Agua / Criticón / No. 244

Hablar de Julieta es hablar de teatro


Omar Castro Guadarrama
Categoría B: Especialistas
 

Julieta tiene la culpa
Autoría y dirección: Bárbara Colio
Foro Sor Juana Inés de la Cruz
Temporada: 23 de marzo al 14 de mayo de 2023



Tres desconocidas que no pudieron ingresar al estreno de Romeo y Julieta se encuentran en el vestíbulo del teatro, afuera llueve y es imposible salir. Una ama de casa, una estudiante de actuación y una profesora desempleada charlan sobre sus vidas, dudan sobre sus presentes y, conforme avanza la función y los tragos de whisky se agotan, se dan cuenta de que todas fueron engañadas por el patriarcado y han sido obligadas a vivir una vida que no desean. Barbara Colio, directora y autora, engarza a los espectadores en un convivio en el que el teatro, el azar y la vida de las mujeres crean una atmósfera compleja, llena de contradicciones, encuentros, compañía, solidaridad, críticas al amor romántico y pasitas con chocolate.

Colio realiza varios cruces intertextuales trayendo de vuelta a los personajes femeninos de Ibsen, Chéjov y Williams. Al sacarlas de las obras de estos dramaturgos y reunirlas en un mismo espacio, Colio arma otro mundo en el que su mirada crítica convive y a la vez rompe con el mundo controlado por los hombres. Al cuestionar a Julieta, la dramaturga se pregunta por la imagen de las mujeres en la literatura, al igual que lo hizo Sigrid Weigel: “¿Hasta qué punto la imagen de las mujeres en el discurso y la poética masculinas toma en cuenta la realidad social e individual de las mujeres?”. La reconstrucción de estas nuevas Nina, Nora y Blanca se basa en la independencia que adquieren los personajes dentro y fuera de sus historias, ligadas y alejadas de las manos de los dramaturgos. Ahora les toca a ellas contar sus historias, abrirse a la sociedad, autocriticarse y poner en tela de juicio al campo social en el que han vivido. 

El texto de Colio sale del cuarto propio a los escenarios, acompañado íntimamente por las actrices Verónica Merchant, Carmen Mastache y Sofía Sylwin. Las actuaciones son vivaces y enérgicas; los momentos musicales diseminan en el aire un hálito que auxilia, critica y envuelve al espectador en la ficción; se conjuga un abrazo que sana las heridas presentes y pasadas. La obra cuenta con una escenografía minimalista: sólo un par de bancas, una lámpara y una mampara, el vestuario da contexto de los personajes y los mantiene en un imaginario realista; la luz y el diseño sonoro se asocian para crear una atmósfera acogedora e íntima en tonos cálidos.

Pienso que Julieta tiene la culpa se escribe desde, como lo dijo Victoria Ocampo, “la necesidad de expresión en la mujer”, acción que busca un intercambio dialógico ante la práctica machista del “no me interrumpas”, que limita la discusión a una conversación monológica que los hombres han perpetuado, en la que las mujeres no tienen cabida para contar sus experiencias. En esta obra, el diálogo es central para el desarrollo de la historia, permite pensar la intimidad, el teatro y la teatralidad de las mujeres. En su complejidad y ocultamiento, la vida íntima es el primer y, en muchas ocasiones, único escenario en el que las mujeres actúan; es ahí, en la sala, la cocina, en la cama, en cualquier situación, el amor, el sexo, el odio, los golpes, el engaño cuando la actuación femenina se hace presente y para muchas es una salvación no sólo metafórica sino incluso vital.

Reconocer la culpa de Julieta es dar cuenta de la deuda histórica que tiene la sociedad con las mujeres. Reconocer la culpa es notar que sistemáticamente se ha operado en contra de las mujeres, que se han ocultado sus historias y sus creaciones artísticas. Por ello afirmo que hablar de Julieta y reconocer su culpa es cruzar la puerta para hablar de las mujeres en el teatro y en la vida.