No. 155/DIEZ POETAS DE TABASCO 

 

graniel.jpg Pablo A. Graniel
Comalcalco, 1983

 


Poética


A manera de poética


A Carlos y Paulina

Hay un lugar donde el lenguaje es breve
todo se llama Dios, sol o lluvia

Un lugar donde la memoria se olvida a sí misma

Allí alzaremos una casa
para poblarla de silencio




Sangre tan viva

Al abrir los ojos recordé la muerte

Ella acechaba el refugio
transparencia de mi madre

—La muerte habita la memoria blanca
Y en la transparencia están los restos del naufragio

*

Reconocer las palabras que me nombraron
Y renovarlas con un minuto blanco de silencio
Y volver hacia donde ya no queda nada

—¿Volver?
—Lo frío del recuerdo quemaría tus pasos

*

Y vuelven tus pechos
A posarse en la cima de mis manos

—Tu cuerpo me servirá
para atravesar el tiempo

En la noche oscura ascenderé a él
hasta caer derrotado

—En la húmeda cima de tu cuerpo
deja de respirar la muerte

*

¿Por qué cometiste ese error, Caín?
¿por qué no acabaste
con los demás de una vez por todas?

*

Pronto brotará la voz
que en medio del hastío
salvará mi muerte

—La sangre del suicida
Canta al amanecer

Su canto es un coágulo
Que resplandece mientras dura el desastre

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*

El sol más hermoso germina sólo
En la memoria del suicida

Ni todos los soles ni todos los cantos
ni las aves o los ángeles verán jamás brotar
sangre tan viva en mitad de la muerte

*

El desastre es el lugar de la oración

derrumbemos las cúpulas vacías
para mirar el cielo

—Lo que se ha salvado del destrozo
no vale la pena

—Hay que caer de rodillas
y arrastrarse a la salvación

*

Qué decir cuando se ha acabado el canto
pero hay tantas voces por nombrar
y tanto camino por delante

—Tantas manos desgarrando nuevamente
el cráneo maduro del insomnio
y esta mi sangre que vuela
desde la herida para habitar mi garganta

Ten piedad de aquel herido
que se ha quedado sin palabras

*

No vuelve su cara el espejo
su cínico envés delata mi ausencia

Todo es más fácil en la sencillez
no es necesario trastornar el infinito

Aun al final mirando atrás
hasta no encontrarme con mi rostro

*

No bastará con destruir los lugares que habitamos
con quebrar los engranes del tiempo
quedaría aún el viento flotando,
con todas sus respuestas ocultas,
llenas de dioses e invisibles geometrías

Si bastara algo más,
no quedaría otra cosa
que acabar con nosotros en silencio

*

En ese ir y venir en uno mismo
cuando la noche oculta
las cosechas o las desnuda
es hora de mirar el rostro
que nos amordaza al despertar

Víbora que muda nuestra piel
cuando callamos

Seremos uno al recordar
uno que habitó el olvido

*

Lo siento, no pediré perdón

No debí acariciarle a Dios el rostro
con manos que no eran mías

Es cierto, no hay nada más allá
de lo que no nos pertenece

Sólo el amor hace visible
lo que la muerte vuelve transparente 

De Herida blanca

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Pablo A. Graniel. Integrante del taller literario del Instituto Tecnológico Superior de Comalcalco. Ha sido becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Tabasco en dos ocasiones. Sus poemas y traducciones han aparecido en diversos medios especializados. Ha publicado Primer aviso (Monte Carmelo, 2000), Oscura confidencia (Monte Carmelo, 2004) y Una herida blanca (Monte Carmelo, 2007). Ganó los primeros Juegos Florales de Villahermosa en 2004 y el Premio Latinoamericano de Poesía Benemérito de América en la categoría estudiantil en 2005.

 

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