No. 161/EL RESEÑARIO

 
La rosa del pueblo



Aurelio Meza




Aurelio Meza
La rosa del pueblo
Carlos Drummond de Andrade
México, UAM-Xochimilco, 2009
 




 

Para la literatura brasileña, el modernismo portada-rosa.jpgsignificó una ruptura abierta (y en ocasiones abrupta) con el lenguaje poético percibido como acartonado, solemne y anticuado. Movimientos como el ultraísmo y el estridentismo sacudieron las escenas literarias de algunas ciudades latinoamericanas y representaron un parteaguas en la historia literaria de la zona y en la manera de escribir. Carlos Drummond de Andrade es uno de los representantes más grandes de la poesía brasileña moderna. En La rosa del pueblo podemos apreciarlo como un hombre pleno de vida y experiencia, a punto de dominar un lenguaje que, aunque sencillo en apariencia, esconde una sabiduría y una visión profundas.

Durante el tiempo en que Drummond escribió La rosa del pueblo, publicado en 1945 pero comenzado en 1943, Europa estaba inmersa en la Segunda Guerra Mundial y muchas incertidumbres poblaban el ambiente. Éste puede ser considerado su primer libro de madurez; en él, la voz del poeta es potente y de largo aliento, el crecimiento no trae decaimiento, sino maravillosas revelaciones:
 
Edad madura con ojos, recetas y pies, ella me invade
con su marea de ciencias ya superadas.
Puedo despreciar o querer a los institutos, a las leyendas,
descubrí en la piel ciertas señales que hace veinte años no veía.
Ellas indican el camino, aunque también se acobarden
ante tanta claridad robada al tiempo.
Pero sigo, cada vez menos solitario,
por calles extremadamente dispersas,
transito en el campo del hombre o de la máquina que rueda,
aborrezco tanta riqueza, la juego toda a un número de la casa,
y gano.

En esta edición íntegra del poemario, traducida por Miguel Ángel Flores, podemos presenciar las diversas facetas temáticas que conformaban hasta entonces la obra poética de Drummond: la poesía política o comprometida en “Nuestro tiempo” y “Una hora y otra más”; historias sobre vidas cotidianas como “Caso del vestido”, “Muerte del lechero” o “Muerte en el avión”; la guerra, Rusia asediada y la resistencia contra las fuerzas alemanas, con una mezcla de temor y esperanza que nublaba el futuro, en “Carta a Stalingrado”, “Visión 1944” o “Con el ruso en Berlín”; poemas sobre otros poetas o artistas como “Mario de Andrade desciende a los infiernos” y “Canto al hombre del pueblo Charles Chaplin”; el ensalzamiento de lo cotidiano o lo mundano en “La flor y la náusea” o “Noche en la oficina”, que más que un poema es una especie de guión teatral en verso:
 
EL TELÉFONO:
¿Amor?
A través de mí los cuerpos se aman,
algunos se hablan en silencio […]

LA POLILLA:
¡Echar novio a la hora del expediente!

EL OFICIAL ADMINISTRATIVO:
No resuelve. Nada resuelve.
¿El mismo amor resolverá? […]

LA PALOMA:
Papel, hombre, animales, cosas, callaos.
Traigo una palabra casi de amor, palabra de perdón.
[…] Que cada cosa sea una cosa bella

EL PAPEL, LA ASPIRADORA, LOS LEGAJOS, LA PUERTA, LOS PEDAZOS DE BOTELLA
¿Una cosa bella…? […]

LA POLILLA
Necesitaré adaptarme…

La rosa del pueblo
abre con un par de poemas cuyo tema es la poesía misma y fungen como una suerte de ars poetica; en “Consideración del poema”, Drummond dice:
 
[…] Los temas pasan,
sé que pasarán, pero tú resistes,
y creces como fuego, como casa,
como rocío entre dedos,
que reposan en la yerba.
[…] Como un cuchillo,
el pueblo, mi poema, te atraviesa.

En “Búsqueda de la poesía” aconseja cómo hacer versos más acordes con el mundo moderno:
 
Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allá están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, pero no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
[…] No obligues al poema a desprenderse del limbo.
No recojas del suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concentrada
en el espacio.

Y aunque en el primer verso de este poema sugiere no hacer “versos sobre acontecimientos”, más adelante en el poemario nos encontramos con un tono distinto al visto hasta ahora:
 
Despierto para la muerte.
Me afeito, me visto, me calzo.
Es mi último día: un día
ajeno a cualquier presentimiento.
Todo funciona como siempre.
Salgo a la calle. Voy a morir.

Al parecer, hablar de “acontecimientos” sería en Drummond referirse a la Historia con mayúscula, mientras que en sus poemas sobre personas ordinarias se percibe un tono de denuncia y glorificación de la clase trabajadora; no podemos olvidar que Drummond hacía poesía comprometida, y que en el poema que cierra, “Nuestro tiempo”, se percibe la lectura de Marx matizada por la ingenuidad de Pound en el tema:
 
El poeta
declina toda responsabilidad
de la marcha del mundo capitalista
y con sus palabras, intuiciones, símbolos y otras armas
promete ayuda
para destruirlo
como una cantera, una jungla,
un gusano.

La poesía de Drummond podría ejemplificarse magníficamente con la imagen de la flor en medio de la ciudad de “La flor y la náusea”. Luego de preguntarse: “¿Debo seguir hasta la náusea? / ¿Puedo, sin armas, rebelarme?”, el poeta encuentra una flor y el descubrimiento lo deslumbra:
 
Pasen de largo, tranvías, autobuses, río de acero del tráfico.
Una flor todavía sin color
engaña a la policía, rompe el asfalto.
[…] Su nombre no está en los libros.
Es fea. Pero es realmente una flor.

De manera similar, la poesía de Drummond, bajo el disfraz de la humildad, busca encontrar poesía en lo que todos encuentran ordinario, como los objetos de oficina, el anochecer de la ciudad, o la “Muerte del lechero”:
 
De la botella hecha pedazos,
sobre el ladrillo ya sereno
escurre una cosa espesa
que es leche, sangre… no sé.
Por entre los objetos confusos,
apenas redimidos en la noche,
dos colores se buscan,
suavemente se tocan,
formando un tercer tono
al que llamamos aurora.

Muchos poemas están relacionados entre sí y promueven la relectura del libro, quizá no en su totalidad, pues si bien, como dice Flores, “no es éste el libro más emblemático de la obra drummondiana”, tiene muchos momentos de iluminación. Es, en cambio, el libro más voluminoso de Drummond, con 55 poemas, y demuestra la prolijidad que comenzaría en su época madura; es curioso notar cómo en cada década aumenta el número de poemarios.

La influencia que figuras primordiales de la vanguardia brasileña de los años treinta, como Manuel Bandeira y el propio Mario de Andrade, tuvieron sobre Drummond en los años previos a la publicación de su primer libro, Alguma poesia (y que está simbólicamente marcado por la Semana de Arte Moderno de 1922, en la que participó), se ve más cristalizada en este poemario que en los anteriores: la liberación de la palabra, la “popularización” de la poesía al hacerla accesible a todo el mundo (a través de un lenguaje simple pero altamente modelado), la poesía también como espacio de reflexión social, coyuntural y personal, etcétera. Sus amistades literarias modificaron tanto sus orientaciones como su propio estilo, casi siempre directo y sencillo aunque en ocasiones descuidado y hasta, como extraña ironía, tendiente a la verborrea.

La labor de Miguel Ángel Flores como traductor de poesía lusófona ha sido importantísima durante los últimos años; no sólo le debemos la traducción de gran parte de la obra de Fernando Pessoa (desde los heterónimos hasta ensayos, cuentos, aforismos, etcétera.), publicada por Verdehalago y la UAM-Iztapalapa, sino también una antología panorámica de la poesía portuguesa del siglo xx, y si bien ha traducido también poesía del checo, la presente edición significa una aportación especialmente valiosa para el continente americano, pues la traducción acerca culturas y tradiciones mejor que cualquier contrato político o institucional.

En espera de que más poesía brasileña esté disponible en ediciones no abreviadas, podemos mientras tanto disfrutar de una voz singular, fundadora de la modernidad literaria brasileña.



Aurelio Meza (Ciudad de México, 1985). Ha trabajado en diversas instituciones educativas y culturales como el IPN, el FCE, la UAM-Iztapalapa y la UNAM. Ha publicado poemas, ensayos y reseñas en revistas literarias como La cabeza del moro (Zacatecas), Al pie de la letra (Mérida) y Punto en línea. Obtuvo una mención en el concurso 39 de la revista Punto de partida en la categoría de ensayo.