No. 117/POESÍA


 
Urdicarne (fragmentos)


Pável Pérez Brito
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES, UNAM


I

Quiero guardar en tu boca
el silencio del silencio
silenciosamente.
Quiero verte venir:
ola, vampira, abrevadera;
en la sepultura órea que
te construyó mi aliento,
bruma, perdición, estrella.
hacia el ecuador inerve
que divide mi planeta.
Quiero oírte dormida, errada.
navaja por navaja;
cable por cable;
tus ojos sin adentros.
tú, morir empececido;
yo pez impedimento,
escualo arlequinófago,
arlequín de los miedos.
Luciérnaga. Luciénaga. Luhiénaga.
se aproxima un tormentaje,
a la orilla de tu falangestación,
hiberno.



II

En ti convergen los gnomos
y sus eternos mirares.
la huella busca su rastro
bajo una niebla implacable.
un cuervo embriagado anida
en el cráneo de un cadáver.
Por ti, el mago trajo consigo
sus instrumentos de tortura
a este feroz silencio;
que nos mantiene a la expectativa
como un golpe de artillería.
Para ti están tocando mis venas
este can-can de guadañas,
espeja viva que naces entre presagios.
Hacia ti me dirijo,
como un verso-cometa
al oscurecer la palabra.
tenga Dios piedad de ti,
pues voy a cortarte,
pedazo a pedazo
la luna y el alma.



Sueño del hombre lobo

Yo sueño malabares, falanges, insomnios.
Espadas, sótanos, lepras.
Sueño con agujas para tejer corazones,
con palacios adentro de mandrágoras.

Cuando duermo de cabeza.
sueño con ventiladores de carne y hueso
y cementerios de vientos errantes.
Sueño zapatos que cargan portafolios
en sus agujetas derechas,
y pies calzados con pigmeos o torsos.
Sueño sombrillas atrapadas entre telarañas.

Sueño con ciudades de hojalata, ciudades saxofón,
ciudades con edificios de plástico.
Sueño saltimbanquis en vez de cadáveres,
muñecas en vez de tormentas,
y dientes en vez de moscas.
Finalmente sueño con una bestia que está acostada en su cama.
Luego suena el despertador y tengo que comérmelo para seguir soñando.



Autorretrato

Soy un ser hecho con monstruos verdes y amarillos.
En mis pupilas rabia
un lagarto con cuerpo de tarántula.
Por eso mis ojos no son para verte mejor,
sino para calcular los ingredientes
de un picadillo de doncella.
Soy un ser con una voz
que aúlla, croa y se lamenta.
También canta serenatas a la muerte
por las noches de dulces masacres
donde la Bella Durmiente se suicida
en su jardín de rosas,
y Blancanieves es enterrada viva
por siete enanos dementes.
Soy un ser lleno de incisivos.
Puedo morder un cadáver a diez metros de distancia.
Y puedo devorarte en orden alfabético:
Arterias, bronquios, cerebro, corazón, costillas,
Dedos, espalda, fémur, glúteos, hígado, huesos,
Ingle, labios, lengua, manos, muslos, nuca, nudillos,
Ojos, orejas, pezones, pies, pómulos,
Pulmones, riñones, rodillas, sangre, sexo, tórax,
Tuétano, uñas, vesícula, yugular, zapatos.
Soy un ser encadenado al horror.
En mi carne hay larvas,
bestias de todos tamaños,
aparatos digestivos.
Sólo un ejército de gusanos implora mi amor.
Sólo una mujer llorará mi muerte,
y lo hará lanzando una cabeza de res a mi féretro.



V

Blancamarillece
cual si fuere violetargo
el verdeseo.
En este enrojecer electroazul
de viento cansado,
de vientre treviño.

Tra-tre-tri-tro-truco:
desaparición espontánea
de todas las soledades.

Dru-dro-dri-dre-dragón:
elástico hasta el infinito.
Con sus escamas de goma de mascar
y su lengua de nebulosas.

¡Oh ángel! ¿Cuántas veces has admirado
el bulevar por la noche?
Se ve mejor a través de tus ojos.
Caleidoscópicos. Infernitípicos. Eternicósmicos.
Irridinecesarios,
como dos delfines que se clavan en el arco iris.