No. 153/SIETE POETAS DEL CONO SUR

 
Elizabeth Strides


María Eugenia López



soy yo el que escudriña los riñones y el corazón
y os daré a cada uno según sus obras.

Apocalipsis 2, 23


Long Liz parece pequeña cuando está en la calle. Tiene la cara caliente y las manitas frías. Cuando está en la vereda la gente ve salir la sangre del cuerpo. Es un río bordó abriéndose paso entre los adoquines.



A la mujer se le sale el Támesis por la garganta. Brotan dos niños de un naufragio de hace diez años. Las ropitas mojadas con tanto alcohol que arden. Dos pequeños llenos de peces buscando el vientre chorrean desde el cuello y se abren paso entre los adoquines.



Aidós y Némesis quieren trufas pero mamá les da queso y papas. Beben agua todo el tiempo. Nada les quita la sed. Como peces de agua dulce en el mar. Como niños de agua salada en el río. Volviendo a la madre todo el tiempo, buscando algo que les moje los labios.



Tienen flores en los dientes y los ojitos brillantes y se toman de las manos para nadar más rápido. Mamá los sigue de lejos y grita sus nombres. De su boca salen burbujas y remolinos de agua. Los niñitos ríen y se les caen las flores. Como algas que se hunden, como algas. Como estrellitas muertas.



Pantanos para Némesis y Aidós. Primero asoman las cabezas, los hombros, las guitarritas de plástico. Las espaldas flotan y se hunden, las narices salen a buscar aire. Cuando suenan las trompetas el pantano es un río bordó en el empedrado.



El aire contiene el líquido para que no desborde. La mitad de la sangre en el cuerpo, la mitad la absorbe la tierra. Nace un gajo de manzano, verde, florecido, y pare una esfera de vidrio. Como una pecera.



Long Liz lleva un pañuelo de seda que la mantiene caliente mientras se  desangra. A nadie sonríe porque no tiene dientes es la parte izquierda. Si  le vas a sacar la vida no le saques el calor. Y dale belleza.



Tiene los zapatos sucios en el medio del camino y las manos con barro  en medio de la vereda. En la calle Berne hay unos anillos y unos peniques  tirados. Los caballos del carro pisan todo. Hasta las señoritas que yacen muertas.

 



María Eugenia López (La Plata, Argentina, 1977). Es estudiante de Letras. Dirige la colección de poesía joven “chicas de bolsillo” de la Editorial de la Universidad Nacional de La Plata y codirige Espacio qu (espacio queer). Ha publicado Bonkei (2004) y próximamente aparecerá Arena. Forma parte de las antologías Felicidades también (18 poetas) (2005) y 18 poetas latinoamericanos (2006). Su trabajo aparece en varias revistas latinoamericanas, además de algunos sitios web. Poemas suyos han sido traducidos al portugués y al catalán. Fue seleccionada por los poetas Daniel García Helder y Diana Bellessi para participar en sus talleres de clínica literaria (2003 y 2004, respectivamente). Ha impartido talleres de literatura en la Unidad Penitenciaria N. 18 de La Plata. Ganó el primer premio del concurso de poesía Joaquín V. González de la Universidad Nacional de La Plata, en 2007.