No. 147/EL TALLER DE PARÍS

 
Sobrevuelos literarios: El Taller de París


Iván Salinas



Considerada comúnmente como una labor individual, la aparición de los talleres de escritura ha provocado un cambio radical en la actividad literaria. Para mal o para bien—según se juzguen estas reuniones periódicas—, la mirada externa abre una serie de posibilidades más o menos insospechadas al escritor. Utilizadas correctamente, las opiniones vertidas durante las sesiones de un taller pueden resultar fructíferas para el autor. Esto siempre y cuando se respeten algunas reglas básicas, tales como el que los comentarios de los asistentes se concentren en realizar una crítica del texto y no de la persona —lo que suele suceder—, o como la imposibilidad del que presenta un texto de hablar y, por lo tanto, de defender su intención autoral durante la lectura.

Siguiendo esta línea de trabajo, un grupo de narradores—salvo algunas excepciones—se reúne semanalmente en París desde hace ya casi seis años. Creado inicialmente en el Instituto de México por Martín Solares, el Taller de París ha desfilado por diferentes sitios, institucionales (la Maison du Mexique en la CIUP o la Sorbonne Nouvelle) o no (bares, cafés, restaurantes y lasmismas casas de los talleristas).Movidos por la disciplina y el interés literario, franceses y mexicanos, chilenos y colombianos, costarricenses y españoles, entre otros hispanohablantes, han logrado que contra viento y marea se mantenga el espacio indispensable para la lectura y el comentario eficaz a lo largo de todos estos años.

Relatos breves, fragmentos significativos de novelas en curso, ensayos y traducciones de autores francófonos, reciben cada semana el comentario crítico de los talleristas regulares y, en ocasiones especiales, el punto de vista de escritores ya publicados y reconocidos, como Mario Bellatin, Guillermo Fadanelli o Jorge Volpi, entre muchos otros.

La labor del grupo, después de tanto tiempo, ha dado resultados concretos: una novela se encuentra en trabajo de edición para ver la luz en 2008; tres libros más han sido publicados, de los cuales uno recibió el Premio Tiflos en España y otro fue finalista del premio Rómulo Gallegos. En ciernes hay por lo menos cuatro proyectos, tanto de cuento como de novela. Editados en periódicos o en revistas en papel (entre los que se encuentra la misma Punto de partida) y electrónicos (el taller cuenta con un sitio propio: http://untaller.com), los cuentos o fragmentos van emergiendo, cercanos cada vez más a la meta de la publicación en libro.

Espacio de creación y camaradería literarias, el Taller de París se beneficia actualmente de la hospitalidad del Instituto Cervantes (en la voz de la directora cultural, Raquel Caleya), en donde lleva a cabo su cita semanal, los viernes a las seis de la tarde.



Las obras
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De la multiplicidad de voces que constituyen la presente selección es casi imposible obtener una línea que sea coherente. Al menos en literatura parece ser así. Por tal motivo, el lazo que une los textos aquí reunidos no sea acaso sino el de la exigencia formal para con la historia narrada —o el tema poético, como es el caso de los únicos poemas aquí incluidos. En efecto, sería muy difícil establecer convergencias o divergencias entre los cuentos que constituyen esta selección sólo porque quienes los escribieron asisten al mismo taller literario: lectores voraces, los autores pueden o no compartir referencias.

Inclusive sería más sencillo decir que cada uno de ellos tiene una aproximación distinta a la literatura: biólogos, informáticos, estudiantes de literatura, periodistas, especialistas educativos, profesores, cada uno lee y escribe de manera distinta. A lo largo de la antología, el lector de Punto de partida podrá darse cuenta, por una parte, de qué tan válida es la afirmación anterior; por otra, apreciar la gran apertura que se da cuando se comparte con otras personas un terreno común: hablar un mismo idioma.

Acaso la mayor riqueza de poseer una lengua es la posibilidad de asomarse por un momento a medios y lugares que no visitamos cotidianamente. “Prisioneros” de nuestro propio lenguaje y de nuestras costumbres sociales, el vasto mundo de la hispanomanía puede abrirse como el campo que nos permita tener acceso a un conocimiento de primera mano de una lectura híbrida de nuestro espacio común, así como de la interconexión de cada uno de esos sitios.

La selección de nueve propuestas abre con un cuento del costarricense Carlos Alvarado. En “El nombre”, Alvarado explora el sufrimiento que una enfermedad como el Alzheimer puede provocar en una pareja. En tres páginas, el autor nos muestra en una escritura ágil lo agridulce que puede ser el recuerdo cuando aflora en condiciones adversas.

En “levítico.moisés.miguel_tapia.huiqui”, Miguel Tapia Alcaraz propone una de las apuestas más irónicas de la literatura contemporánea: seguir el planteamiento del “Manifiesto huiqui” (http://www.literaturawiki.org), que explota literariamente el principio que anima la enciclopedia en línea Wikipedia. En su versión libre del pasaje bíblico, el sinaloense retoma el tono del lenguaje solemne para denunciar eficazmente —y no con poca ironía— lo absurdo del narcotráfico y su violencia gratuita.

Begoña Alonso, en un tono también mordaz, continúa la veta que abrieron las vanguardias y crea un relato en el que, como la ficción dentro de la ficción, un drama teatral se mezcla con otro pasional. Escritura ardua y sin concesiones, sólo gracias a un gran esfuerzo el lector podrá rehacer una tragedia en la que todos estamos comprometidos.

En los fragmentos de muso.fobia (novela híbrida que será publicada en 2008), el lector encontrará tal vez una de las primeras concreciones literarias en español del medio paradigmático de creación hoy día: el blog. Con un lenguaje hermano al del “post”, Jorge Harmodio capta el estado febril del adulto joven promedio que, “internetholic”, enfrenta heridas físicas y sentimentales con las armas que el delirio y la red le ofrecen.

Rara avis del Taller, Christian Anwandter roza en sus poemas la carne de las cosas, el susurro del sentido, y alcanza resultados poco vistos en la poesía hecha por jóvenes. En su densa búsqueda con y por el lenguaje, pareciera que Anwandter acechara en cada palabra, como dice en un verso, la memoria de bocas que “son enormes navíos que transportan el lúgubre amor de un origen”.

En el mundo de sus pesadillas personales, Vania Rosas busca hasta límites extremos la confección exacta del delirio, en paralelo a la angustia que el mundo ordinario puede crear en algunas personas. En “La salida del metro”, una historia familiar nos muestra de lo que es capaz el ser humano cuando está acorralado y no busca nada más que la tranquilidad y la paz interior.

Muertes espectaculares, deseo carnal, drogas, un mundo en plena licuefacción, así es Bogópolis, la ciudad inventada por Camilo Bogoya, en donde los muertos —como los de Rulfo— deambulan y hablan con los vivos. Hay una propuesta literaria que mezcla la tradición con una mirada descarnada de la realidad no sólo colombiana, sino latinoamericana. Como en una difícil mano de póker contra la ironía y la desfachatez, el lector tiene que servirse de las cartas del deseo, la ternura, el amor y el odio para no perder la camisa.

En “La carta 42”, Francisco Benavides construye un complejo sistema para adivinar el futuro cercano sirviéndose de la lotería, y lo presenta mediante la transformación de una chica “bien” regiomontana. Del asco a la ingenuidad y la incredulidad, hasta llegar a la empatía y compasión, Benavides crea un cuento que, al estilo de las historias de Sheherezada, nos recuerda el valor que tiene contar historias.

Para cerrar esta antología, el lector disfrutará de la escritura de Marcos Eymar, joven promesa de las letras españolas (Premio Tiflos 2006). Como un conquistador ignorante de su condición, el personaje principal de “El doble jardinero” sucumbe ante su pasión oculta por las plantas y mujeres exóticas. Sin la posibilidad de escapar, el hombre observa con horror el destino que él mismo ha cultivado con tesón y esfuerzo.

Valga esta selección de historias escritas en Francia como una baudelairiana “invitación al viaje” para que el lector navegue a través de la hispanofonía de París. Voilà.

 




Iván Salinas (Ciudad de México, 1977). Reside en Francia, donde realiza actualmente un doctorado en Literatura Comparada en la Universidad Sorbonne Nouvelle-París III. Fue miembro del comité editorial del Periódico de poesía y ahora pertenece al comité de redacción de Trans– (trans.univ-paris3.fr) <http://trans.univ-paris3.fr/>, Revista de Literatura General y Comparada de París III. Ha traducido del francés al español y viceversa, entre otros, a Henri Michaux, Antoine Volodine, David Huerta, Yasmina Reza, Tristan Corbière y Alberto Chimal (en breve aparecerá “Shanté” en la revista bilingüe en línea Retors [http://www.retors.net <http://www.retors.net/>]). Beneficiario del FONCA, traduce El sendero frugal, antología de Jacques Dupin, que publicará el sello Hotel Ambosmundos. Es uno de los cuatro responsables del Taller de París.