No. 160/13 POETAS ECUATORIANOS


 

foto-gil.jpgPedro Gil
Manta, 1971

 

 



Poética

¿Qué es la poesía? “Es una hembra que me ha dado hijos, me ha presentado buenos amigos y me ha dado de comer y beber gratis, porque con el pretexto de ser poeta, eso es lo que he hecho.” Ésa fue la respuesta que le di hace unos nueve años más o menos al Conde Martillo, en una entrevista para un diario nacional, que luego fue censurada por motivos que desconozco. Ahora, hablando con honestidad, no podría decir lo mismo, porque mi visión de la vida ya no es la misma. Sería interminable la lista de grandes poetas que han definido la poesía, porque cada uno lo ha hecho a partir de su temperamento, de sus vivencias. He ahí que alguno le ha dado un concepto enfermizo y otro un concepto vital. A propósito, alguien cuyo nombre no recuerdo decía que escribir es una maldición, pero que es una maldición que salva. Yo no comparto ese criterio, ¿sabes por qué? Porque para mí ha sido una bendición, porque me ha hamacado de los abismos, entonces llego a la conclusión de que la poesía es una buena mujer, porque sabemos que las malas mujeres te llevan a los placeres y los placeres terminan en la perdición total y ya estuve perdido durante muchos años.

Soy un poeta que se ha hecho a sí mismo, mientras los otros iban a escuchar clases en la Católica, yo escuchaba historias de asesinos, pero escribía, le daba duro a la máquina. La poesía es la más hermosa de las mujeres que, con su caminar elegante, tiene que salir ilesa y bella de los callejones del infierno. La poesía es una mujer, y si la que escribe poesía es una mujer, no es que sea lesbiana, sino que allá entre mujeres se han de comprender.

La poesía es una mujer llena de bendiciones; la poesía, como el amor, salva. A mí me salvó, lo dije en la locura y lo confirmo en la abundancia de mi sano juicio.




Diecisiete puñaladas no son nada
 

A Bahieh, Tuti y Omid

La pena de morir así no vale la pena
Octavio Paz



Mi hermana muerta
Susurra una canción de cuna en el hospital
No te toca no es tu hora
Reposa ñaño
Rebeldía en los ojos
Sometimiento al latir del corazón.

Allá no se haga tu voluntad
Amiga de parias
Sólo tu sufrimiento es perfecto
Perfecto el desangrar de la tarde
Lavado por una lluvia
Tan melancólica
Tan llorosa
Como la niñez perdida en un cementerio
De vivos en un pozo séptico de sacrificios
Pero tu miseria fue de lujo ñaño
Libros peleas ganadas a la humillación
Triunfaste
17 puñaladas no son nada.

El alma está lista para más
Miseria de lujo
El cerebro intacto, la bondad intacta
Esas blancas enfermeras bondadosas sonrientes
Esa mulata evitándote el desmayo definitivo
No cruces el puente
Eres demasiado bello
Por eso sigue buscando
La belleza no está entre nosotros
Los voluntarios fallecidos
Busca, busca
Sigue buscando ñaño que cuando estés
Listo La Muerte me ha dado la orden
De no dejarte inundar con sollozos.

Ruiseñor sin risa
Reposa, resposa mi hermano no te toca
17 puñaladas no son nada.

No puedo conceder tu petición
De fallecimiento,
No puedo
Susurra mi hermana muerta
Mientras cobija mi sueño
           Cobija mi agonía.

De Soledumbre, Mar Abierto, 2009





Yo me pasé fumando la noche entera

Llego a casa sudando sacrificios
penetro a mi mujer,
dulce mujer,
persiste mi farmacodependencia
a su abnegada vagina
la hago gemir cariños (también sacrificios).

A menudo ella le comenta
a un Señor de Barbas Blancas
que no está conforme con su suerte,
esa pena suya
no tiene importancia
porque somos marido y mujer
hasta que los cuernos
de la incomprensión nos separen.

Mentí:
Llego a casa amanecido,
pidiendo un frío chaulafán de perversidades,
pero esta vez el amor no entró por la cocina.

Yo me pasé fumando la noche entera,
me recogieron treinta cigarrillos
que se hicieron ceniza
junto a la mañana.

Como han confiscado
mis pertenencias
empeñé mis huesos a los usurpureros.

Lo que ignora la mecánica: una porción del mundo celebra un bolero,
otra porción
baila como cucaracha elegante
(porque nadie es puro a las doce y media a.m.)

Mis amigos pagan mi bebida
ellos entienden que estamos perdidos en la tierra
por eso son presuntos autores de mi religiosa vagancia.

Esto se vuelve desconcertante
como un negro tocando saxofón en la penitenciaría
(no seas quejumbroso:
te dan la libertad de escoger la prisión que te guste).

Desconcertante, como la mirada de un burro.

Yo me pasé fumando la noche entera, la luna estaba llena y no quiso cenar

Penetro a mi mujer, dulce mujer y luego de esquivar puñaladas
hambrientas y mezquinas quedo totalmente asombrado de estar vivo.

De Delirium tremens, Eskeletra, 1993






El amor se aprende

desde
que despertamos
juntos
aprendí
que no
todas
las soledades
son
perpetuas

De Sano juicio, Archivo histórico del Guayas, 2003


Pedro Gil (Manta, 1971). Ha publicado los poemarios Paren la guerra que yo no juego (1989), Delirium tremens (1993), Con unas arrugas en la sangre (1997), He llevado una vida feliz —antología poética que incluye Los poetas duros no lloran— (2001) y Sano juicio (2003). Su obra poética consta en varias antologías ecuatorianas y latinoamericanas. Coordina el taller literario de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí.