No. 122/EL RESEÑARIO

 
Lotería del deseo: novela de amor, desenfreno erótico y alegato contra la evolución tardía 


Rodrigo Martínez





Eugenio Aguirre
Lotería del deseo
Alfaguara, México, 2003, 273 pp. 


loteria-del-deseo.jpgLotería del deseo es una novela de amor anegada de humor negro, desencadenamientos de imágenes eróticas y manifestaciones en contra del machismo en donde Eugenio Aguirre, autor acostumbrado a las vanguardias, ejerce la difícil tarea de narrar una trama a través del azar provisto por las imágenes de una baraja de lotería. Se trata de un relato en tercera persona que recoge la mejor tradición de Juan García Ponce y un poco de los novelistas franceses del siglo XIX, toda vez que el narrador hace una parodia de sí mismo mediante los excesos de su género mientras expresa un profundo sensualismo cercano a la estética de Hesíodo.

Durante una Nfoche de Habanos en la Plaza de Armas de Oaxaca. Clara y su hija Virginia comienzan a jugar lotería con el sargento Aberración Garrido y el cabo Frenillo mientras Carmen, hermana de la madre, en un hotel cercano al carnaval, se entromete en juegos eróticos con su cuñado Pascual y el padre de éste, el Viejo Tornell.

Objeto de las traiciones de su padre y su amante, Pascual Tornell, aliado con su compañera Carmen, se empeña en obtener el divorcio de parte de la madre de Virginia. Mas Clara, dueña de una moral tradicional y de una contradictoria sensualidad, se enreda en amores con el militar y se niega a otorgar la firma.

Bajo la sombra del Viejo Tornell, cacique de la vieja calaña, el embrollo cuadrado de personajes, en tan sólo la duración de un juego de lotería, se convierte en una serie de enredos sexuales, disputas maritales y cuestionamientos morales en donde Frenillo, un cabo torpe y sensible, y la pequeña de catorce años, son los testigos de una tragicomedia que llega hasta el delirio de la fantasía pues Carlos, un amante fantasmal de Carmen, es llevado a su última morada por el joven adúltero, heredero de una educación patriarcal opresiva.

Eugenio Aguirre (México, 1944) es reconocido por la ya clásica novela histórica Gonzalo Guerrero —Premio Gran Medalla de Plata de la Academia Internacional de Lutece, 1986— donde narra cómo un ibérico logra asimilar la cultura mesoamericana y da pie al primer mestizaje, el cual se muestra como consecuencia de una relación amorosa y no de la transgresión de una mujer indígena (la chingada). Pero el autor de Lotería del deseo no llega al género amoroso con esta última novela toda vez que, anteriormente, entrega sus novelas El caballero de las espadas y En el campo, que se distinguen por la consumación de la sexualidad y el ensayo en las técnicas narrativas.

En el relato de las complicaciones amorosas de Clara y su eterna batalla contra su hermana Carmen, Eugenio Aguirre trabaja sus personajes con cierta profundidad sicológica mediante el uso de una voz omnisciente que a veces nos habla lo mismo del surrealista Marc Chagall que del beatnik Norman Mailer, a la vez que guía el hilo de la trama. El autor nos convence de los protagonistas debido a las referencias del entorno que, como en otras de sus obras, abarca periodos históricos definitorios. Se trata de la última década del siglo XX mexicano con los capítulos de Aguas Blancas, Chiapas y los últimos restos de caciquismo.

Más aún, todos los tipos de Lotería del deseo tienen un trasfondo semántico. El Viejo Tornell es la figura del patriarcado; Aberración Garrido, la muestra del machismo decadente; Clara, manifestación ibseniana de la voluntad femenina, y Carmen, la reminiscencia de la dependencia femenina cuyo fundamento es la falta de identidad y la búsqueda de ella en el placer sexual. Frenillo y Virginia, por su parte, son dos elementos de reforzamiento de los personajes que, siempre caracterizados por los mismos comportamientos, son ideales para conmover al lector y simpatizar con ellos.

Parodia de la condición humana, la lotería erótica de Eugenio Aguirre deja ver entre líneas las referencias a los Flaubert y los Balzac pero también a los Malraux pues, corno es regla general en las obras de este escritor, existe un interés por la militancia social y por la denuncia que a veces es implícita y a veces explícita. En la nueva novela evidencia el aletargado adormecimiento humano que aún no supera la sociedad patriarcal y su consecuencia: el machismo.

En Pasos de sangre (Premio Nacional José Fuentes Mares, 1986) —acaso la mejor obra del autor sin menoscabo de Gonzalo Guerrero— se halla el relato de una histórica marcha realizada en 1945 por campesinos procedentes de diversas poblaciones de Hidalgo hacia la capital. Mezcla de verdad y ficción, ocupada de un realismo socialista y llevada a las letras mediante un registro de voces múltiples, esta novela da cuenta de la indefensión de las comunidades rurales, del caciquismo sempiterno y de la presencia continua de las necesidades sexuales de los individuos.

Ejemplo de la preocupación social del autor, Pasos de sangre mezcla una estética dostoievskiana con una denuncia masiva en donde el lenguaje juega un papel primordial en el acabado de la novela. En Lotería del deseo la responsabilidad social deriva de la presencia de un machismo latente, dinámica que abusa del género femenino. Al respecto, Eugenio Aguirre ya ha dado un adelanto en su novela Elena o el laberinto de la lujuria, en donde aparece la revelación de la mujer en el desencadenamiento absoluto de su sexualidad. Esta constante, que agrada al autor, es síntoma de una ocupación por entender la tardía evolución humana.

Pero es precisamente la sexualidad lo que retoña en las páginas de la nueva novela. Eugenio Aguirre, que confiesa su admiración por el autor de Inmaculada o los placeres de la inocencia, desarrolla un equilibrio entre la literatura pornográfica y la literatura erótica. Clara y Carmen, los ejes femeninos de la trama, están dotadas de un sentido que les permite advertir la dimensión de su sensualidad.

Luego de años de educación tradicional y aun cuando se hallan inmersas en una sociedad machista, las hermanas, celosas la una de la otra, no dudan cuando se trata de ejercer su sexualidad y fascinan al narrador. Incluso la niña Virginia, casi metida a lolita, llega a explorar la reducida sensualidad de la adolescencia. Es entonces que el novelista expresa su fascinación por Juan García Ponce.

Con Lotería del deseo, el actual docente en la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), lleva a las librerías una novela que juguetea con la casualidad de lo cotidiano, señala con seriedad el problema social del machismo y provoca accesos de risa a un lector que no se halla con el estilo tradicional de la novela amorosa. Escrita en una dinámica en que se entrelaza la descripción, el habla coloquial y la composición dialogada, la nueva novela de Eugenio Aguirre es un experimento interesante tanto por la estructura de la trama como por los ensayos de realismo mágico que vagan entre los personajes.

Obra resuelta en una tradición vanguardista que también se preocupa por divulgar los valores nacionales y que, ajena al costumbrismo, es una pieza que merece atención de los lectores y una revisión entre líneas ya que trae consigo una denuncia social que reclama al género humano, en especial al masculino, su incapacidad de comprensión y evolución.