No. 126/CUENTO BREVE

 
Valenta, Marek 



Alejandro Vázquez del Mercado Hernández
UNIVERSIDAD PANAMERICANA



Valenta, Marek: Jugador checo de la segunda mitad del siglo XX. Nació en Karlovy Vary (Carlsbad) en noviembre de 1938. Su madre murió cuando tenía dos años y su padre consiguió mandarlo a Volhynia con sus abuelos, quienes radicaban allí desde 1915. A los diez años recibió una beca para estudiar ajedrez en Leningrado, en donde residió hasta 1955. No consiguió el título de Gran Maestro (oficial desde 1950), a pesar de haber sido uno de los jugadores más prometedores de su generación. Su figura está rodeada de leyendas, hoy sólo se le recuerda por éstas y por una serie de partidas conocidas entre sus seguidores como las cuatros derrotas.1 En 1947 —considerando reducidas sus posibilidades en el ajedrez—, aconsejado por sus amigos Artur y Nicolai Fomin decidió matricularse en la Universidad de Leningrado. Comenzó a asistir regularmente al curso de filosofía contemporánea, para el cual presentó como trabajo final un estudio de aproximadamente treinta cuartillas acerca de la aplicación de los métodos de Quine al ajedrez.

Tras este periodo sabático volvió a ser jugador de tiempo completo, pensando en prepararse para el torneo nacional. En 1951 ya era conocido prácticamente en todos los círculos ajedrecísticos de Europa oriental, particularmente por el rumor de que ganó una partida amistosa contra Paul Kerner (dato actualmente incomprobable). Según algunos testimonios, el reascenso de su carrera coincide cronológicamente con una obsesión que lo persiguió el resto de su vida. Escribió Artur Fomin en una nota biográfica para la publicación Stalemate:

A veces abría la boca y su oponente lo miraba fijamente esperando que dijera algo… Un día me confesó lo que sucedía, detrás de cada partida realmente se jugaba otra. El adversario podía estar lanzando sus piezas al centro —creyendo que jugaba la Ruy López— pero en sus ojos se veía la urgencia de obtener una victoria, la fe en la ingenuidad del oponente. Por lo tanto lo defendía como un pastor, fingía inocencia mientras su adversario intentaba mantener la posición fatal. Tras una defensa de Pirc podía ocultarse la necesidad de poseer; el hipermoderno control a distancia ser una fachada tras la cual el jugador buscaba el centro. Ahora estoy convencido de que mi fe en Marek Valenta se basaba en mi ignorancia de los menesteres del ajedrez.2

vazquezdel-mercado01.jpgTan sólo dos años después, y habiendo obtenido un buen lugar en el torneo nacional de la Unión Soviética, comenzó a perder partida tras partida. Dijo al respecto Peter Luebeck: “Un jaque podía ser una respetuosa retirada, o un gambito de rey podía ser un mate; así se justificaba ante quienes perplejos lo veíamos retirarse sin motivo o festejar una derrota en una partida contra un aficionado. Hoy puede sonar estúpido y poético, en aquel entonces era sólo estúpido”.3

 A finales de 1954 se dio cuenta de que las piezas eran contingentes; fue capaz de percibir al mundo en su totalidad, es decir, como categoría ontológica del ajedrez. Rechazó el tablero por considerarlo una creación para débiles mentales y comenzó a referirse al juego como “la abstracción de los trebejos”. El escritor argentino Honorio Bustos Domecq ironizó: “[…] tiene todavía sus propios trebejos, aquellos de los que nunca pudo librarse: alguna cara, un boleto, una sombra”.4 Se dice que el mismo Bustos fue a París en 1965 específicamente para conocerlo y que instado por él, poco antes de morir buscó el anonimato por medio de una artificiosa invención.

La relación de Valenta con la comunidad intelectual se fortaleció cuando apoyó al Frente de Liberación Nacional en Argelia a finales de los años cincuenta, lo cual no demeritó la admiración que Camus le tenía, quien incluso planeaba agregar un apartado sobre él en una futura edición de El mito de Sísifo. Apenas un par de años después, el ajedrecista fue considerado un traidor por alinearse con la causa imperialista contra Zambia y Malawi.

Fue en extremo versátil. Practicó el asesinato político, tradujo la obra completa de Marcial al checo, trabajó voluntariamente en los campos de arroz en Cambodia, fundó dos empresas trasnacionales y publicó un puñado de críticas de jazz (sobre todo de Miles Davis); cosas que a su vez eran reyes ahogados, peones colgantes, a veces todas juntas constituían un gran fianchetto. Una mañana de 1982, tras años de evadir infinitos jaques, Marek Valenta recibió un mate técnico de dos alfiles.

 

 


Ilustración:
David Becerra, Tecnológico de Monterrey, Ciudad de México


1 En realidad una de las cuatro partidas resultó tablas. Se conservan gracias a un sobrino de Lasker que se encargó de reconstruirlas a partir de transcripciones parciales y de difundirlas posteriormente en un panfleto. Actualmente se consideran una curiosidad y prácticamente no se estudian.
2 “Valenta: a diez años de su muerte”. Stalemate, año 15, No. 3; marzo, 1993.
3 Cfr. José Cruz Báez.
4 Cfr. Eugenio Ocampo.