No. 134/EDITORIAL 

 


Nuestro Árbol Genealógico se engalana con una primicia: un fragmento de la novela en preparación de Anamari Gomís, quien comparte este trabajo —que aún no tiene nombre— con nuestros lectores. Agradecemos encarecidamente su generosidad con esta revista, en la cual publicó, como muchos otros escritores reconocidos de hoy, varias veces al inicio de su carrera literaria. A manera de contrapunto, incluimos también una muestra del trabajo de Andrea Anaya, novísima poeta estudiante del Centro de Educación Artística “Diego Rivera”.

En éste, nuestro último número del año, hemos llegado ya a la cuarta entrega del material ganador en la emisión 36 del concurso anual de Punto de partida. Abrimos la sección con “Coliseo de mis alcoholes”, crónica ganadora de mención en su categoría, que narra la visita de su autora, Norma Aguilar, al bar “La Coliseo”, propiedad de la luchadora Martha Villalobos. Este texto está ilustrado con una serie de fotos de la protagonista, campeona de lucha libre femenina, que nos fueron amablemente proporcionadas por la revista Box y lucha. Seguimos con un interesante trabajo merecedor de mención en fotografía: “Sombras en la oscuridad”, imágenes de cuerpos femeninos alteradas digitalmente, obra de Esteban López, quien ya había presentado en estas páginas un reportaje gráfico precursor de esta serie.

Por segundo año consecutivo, Aileen Martínez recibió el premio de teatro en el certamen de Punto de partida. “El grillo”, obra en dos actos que aparece también en esta entrega, retrata un aspecto de un suceso poco tratado hasta ahora: la huelga estudiantil de 1999 en la UNAM. Y para cerrar la sección de premios: “Bar palpitante”, serie gráfica de Manuel Díaz, estudiante de la ENAP e integrante del colectivo Casa Tomada, una de cuyas imágenes destacamos en portada.

Para terminar, una recomendación para las vacaciones navideñas: El último lector, la más reciente novela del neoleonés David Toscana, reseñada por Rodrigo Martínez.

Felices fiestas.