No. 127/CUENTO BREVE

 
Miradas grises


Rodrigo Villegas Mendoza
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES, UNAM

 

 

Girondo quizá comprara un pedazo de pan
Para el Sol


Es gris y es un auto. Se estaciona en la acera en que una señora vende pan. Un joven fuma un cigarrillo sentado en una banca, justo a la entrada de una librería; su mirada parece cazar un avión cayendo en llamas por el cielo; piensa, imagina. A través de los anillos de humo que escapan de su boca un anciano compra un pan y un café a la señora.

Del auto baja un hombre. Se apresura a abrirle la puerta a una mujer. Ella baja; usa lentes, cabello no muy corto, mirada automática. El hombre cierra la puerta e introduce una pequeña llave al vehículo que hace un sonido breve y simpático al contacto. Otro café, esta vez sin pan. El joven del cigarro contempla a los recién llegados.
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El café ha sido un éxito esta noche, y esa señora quizá está ahí con su suéter viejo y expresión madura vendiendo pan mientras intenta llevarse una historia más, una más a casa para la cena. La de hoy podría incluir a un hombre rodeando el cuello de su mujer, en un abrazo compañero de pasos rutinarios hacia la librería. Dos viejas miradas se reconocen: el joven del cigarro, la mujer del auto. Ella pierde lo automático. Hechizo.

El hombre del auto le dice algo. El encanto se rompe. Ella voltea para responder. Unas personas salen por la puerta estorbando la mirada del joven, quien les mira entrar después que ella desvió su rostro. Fuma. Se levanta y fuma más deprisa. Sus ojos están muy abiertos, se lleva la otra mano al rostro para cubrirlo y permanecer así unos instantes. Otro café, ahora con un moño.

El joven vuelve a sentarse en la banca, su cabeza mira al suelo, luego al frente. La señora del pan saluda a lo lejos, él esboza una mueca. Es noche, el cielo no dice mucho, parece que una nube vigila la escena cuando un pequeño punto sale de la librería a reunirse con otro. Están juntos, un punto más alto y el otro sentado. Él puede ver sus dientes a través del espacio en su boca, ella no resiste y junta la suya con la de él. Se buscan, se encuentran, se desean, se estremecen, se recuerdan, existen una vez más. Un fuerte abrazo frente a una banca y a una señora que vende pan.

Se separan. Ella dice algo, él responde, ella ya no; se quita los lentes para tallar sus ojos y regresa presurosa a la tienda. El joven luce confundido pero enciende otro cigarro para disimular. La señora sirve el último de los vasos de la enorme olla azul.

villegas-mendoza02.jpg De la mano de una mujer entrada en años, una niña pequeña juguetea al salir de la librería, cuenta algo del libro amarillo y azul que columpia en su brazo; tras ellas sale la pareja de hace rato. “¿Ya viste el hipopótamo, mamá?”, la niña dirigiéndose a la mujer que bajó del auto. Ella y su esposo caminan hacia el vehículo junto con la niña, y tal vez la tía o la abuela. El cigarro se encuentra en la boca de ese joven y su mirada sólo vigila a esta familia.

Ella voltea, él la encuentra, se miran, se desean; suspiran… ahora se separan de nuevo. La niña jala de la blusa a su madre y ésta corta el lazo con él, con ese joven, o ese hombre que se queda sentado a terminar su cigarro en la banca. Hay algo en su semblante… algo no quedó en su lugar.

El pan está por terminarse y la librería cerrará pronto. El auto enciende y arranca, los lentes voltean hacia el hombre del cigarro por última vez. La cree llorar, por dentro, quizá como él. Lágrimas que contar en una cena cualquiera… ahora miradas que se esfuman, detrás de un auto gris.
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Ilustraciones:
Cecy Mar, Escuela Nacional de Artes Plásticas