CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA FÓSFORO / No. 191


 

Memento homo, quia pulvi es…



Paola Sofía Serrano Bravo

PREMIO CATEGORÍA BACHILLERATO
 

El regreso del muerto
Dirección: Gustavo Gamou
México, 2014


11-fosforo-serrano.jpg ¿Cómo morir cuando se ha muerto mil veces? ¿Una muerte más? Rosendo ha muerto cada día porque el olvido, la soledad, la discriminación, la pobreza y la inequidad son muertes más lentas y dolorosas que el simple final de la existencia vital.

En el marco de un centro de rehabilitación de adicciones en Tijuana se desarrolla una trama cruda pero que se narra de manera acertada. Es un relato provocativo, brutal y de indudable actualidad que nos conduce a reflexionar sobre la historia de los que no tienen historia; el día a día de la gente que vive en la inopia no sólo económica, sino también espiritual y de profundas soledades; de emergentes y extrañas, y tal vez por ello más hondas y auténticas, confluencias escenificadas en un paupérrimo espacio de miseria y abandono.

La cámara parece un ser cercano a Rosendo, es un testigo mudo pero elocuente. Participante a la vez que leal escucha, recibe sus más profundas confidencias y miedos sobre su vida pasada, sobre el remordimiento que lo carcome por dentro como ácido y las cuentas que siente que no ha saldado.

La película está plagada de símbolos: el mar es el principio, el fin, es dios y, por eso mismo, también el depósito de las almas. El cielo marca espacios de ausencia y las siluetas son los seres que se van perdiendo.

El filme muestra escenarios duros, de vidas ásperas y desesperanzadas que desembocan en situaciones como las de Rosendo y el Abuelisto, quienes comparten el cuarto en el centro de rehabilitación y establecen una estrecha amistad. En sus conversaciones se nota que han visto la crueldad humana directo a los ojos, incluso la han perpetrado a lo largo de su vida: delinquieron para sobrevivir. Ambos hablan, uno del secuestro y la incineración que llevó a cabo, y el otro de su temporada como traficante de marihuana a gran escala. Es de destacar que cada uno lo habla por su lado; es la cámara con tomas sombrías, a veces desenfocadas, en espacios deprimentes, casi lúgubres, un taciturno espectador, un confidente que acompaña a los personajes.

Las tomas cerradas en espacios sórdidos retratan, más que fielmente, los gestos, la angustia, el coraje e involucran al público en un mundo nada benévolo, lleno de rudeza pero en el que, a veces, cabe la compasión y hasta la lealtad.

Rosendo es acosado por monstruitos peludos y verdes, demonios que lo mortifican… Vive atormentado, le sobrevienen pesadillas y llantos inconscientes. Se proyecta en oníricas manifestaciones una vida de malas acciones, delitos, la poca atención de su familia y el repudio de ésta, pero también recuerda con profundo dolor la ausencia de sus propios hijos, que no ha visto desde muchos lustros atrás; le lacera la muerte violenta de uno de ellos que, según afirma, lo sumió en el alcoholismo.

12-fosforo-serrano.jpg A cada momento, a ambos los persiguen los fantasmas del pasado, pero también de un presente que no saben cómo dirigir; se sienten como niños, sin rumbo, y esbozan apenas su historia entretejida en tenues hilos de narración, en la que de pronto dejan ver las culpas y las vidas que deben —Rosendo lo dice claro—: les preocupa que su propio momento de morir llegue pronto. Hablan, con el sonido de las olas de fondo, de dónde van a quedar sus cuerpos cuando fallezcan, quién morirá primero.

Constantes episodios etílicos proyectan un Rosendo cada vez distinto: el seductor, el conquistador, el valiente… Todo ello en vanos intentos de regenerarse, de dejar el alcohol, de encontrar trabajo. Pero se manifiesta una vez más su calidad de desheredado, de marginado, y lamenta su baja escolaridad. Pese a ello, gasta dinero —cuya procedencia no queda establecida— en alcohol y visitas a bares de mala muerte.

El Abuelisto, por otro lado, antes de su fatal caída, se dirige hacia el mar y desea ir allí al morir; posteriormente una ola engulle sus restos, pero también las ofrendas de los vivos. Desvanece el recuerdo.

La Biblia suele estar presente en los momentos de reivindicación y caída, cuando Rosendo trata de reformarse y cuando los nuevos y musicales compañeros de cuarto fabrican un cigarro de marihuana con una de las hojas.

La llegada de una anciana al albergue marca un vuelco en la historia, y muestra con más fuerza los distintos rostros de Rosendo: oscila entre la ternura y la violencia física, pasa de un canto fraternal a algo que parece un romance con tintes edípicos. Carece por completo de empatía y paciencia hacia los jóvenes que se convierten en sus nuevos compañeros de cuarto, pero se comporta como niño con su nueva amistad. Es un hombre lleno de contrastes, de facetas, casi todas negativas, pero la película no deja de lado que se trata simplemente de un ser humano.

Rosendo es una mera sombra frente a su propio sepulcro. ¿Quién está dentro de la tumba?

…et in pulverem reverteris.


Paola Sofía Serrano Bravo (Ciudad de México, 1997). Alumna de la ENP 6 “Antonio Caso”, UNAM. Ha participado en proyectos de investigación en el centro de Veracruz. Ha publicado crónica y poesía en diversas revistas y libros colectivos.