No. 118/POESÍA 


 

Fulgor del mal (fragmentos) 



Pedro Asencio
ESCUELA NORMAL SUPERIOR DE MÉXICO

 

 

Nocturno

Necesito la noche entera.

Abandonado todo en el más hondo de los silencios,
en el hueco de lo infinito.
en la oscuridad callada donde reposa sus manos el viento.

asencio-pedro01.jpgNo hay nadie. No.
Nada de aquí le pertenece a nadie.

Infiel a todo en mi propio camino,
en mi propio dolor.

Pero necesito de toda la noche para sentirme así:
desvalido,
seducido por la tierra húmeda,
desheredado y roto, solo y perdido.

Inerme en el profundo silencio de la noche que va dando densa poesía
como río a través del cielo.

Puedo navegar, dejar huir los ojos,
salir de mí,
ser la inocencia degollada.

Puedo, ahora que escribo sobre algodón silencioso
y en lo más profundo del olvido.

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Diatriba

A mi país nunca lo querré con estos ojos míos,
nacidos de pobreza,
entre familias ciegas,
mala raíz.

Sólo es el sitio donde esperar la muerte.
Débil país sin tallo.
Soportando el peso de tanta miseria que arde.

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—Imperio de la poesía eficaz y ligera
que une la idea con las cosas del aire,
que disciplina el arte y los nombres—.

Creía que México era de una sola historia
y maíz prieto nutriendo sus mares y su cielo.
Pero ama poco,
esconde en todas partes la muerte y es sangre
y nada más que carne.

País que confunde los rostros,
que ensucia cualquier sustancia,
patrón de horrible voz que grita las peores palabras
y crea las esencias más efímeras,
invadido por tiranos yanquis y economistas de mierda.

Estoy condenado a ser de tu raíz,
de los que miran sin esperanza,
de los que son ceniza que ríe,
sólo para esperar la muerte que matas.



Humedad y tristeza


Humedad y tristeza.
Recintos finales de cualquier espacio.
Vidas truncas a mitad de un país desplomado.
Ríos sucios, inútiles,
varados.

Estamos tocados de un nervio eléctrico y oscuro.
Mexicanos sin rostro,
hostiles, desolados.

País de silencios y guerreros malheridos.
Tan ausentes unos de otros.
Hablantes de misterio —fornicadores de noche—
contando historias llenas de sangre y reptiles.
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El pasado nos acusa: para qué seguir punzando
el último nervio oscuro y destructor de los secretos,
destructor de la belleza y del saludo sin ecos.

Se derrumba la mentira de la madre Tonantzin Guadalupe
y sus pies apenas la sostienen sobre los musgos y la ruina.

Olor a humedad y lluvia que nos esperan escondidos
en los rincones del aire y la pobreza.
Dolor de no encontrarnos,
solos sin remedio,
dimensión extraña frente a nosotros.
Mexicanos hechos de angustia y sudor fúnebre.
País de justicia desierta y palabras flotando.

 

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Grabados de José Pool Ojeda, ENAP