No. 124/EL RESEÑARIO

 
En Bangladesh y la India esquina con Londres


Anahí Ramírez Alfaro



Monica Ali
Brick Lane
Black Swan, United Kingdom, 2003

 

portada-brick.jpgBrick Lane (en español Siete mares, trece ríos, Ed. Emecé), finalista del Booker Prize de 2003, es una de las novelas que más ha cautivado a la crítica inglesa en los últimos meses. Monica Ali, su autora, nació en Dhaka, Bangladesh, y en ésta, su primera novela, cuenta la historia de una mujer llamada Nazneen, quien llega a Inglaterra tras haber sido desposada por Chanu, un hombre cuyo sueño desde que llegó a Londres ha sido convertirse en el secretario del Primer Ministro. Al igual que él miles de inmigrantes llegan a Inglaterra cada año con sueños que no habrán de realizarse. Chanu ve esto como una tragedia. Sin embargo, las mujeres musulmanas lo ven de otra manera. La señora Azad, amiga de la familia de Nazneen y Chanu, afirma que la tragedia se relaciona más con la manera en la cual viven miles de musulmanas sometidas por los maridos que con el choque cultural de la vida en un país extranjero, asunto que ha sido tema central de la literatura poscolonial. Ésta busca resignificar los valores e ideas que durante el siglo XIX (principalmente) el occidente generó acerca de los países colonizados a partir de una visión eurocéntrica. Los escritores poscoloniales han ido ganando espacios importantes en el medio literario gracias a la creación de obras de primer nivel donde además de experimentar con nuevas formas narrativas también proponen una imagen diferente y siempre crítica de sus propias culturas. Entre los más representativos podemos nombrar a Arundhati Boy, Wole Soyinka, Ben Okri y V.S. Naipaul.

En Brick Lane, Monica Ali crea personajes que se enfrentan a una elección entre la búsqueda de las raíces y la adopción de una cultura que hasta ese momento resultaba ajena y en ocasiones absurda. Si bien es cierto que la colonización de un pueblo por otro desencadena problemas relacionados con la identidad, el arraigo, la imposición de otro idioma, etcétera, también lo es el hecho de que los hijos de estos colonizados (nacidos en los países colonizadores) ya no son tan orientales ni tan occidentales como sus padres o los europeos mismos. Esta paradoja está presentada a través de Shahana y Bibi, hijas de Nazneen y Chanu, quienes nacen en Inglaterra y viven una realidad distinta a la de las niñas en Bangladesh e incluso a la de su tía Hasina (hermana de Nazneen). Ésta y Nazneen se escriben cartas muy emotivas que permiten al lector conocer los destinos tan opuestos que viven las dos hermanas; por un lado describen las injusticias a las que se enfrenta Hasina en Bangladesh —representativas de una situación actual y que en los últimos años se ha hecho casi familiar en todo el mundo— y por el otro, la rutina y la familiaridad con que ahora Nazneen vive en Londres. La protagonista va tomando conciencia de las ventajas que ella y su familia tienen al vivir en Brick Lane (zona de nivel socioeconómico medio ubicada al norte de la ciudad de Londres). Su decisión y fortaleza la harán luchar contra su propio destino por no cambiar la situación provechosa que Chanu y ella han logrado alcanzar. Su vida en Londres es en definitiva mejor que la que tendrían en Bangladesh. Su matrimonio es tan convencional como el de muchas parejas hindúes que viven en Inglaterra o en la India, donde la mujer no tiene voz ni voto. Sin embargo, el caso de Nazneen tiene algo de especial. Ella apuesta a defender su propia vida y la de sus hijas aún por encima de la carga histórica que lleva detrás, una tradición que le dicta obediencia absoluta al hombre. Al mismo tiempo Chanu, quien no puede ser visto sólo como un personaje típicamente macho de una cultura que con frecuencia no conocemos a fondo, también se enfrenta a un desafío de siglos. Su autoridad se ve cuestionada pues aunque él quiere volver a Bangladesh, Nazneen no coincide con esta idea. El retorno sería para él una señal de fracaso, pero tal vez está dispuesto a enfrentarla. Sin embargo, regresar sin su esposa y sin sus hijas va más allá del fracaso: pone en desequilibrio una serie de valores ancestrales. ¿Ambos serán capaces de conciliar estas posturas?

Brick Lane es una novela bien escrita, sobre todo para ser la primera de Ali. Tiene, sin embargo, momentos de menor tensión, donde se percibe la clara conciencia por parte de la autora de que sus lectores son occidentales, y que por lo tanto privilegia esta perspectiva. El Londres de su novela es cosmopolita, tolerante y a ratos demasiado benévolo para ser real.