No. 135/EDITORIAL 

 


Punto de partida comienza este año con dos buenas razones para alegrarse. La primera es que en 2006 se cumplen 40 años de que Margo Glantz inicia­ra este proyecto, entrañable para muchos en el medio literario y artístico mexicano, y esperamos celebrarlo con quienes en algún momento de sus carreras han estado cerca de esta publicación. La segunda tiene que ver con las Ediciones de Punto de partida, colección dedicada también a difundir el trabajo de nuevos escri­tores, y que publicó su segundo volumen, Un orbe más ancho. 40 poetas jóvenes, el cual será presentado próximamente en la Feria Internacional del Libro de Minería.

Este número abre con “Alguien riega mis flores”, cuento del guanajuatense Herminio Martínez, ganador, entre otros reconocimientos, de los premios de poesía Ramón López Velarde, de Zacatecas, y Pablo Neruda, de Buenos Aires, y quien en 1979 recibió el segundo lugar en el Concurso de poesía de Punto de partida.

Presentamos también una muestra de poemas de César Arístides (encabezados por un trío de sonetos por demás interesante) y de la sonorense avecindada en Ti­juana Paty Blake; seguidos de dos cuentos: “El indigno”, de Eduardo Uribe, y “La mancha del techo”, de Vania Rosas.

Llegamos en esta edición a la quinta entrega de trabajos ganadores en el pasa­do Concurso de Punto de partida (la nueva convocatoria cierra el próximo 28 de febrero), con las reflexiones de Guillermo Núñez sobre dos escritores de notoria actualidad: Sergio Pitol y Roberto Bolaño; la visión amorosa del agua en la lente de Héctor Dávila; el atisbo de perversión y fervor católico en “Del Sagrado Corazón y del Pensamiento Inmaculado”, de Luis Iván Santillán, y el contraste entre las formas orgánicas y la rigidez geométrica en las viñetas de Gabriel Vázquez Dzul.

Queremos hacer una mención especial al trabajo de ilustración de este número. El maestro Santiago Ortega, quien desde 2002 coordina a estudiantes de la Escuela Nacional de Artes Plásticas y del Tec de Monterrey para ilustrar esta revista, plantea, a partir de este año, la unificación de la imagen a partir del uso de una misma técnica gráfica. Así —a excepción del ensayo sobre Pitol y Bolaño, que por obvia necesidad fue ilustrado con fotografías—, los miembros de su taller han realizado ex profeso una serie de grabados —en madera o en metal—, cuya calidad y unidad visual confieren un especial carácter a este número.

Nuestros mejores deseos para 2006.