No. 159/EL ALUD PÚRPURA/MESA 5


 

Santiago Matías



Algarroba

 

Era más que el ojo la boca…
Olvido García Valdés


El entremés        entre los ojos entre las parvas
                                                                        ese río 
                        donde se apilan 
                        el diamante y su ayuno 

                        nada cauteriza
como tus ocho brazos en el fondo de La Perla

Segundo tiempo   no hubo un primero ni también un tan poco
                        adivino el festín sin tener apetito

                        con cuál gesto marido esta perdiz

                        dime 
                        ¿chardonnay o cerezas negras?

Casi                   la cuchillería y el gallo 

                        un disfraz de vidrio donde se juntan las nieves

Cúrcuma            ¿te has preguntado
                        cómo sabría esta vocal sin acento?





EL AZORO DE TUS CRÍAS
, esas partículas donde mi padre se apoya y desmantela, pasa y se exhibe, dura como el brillo de los rayos que barren su camino: una historia de huesos, un largo paseo que se guarda bajo las uñas. Se entiende: la vibración era tu cráneo, un fantasma llamado bosque en la orilla de una calle blanca. Padre. El brillo de tu osamenta, el feto que fui como una frase oída, sin fecha de nacimiento, sin longitud de onda. Pero ya no. Es tu voz la que corrige la niebla y el tímpano, el aire y su desenfreno, este nudo de intemperie donde tus párpados se irán borrando, semiabiertos, entre el balbuceo y la carroña.




DIGO EN MÍ LO OBVIO, lo que te rodea y trama con su música de nervios. Esa palabra digo, respirable, como letanía o límite, como no desear otra cosa en mi cuerpo que un sistema colapsado, mínimo sobre la alfombra de las interrogaciones. Así sucede. Deletreo esas formas y su uso viudo. Algo amarillea y estoy dentro, comprimido en la ponzoña que deshoja sus contornos. Esa palabra. Un sistema de letras en movimiento. Un conjunto negro de pastizales: apetito de la lluvia venidera. ¿Y las sílabas? Esos pliegues blancos de lo que se calla. Esa orilla donde ensayo tu hoyo de sangre. Se repite. Tu hoyo de sangre entrelineado. Tu hoyo retentivo. Tu hoyo. No tu sangre.

 


Santiago Matías (Ciudad de México, 1976). Estudió Artes Plásticas en la Academia de San Carlos y Letras Hispánicas en la UNAM. Ha obtenido los premios de poesía Gilberto Owen y Punto de partida, entre otros. Parte de su obra aparece en antologías como Anuario de poesía del FCE y Un orbe más ancho, poesía joven de México (UNAM, 2005). Becario del Fonca en la categoría de Jóvenes Creadores en 2007-2008 y 2009-2010. Desde 2003 dirige el sello editorial Bonobos.