamente
Una existencia de piedra
Y volverán los minerales al polvo
y su aliento de vida a la piedra
Mi boca rozará sus nombres con
la punta de la lengua

Otra edad de piedra
La edad de piedra
Más piedra que la piedra
Y seremos otra vez coágulos
De roca
De cristal
En tierra
Rocacero
Las piedras caen del cielo:
¿Quién llama desde la eternidad?
¿Quién habla con la voz más vieja del mundo?
Dios tiene sonido de piedras.
Montevideo I
Si uno camina por las calles de Montevideo,
la semántica de las miradas cambia
Uno está tan lejos de los ojos que siempre ha visto,
del código que conoce.

Tal vez aquí hay que parpadear más
o mantener más tiempo la mirada
o arrancarse una pestaña mientras mira.
Miradas que reconocen rincones adustos
y recuerdos de violencia,
yo sólo alcanzo a ver la vidriera
de un banco con letras rojas.
Dibujos de Manuel Díaz, ENAP, UNAM
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