No. 149/TRECE POETAS DE CHIAPAS

 

vazquez-espinosa01.jpgRaúl Vázquez Espinosa
(San Cristobal de las Casas, 1981)

 


Poética

[hacer nada:]

Hablar de la poesía es caer en el terreno de lo problemático. Es decir, si se me permite la expresión un tanto kitsch, la poesía es indefinible; ya que como dijo W. H. Auden: “Poetry makes nothing happen.” Si la poesía hace que nada suceda, cómo la definimos. Hacer nada es una práctica que no permite una especulación que lleve a buen puerto. La mera enunciación de lo poético como algo que no hace nada es sólo una aporía desquiciante. Que por otro lado, supongo, es irrebatible en su formulación. La poesía no es definible o no se puede limitar a los márgenes de una definición.

La poesía únicamente se hace. Por eso no hay definición posible. Más allá de esencialismos poéticos, para entender a la poesía no es menester formular una pregunta que indague sobre su concepto; la cuestión viene dada desde la propia creación poética: es —sin que pretenda definirla— un hacer que se desarrolla en los linderos de la expresión y la forma (robándome una idea de Josu Landa).

La poesía resulta una inflexión misteriosa: es hacer o un saber hacer nada; nada más (si esto se entiende como una definición, pues, qué bueno). Nada, digo, hacer nada. Ahí es donde el preguntar por la poesía se tuerce en su aviso con la carencia de toda significación.

 

La altura vuelve en sí
(fragmentos)


En los claustros del alma la herida
yace callada; mas consume hambrienta
la vida, que en mis venas alimenta
llama por las medulas extendida.

Quevedo


SE VIDRIÓ la esquirla mortecina
en su trayecto de estructura troquelada.

Un cilanco ferino
(próximo a la desesperación)
se ha vuelto crimen
.

(¡—Quién supone
gritos en el aire sombroso!)

Lumínico temor. Personajes

que no se cuentan, no se observan, esos, intactos

asesinos que cohabitan con la asfixia.

 

§


EN EL HERBÁCEO AZULEJO de la plaza el venablo se incrusta.

Atisbos de miedo los niños corren en paroxismo.

(—Sin la casmodia el escozor sería
por esparcimiento la muesca entrometida).

 

§

 
a Sacbéh

QUÉ HAY EN LAS PAREDES
que no sea traslación

de una herida.


No hay tiempo. Hoy la espera
se divide en ristras. Cárdena
bienandanza.

Lo advertí.
En la barda encristalada.
Quietud de animal ido.
Centinela prerrafaelita de noches
malogradas. Lo advertí.
Rasga ya la calma
su cuerpo solitario.

La herida se enclaustra
en lo que tiene de célula mi angustia.
Como una grapa que hiere pero no inquieta.
Para decir “congoja” con la fortuna del escriba.
Pretencioso juzgar desde aquí todo lo visto.

qué voz inalterable se termina


ni un oculto decir de galpón,
ni un destello, en soledad
ni un destello en el dolobre inherente,
no hay hondura/razones que funcionen
bebiéndose el no dado prurito del silencio.



Kurdo

prejuicio de no saber —supongo— persigo; en todo lo que me contamina; make impure apunta el diccionario Oxford, make impure. Dicho, así, sólo por no dejar

[santa muerte:]
hueso, claro, hueso amarillo de perro, de oquedad, de plegaria; suma que no dice el silencio la tonadilla risible, sino el deseo, la ganga, tonadilla del llanto, voz de voces donde se entona la santa

[mujer:]
ella, bajo su trueque, desde el interior de su indiscutible aproximación, quizá el escenario donde empezar, caída de un prodigio donde empezar, el círculo, la grieta, el lugar en donde ella, siempre tarde, regresa, recomienza el solo movimiento, el agrado no pensado de un gesto

[chela:]
el lúpulo predilecto, anticipo al menos, ámbar de su amargura: negada la sed, transpiración como la repentina burbuja, hasta el húmedo examen de lo increado, como la boca malhadada, el rédito que fue, que, tal vez sosiego, quiero pensar o creer

[mal rato:]
imposible fue concebir el sueño, como el cansancio en el cuerpo, si bien fuera, pues, del matinal desvelo, un, no entiendo todavía, principio que no cuando despierto, ni porque los ojos arden, pueda volverse ceguera en sus dominios inexpugnable

[i. ocio:]
me vence el día. Mantenerme en pie, tal vez; sin embargo, me sostengo en un pivote menos amplio que, digamos, un mareo.

[ii. ocio:]
el ocio, poco; pero de vez en vez. Por otro lado, insuficiente. Sólo para salvar las insignificancias del día

[por la mañana:]
acidulado, como la nulidad, cómo, a la deriva. Sin pensarlo mucho me agrada lo falto de, es algo interno, un desmoronamiento

[repito:]
sólo para salvar las insignificancias del día... en segundos... con simulada reticencia

nadie volverá a ver mi rostro, por lo menos, en mucho tiempo —ahora lo sé, no hay nada más claro, lo sé, “Blake, Donne, Keats” como escribió Muriel Rukeyser, “then think”, ¿no? No. Qué le hago, las cosas son así, en eso consiste su profundidad, su admirable profundidad: Blake, Donne, Keats

[conjetura:]
concepto, ruego, flor colmada de evanescencia: ave de paraíso, pausa; ahora lo sabes, no somos más una concentración de anomalías; seamos, entonces, todo lo que podamos

[lectura de Levinas:]
hacia la periferia, bien podría imaginar, que ser un sujeto mezquino, que lo soy, a pesar mío, pero nunca del mismo modo; sin embargo, soy “benévelo”, sólo para emplear un cultismo innecesario

 


Raúl Vázquez Espinosa. Estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Chiapas. Forma parte del consejo editorial del semanario cultural El Hacedor y es miembro del Círculo de Lectura La Verde Lumbre. Obtuvo el segundo lugar en el Premio Estatal de Poesía Raúl Garduño (Juegos Florales de San Marcos Tuxtla 2004). Su trabajo ha sido publicado en “En el vértigo de los aires. Muestra de poetas nacidos en la década de 1980” (Alforja Revista de Poesía, núm. 37, 2006). Actualmente cursa la maestría en Ciencias de la Educación.