Jóvenes escritores zacatecanos / No. 213


18 maneras de interrogar el mundo

Jóvenes escritores zacatecanos







Escribir es estremecer el sentido del mundo.

ROLAND BARTHES, Sobre Racine

I

¿Qué se puede decir hoy de la literatura escrita en Zacatecas? ¿Por qué es necesario hablar de literatura dentro de un contexto social de emergencia, asolado por el crimen, la discriminación y las caravanas migrantes? ¿Para qué publicar una escritura tan actual, tan recién nacida? ¿Qué versos escribiría Ramón López Velarde si pudiera escuchar las campanadas de Catedral arropadas entre el sonido de las balaceras?

Geográficamente, el estado de Zacatecas se encuentra en el centro del país. No obstante, ambigüedades de perspectiva, para los habitantes de la Ciudad de México todo lo que está arriba es el norte y todo lo que está abajo es el sur. Pobre Zacatecas: tan lejos de la capital del país y… ¿tan cerca de Estados Unidos? Porque entre lo geográfico que da paso a una tematización literaria y que construye así un movimiento bautizado como Literatura del Norte, los escritores zacatecanos están a la mitad del Trópico de Cáncer (Parra, 2015: 12-16).

Sí, pobre Zacatecas: en el ombligo del país, en el limbo literario.

Ante las dudas y preguntas que hieren, hay una propuesta que si bien no tranquiliza, sí arriesga: es pertinente fomentar un espacio para la escritura reciente, recordar que la literatura es un acto estético que, como tal, aspira a lo trascendental y a lo simbólico, ahí donde se religa al ser humano con las cosas y con el cosmos, ahí donde la literatura se transforma en herramienta de vida. Aquí y ahora es imprescindible la revisión de nuestras voces para resaltar nuevamente el carácter crítico del lenguaje. Fabricar utopías (muchas utopías, las suficientes, las necesarias) no como destino final, feliz y concluyente; sí como un fluir que reencauce nuestra historia.

Si como estremecimiento (Barthes, 2017: 45), se puede decir que la escritura misma se fundamenta en un algo violento: fractura de lo ordinario, temblor del camino cierto, no se busca aquí un acercamiento ingenuo a un novísimo campo literario con el deseo de atenuar nuestra crisis social, no se aspira a cambiar un cuerno de chivo por un libro cuando lo que priva es una sociedad maltratada. No: como bien lo aclara Girard, la violencia forma parte de la naturaleza humana (1983: 10). Sí, en cambio, se propone explorar esta nueva escritura, con sus miedos y alegrías actuales, con el anhelo de restablecer los canales que permitan la comprensión de lo otro, lo diferente, lo diverso.

Si se atiende aquí al concepto de antología, se hace única y exclusivamente en cuanto a su raíz etimológica: anthos, que significa flor; lego, que significa reunir, juntar, elegir. A la vez, resulta pertinente el concepto de generación de José Ortega y Gasset, quien asegura que una generación es una variedad humana, con ciertos caracteres típicos que presentan una fisonomía en común, a pesar de las claras diferencias. “Las generaciones nacen unas de otras, de suerte que la nueva se encuentra ya con las formas que a la existencia ha dado la anterior. Para cada generación, vivir es, pues, una faena de dos dimensiones, una de las cuales consiste en recibir lo vivido […]; la otra, dejar fluir su propia espontaneidad” (Ortega y Gasset, 1951).

Dentro de esta faena de dos direcciones, la fisonomía en común que comparten los autores aquí reunidos se decanta en los siguientes puntos: todos escriben y radican en el estado de Zacatecas; todos son menores de treinta y cinco años, atendiendo al criterio discutible, aunque institucional, que ubica el rango de treinta y cinco años como el máximo permitido para ser considerado joven escritor en México; de los dieciocho autores, sólo uno de ellos no ha estudiado en la licenciatura en Letras de la Universidad Autónoma de Zacatecas;1 y la mayoría ha formado parte de algún taller literario.

Por otro lado, aunque el ensayo literario y la crónica constituyen también otros géneros que se han trabajado en esta zona, por razones prácticas de tiempo y espacio se optará sólo por poetas y cuentistas, quienes aparecen según el orden cronológico definido por la revista. En término de equidad de género no planteada como condicionante para su elección, mas sí presente como resultado natural en cuanto a la elección de los mismos textos, se obtiene que nueve autores son mujeres y nueve son hombres.

Dentro de los poetas se encuentran: Roberto Ixtlahuaca, David Castañeda Álvarez, Óscar Édgar López, Mayola Cruz Flores, Yamilet Fajardo, Karen Salazar, Ezequiel Carlos Campos y Josafat Guadalupe Gaytán García; y dentro de los cuentistas se ubican: Sonia Ibarra Valdez, Joselo G. Ramos, Irene Ruvalcaba, Eduardo S. Rocha, Jesús Gibrán Alvarado Torres, Sara Andrade, Luis Vital, Diana Isis del Hoyo Cortés, Nathalie Fabela Enríquez y Lizeth Alcantar. Aunque dos de ellos nacen fuera del estado de Zacatecas, son residentes de la ciudad desde hace más de diez años. Asimismo, una buena parte ha continuado sus estudios en la maestría en Investigaciones Humanísticas y Educativas, varios han recibido el Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Zacatecas y algunos la Beca Interfaz. Tanto Yamilet Fajardo como David Castañeda han obtenido uno de los premios más prestigiosos a nivel nacional: el Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”.

Tres de los autores nacidos en la década de los noventa publican por primera vez: Josafat Guadalupe Gaytán García, Lizeth Alcantar y Luis Vital. Los demás han publicado en revistas, suplementos culturales o blogs. Ocho de ellos cuentan ya con publicación en formato de libro, libro artesanal o cartonera, ya sea en edición o coedición con la Universidad y/o con el Instituto Zacatecano de Cultura, o con editoriales independientes ubicadas en el estado, como Taberna Libraria, Texere, Policromía y Rey Chanate, así como las cartoneras La Cecilia y Fragmento Celeste.2 Igualmente, a partir de 2017, el Taller Literario “Los hijos de Alicia” comienza una colección de libros artesanales.

Uno de los autores, Óscar Édgar López, ha publicado en una editorial de comprobada circulación a nivel nacional: Tierra Adentro. Las otras editoriales (unas más, otras menos) luchan con el día a día que implica posicionarse dentro de la ingrata tarea de la distribución.

II

En su carácter de generación que “recibe lo vivido” existen varias vías para ubicar el contexto regional dentro del cual se inscriben las herencias literarias de estos dieciocho autores. Aquí se mencionarán solamente dos: la licenciatura en Letras y los talleres literarios. Se podría seguir, por ejemplo, la vía que marca un estado de la cuestión relativo a los antologías,3 las revistas y los suplementos culturales; no obstante, tales caminos rebasarían por mucho los límites de esta introducción.

Suficiente se ha hablado ya en torno al nacimiento de los talleres literarios en el interior de la República y del papel capital que ejerció el narrador ecuatoriano Miguel Donoso Pareja,4 por lo que, más que en ello, me interesa detenerme en dos figuras rectoras dentro del campo literario zacatecano: José de Jesús Sampedro y Veremundo Carrillo. Es posible observar la propuesta estética de ambos poetas como un diálogo que se contrapuntea: en sus primeros poemas, Máscaras de piel de hombre (1978), Carrillo refleja una temática religiosa que más adelante da paso a la figura de la mujer, a la búsqueda del amor y a las vicisitudes cotidianas de un hogar, La décima luna (1990). Por el contrario, Sampedro, embebido en las propuestas europeas de los poetas de vanguardia y seguidor del surrealismo, obtiene el Premio de Poesía Aguascalientes a temprana edad y, con Un (ejemplo) salto de gato pinto (1976), marca un rumbo diferente de entender la poesía.

Desde hace años y desde sus diversas trincheras, ambos poetas han propiciado o convivido con nacientes generaciones de escritores que viven en y escriben desde la ciudad, con una mirada que tiende a una literatura sin fronteras, una mirada plural. Pienso, por ejemplo, en Gonzalo Lizardo y El libro de los cadáveres exquisitos (1997), novela que ha logrado consolidarse como de culto para un cierto grupo de lectores underground, en cuanto a su carácter crítico y alternativo; pienso también en la poética de la soledad y el desencanto que propone Juan Gerardo Aguilar en El refugio del hurón (2010). Mención aparte merecen los escritores Tryno Maldonado, Manuel Ramos y Joel Flores, porque el primero radica en Oaxaca, el segundo en Estados Unidos, y el tercero en Tijuana. Entre varias distinciones, los dos últimos han recibido el Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela: Ramos, por Infinita sangre bajo nuestros túneles (2014); Flores, por Nunca más su nombre (2017).

Antes de Sampedro y Carrillo, la carrera literaria de los escritores coincidía en la necesidad de quemar las naves y salir, cuanto antes, del ambiente de provincia; constante que se repite tanto en poetas de la talla de Ramón López Velarde y Roberto Cabral del Hoyo, como en los narradores Severino Salazar y Amparo Dávila, por mencionar algunos. Cierto es también que la misma provincia no ofrecía grandes alternativas. Motivos aparte, no es hasta que Sampedro y Carrillo intervienen, uno a través de Dosfilos Editores que nace en 1974, el otro a través de la fundación de la Escuela de Humanidades en 1987,5 que un renovado ambiente intelectual puede respirarse en la ciudad: presentaciones y publicaciones de libros, encuentros y festivales de poesía, visitas de escritores y profesores investigadores de otras latitudes, coloquios académicos, etcétera.

Para el año 2000, el narrador Javier Báez, motivado por la propuesta (e insistencia) de un joven alumno, inicia el Taller de Narrativa de la Unidad Académica Preparatoria de la Universidad. En 2008, y debido a la afluencia de jóvenes interesados, se abre un nuevo taller en Preparatoria Cuatro, dirigido por la maestra Rocío Yasmín Bermúdez. A la vez, enfocado en la revisión crítica de poemas y microtextos, el taller del poeta Javier Acosta inicia sus actividades en 2004, taller que ha impartido tanto en el Instituto Zacatecano de Cultura como en las Unidades Académicas de Letras y de Docencia Superior.6

Me parece que, en especial, el número 25 de la revista Barca de palabras resulta fundamental para comprender parte del movimiento literario que se gesta en la ciudad. En ese número, además de la opinión de sus fundadores, es factible encontrar los testimonios de algunos de sus ex integrantes. Una gran parte de ellos estudia luego la licenciatura en Letras. Destaco la labor de Ezequiel Carlos Campos, quien funda en 2016 el Taller Literario “Los hijos de Alicia”, así como el hecho de que la licenciatura en Letras ha encontrado una cierta flexibilidad en su currícula al dividir la materia de Literatura Regional en un seminario de autores y un taller de escritura creativa.

III

Así las cosas, estos dieciocho autores fluyen en su propia espontaneidad cuando se convierten en surtidores de literatura, cuando proponen en sí una pregunta indirecta a nuestra contemporaneidad. Dentro de los poetas, Roberto Ixtlahuaca se permite un vagabundeo por ciudades extranjeras y cosmopolitas, acompañado de un otro que bien puede ser él mismo. Poeta de voz entristecida, David Castañeda Álvarez retoma la infancia, pero desde la mirada de un joven viejo. Por su parte, Óscar Édgar López combina la sordidez con la capacidad de asombro a través de un encuentro entre el yo lírico y el músico de jazz Chet Baker. En Mayola Cruz conviven la extrañeza y la angustia en un control de televisión sin botones, metáfora del horror, del sinsentido. A través de un hospital y de un vendedor de seguros, Yamilet Fajardo ronda la muerte y su absurdo, mientras que de ilusiones perdidas y de muerte son los poemas de Karen Salazar. En los textos de Ezequiel Carlos Campos también priva el tema de la infancia, ese miedo y sorpresa que es conocer el mundo por primera vez, y Josafat Guadalupe Gaytán García elabora una oda al vino y hace una crítica al desencanto de la época.

Dentro de los narradores, Sonia Ibarra Valdez recrea el sentimiento de culpa y Joselo G. Ramos se decanta por explorar los mecanismos de seducción de una mujer que busca cómo atraer a un hombre. Irene Ruvalcaba indaga en la debilidad de un psicoanalista que sucumbe ante su tristeza, mientras que, entre lúdico y onírico, Eduardo S. Rocha cuestiona a la vida misma. La instantánea fotográfica de un amor, de un algo que quiso ser y no fue, es la línea de Jesús Gibrán Alvarado Torres. Sara Andrade detiene la fugacidad de un encuentro amoroso en medio de un callejón; Luis Vital retoma la guerra para ahondar en los vericuetos del alma. Mítica y fantástica, Diana Isis del Hoyo Cortés recrea leyendas populares para narrar la pérdida de un ser querido. Una historia de amor obsesivo entre una mujer/ave y un escritor frustrado centra la acción del cuento de Nathalie Fabela Enríquez. Por último, la prosa poética de Lizeth Alcantar reelabora el tema del asesinato como una de las bellas artes.

Aquí sus temas, aquí sus preocupaciones.

Por supuesto, esta selección, como cualquier otra, no abarca ni una mínima parte de los autores que deberían estar incluidos. No obstante, quiero creer que si algo une a estos dieciocho escritores es el amor por la literatura, esa maniática manera de entender la escritura como pasión y modo de vida. Quiero creer también que todos ellos asumen con inteligencia sus deudas literarias sin que eso les impida fluir en su propia espontaneidad, esa que saben crear en su escritura.

Una generación representa una cierta “altitud vital” que “confirma una realidad”, dice Ortega y Gasset, y se presume como “verdadera” en el sentido de que refleja las cosas como son, consecuencia de tener una “sensación radical de la vida” (1951: 47, 53). Así son estos dieciocho autores: verdaderos y radicales, ninguno engaña, simplemente escriben. Si permanecen, si pasarán a formar parte del canon literario nacional o internacional (si es que tal cosa existe), ya lo dirá la historia. Por lo pronto, me resguardo en el encuentro amoroso que implica toda escritura, ahí donde Barthes habla de sentido estremecido, de pregunta indirecta que tiende la mano al lector. Porque sólo la lectura pone en juego la razón y el corazón, en ese todo corazón que el acto de entender co-implica (Ortiz-Osés, 2003).

Bienvenidos entonces.

Aquí están dieciocho voces. Dieciocho maneras de interrogar el mundo.




Referencias bibliográficas

Aguilar, Juan Gerardo. (2010). El refugio del hurón. México: Instituto Zacatecano de Cultura.

Aguilar Sánchez, Citlaly. (2014). La literatura zacatecana en el siglo XXI. Acercamiento a la tradición de obras y autores representativos. Zacatecas: Conaculta/Instituto Zacatecano de Cultura/Gobierno del Estado de Zacatecas.

Baéz Zacarías, Javier (coord.). (2015). Barca de palabras. Zacatecas: UAZ. Num. 25, año XIV, primer semestre.

Barthes, Roland. (2017). Sobre Racine. México: Siglo XXI.

Carrillo Trujillo, Veremundo. (1996). Zacatecas, barro que suena a plata. Literatura de la Colonia al siglo XX. Zacatecas: FECAZ.

—— (1978). Máscaras de piel de hombre. México: Jus.

—— (1990). La décima luna. Zacatecas: UAZ.

Chávez Ríos, Víctor Manuel (coord). (2018). Urdiendo ficción. Antología de los talleres literarios en Zacatecas: UAZ/Policromía.

Flores, Joel. (2017). Nunca más su nombre. México: Ediciones Era.

Flores Puente, Erika Fabiola. (2016). De memorias y otros chismes. Asedio al concepto de humanismo en diez ensayos de Benjamín Morquecho Guerrero. Tesina de licenciatura en Letras. Zacatecas: Universidad Autónoma de Zacatecas. [15/11/2018].

Flores Zavala, Marco Antonio. (1995). Los decimonónicos. Zacatecas: fecaz.

García Ortega, Alejandro. (2008). Encuentros y desencuentros (acercamientos al campo literario en Zacatecas). Zacatecas: Ediciones de Medianoche.

—— (1998). El aliento de Pantagruel. Sinaloa: UAS.

Girard, René. (1983). La violencia y lo sagrado. Barcelona: Anagrama.

Lizardo, Gonzalo. (1997). El libro de los cadáveres exquisitos. México: Ediciones sin Nombre.

M. Ocampo, Aurora (dir). (1997). Diccionario de escritores mexicanos siglo XX. Desde las generaciones del Ateneo y novelistas de la revolución hasta nuestros días. Tomo IV. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

Ortega y Gasset, José. (1951). En torno a Galileo, Obras completas. Vol. V. (1933-1941). Madrid: Revista de Occidente. https: //marcosfabionuva.files.wordpress.com/2011/08/obras-completas-de-ortega-y-gasset-tomo-5-espanhol.pdf [04/12/2018].

—— (1985). El tema de nuestro tiempo. La rebelión de las masas. México: Porrúa.

Ortiz-Osés, Andrés. (2003). Amor y sentido. Una hermenéutica simbólica. España: Anthropos.

Parra, Eduardo Antonio. (2015). Norte. Una antología. México: Ediciones Era.

Ramos, Manuel. (2014). Infinita sangre bajo nuestros túneles. Zacatecas: Pictographia.

Sampedro, José de Jesús. (1976). Un (ejemplo) salto de gato pinto. México: Joaquín Mortiz.

Salazar, Severino. (1994). Zacatecas, cielo cruel y tierra colorada. México: Conaculta.

VV. AA. (2018). Y son nombres de mujeres. Antología de escritoras zacatecanas. Zacatecas: Secretaría de la Mujer/Gobierno del Estado de Zacatecas.





1 Aunque es cierto que existe una creciente proliferación de universidades privadas, cuando se habla de Universidad se hace referencia únicamente a la Universidad Autónoma de Zacatecas.

2 Taberna Libraria inicia en 2001, bajo la coordinación de Juan José Macías. Gracias a Judith Navarro, Texere se funda en 2009, y en 2014 surge Policromía gracias a Yolanda Alonso. Para 2017, Óscar Édgar López inaugura Rey Chanate Editorial. Dentro de las cartoneras dirigidas por el poeta Juan Manuel García Jiménez, La Cecilia data de 2008 y Fragmento Celeste de 2017.

3 Los decimonónicos (1995), de Marco Antonio Flores Zavala; Zacatecas, barro que suena a plata (1996), de Veremundo Carrillo; Cielo cruel y tierra colorada (1984), de Severino Salazar; A la mitad del foro (1997), de José Enciso Contreras; 23 muchachos sobre el mar de los feacios (1998), de Juan José Macías; Y son nombres de mujeres (2018), del Colectivo Líneas Negras; y Urdiendo ficción (2018), de Víctor Manuel Chávez, entre otras.

4 El lector puede remitirse a El aliento de Pantagruel (1998) y Encuentros y desencuentros (acercamientos al campo literario en Zacatecas) (2008), del narrador Alejandro García; así como a la introducción de 23 muchachos sobre el mar de los feacios, del poeta Juan José Macías. Un tercer libro retoma el tema, La literatura zacatecana en el siglo XXI. Acercamiento a la tradición de obras y autores representativos (2014), de Citlaly Aguilar Sánchez. No obstante, parte de la información que ahí se consigna es errónea. En específico, se dice que Juan Gerardo Aguilar y Maritza Buendía pertenecieron al taller de Macías, afirmación que es falsa.

5 Para el interesado en consultar información relativa a la fundación de la Escuela de Humanidades, remito a la tesina de licenciatura en Letras de Erika Flores, De memorias y otros chismes. Asedio al concepto de humanismo en diez ensayos de Benjamín Morquecho Guerrero (2016). Zacatecas: Universidad Autónoma de Zacatecas.

6 De 1992 a 2012, el doctor Víctor Chávez imparte un taller de creación literaria en el itesm campus Zacatecas. El narrador David Ojeda funda el Taller de Crítica y Creación Literaria de la Universidad, mismo que pasa a Gonzalo Lizardo y, alrededor de 1993, al poeta Juan José Macías. Entre 2001 y 2002, el narrador Alberto Huerta da inicio a otro taller literario dentro de la Universidad, mismo que concluye en 2015. El Taller de Ensayo y Escritura Creativa a cargo del ensayista Sigifredo Esquivel Marín inicia en 2002 en la Casa de Cultura Jurídica, se mueve al Instituto Zacatecano y, desde hace más de cinco años, pertenece a la Unidad Académica de Docencia Superior. Entre 2015 y 2016, el doctor Alberto Ortiz imparte un Taller de Creación Literaria, registrado en Vinculación, que enseguida se integra a la Escuela de Verano de la Universidad. Como retribución social por el apoyo PECDAZ, en 2018, el narrador Ricardo Wong imparte un breve taller literario en la licenciatura en Letras tanto en Zacatecas como en Jerez. Por su parte, el escritor Óscar Édgar López también busca llevar a cabo un taller literario en la licenciatura en Letras, sin éxito; en 2006 y 2007 continúa con un Taller para la Preparatoria semiescolarizada, en 2012 con un Taller en el Centro Social BAM, en 2015 con el Colectivo el Tren. Para 2018 recorre siete municipios de Zacatecas, impartiendo talleres de creación literaria y de cartonera, apoyado por el investigador Patrik O’Hare (University of Surrey) <http://cartonera publishing.com/about-the-project/patrick-o-hare/>. De más reciente creación es el taller de la Casa Municipal de Cultura de Zacatecas, de Adrián Lobo del Real, cuya dinámica se centra en contar con diferentes coordinadores para cada sesión.
  Dentro de los talleres tutelados por escritores de manera independiente, desde 2003 se encuentra el del poeta y narrador Mauricio Moncada. Desde hace tres años inicia el Laboratorio Literario Daniel Sada, del narrador Bernardo Araujo, y en 2018 el Colectivo Líneas Negras, dirigido por mujeres. Igualmente, el poeta Alberto Avendaño ha presidido algunos talleres.




Maritza M. Buendía (Zacatecas, 1974). Doctora en Humanidades (Literatura) por la UAM-Iztapalapa. Es autora de la novela Jugaré contigo (Alfaguara, 2018). Obtuvo el Premio Nacional de Cuento “Julio Torri” con En el jardín de los cautivos (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2005), el Premio Bellas Artes de Ensayo Literario “José Revueltas” con Poética del voyeur, poética del amor. Juan García Ponce e Inés Arredondo (UAM/Conaculta 2013) y el Premio Nacional de Literatura “Gilberto Owen” con Tangos para Barbie y Ken (Textofilia/Instituto Zacatecano de Cultura, 2016). Fue becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA y formó parte de la primera generación de la Fundación para las Letras Mexicanas. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Investigadores e imparte clases en la licenciatura en Letras y en la maestría en Literatura Hispanoamericana, ambas de la Universidad Autónoma de Zacatecas.