No. 146/POESÍA DE COLOMBIA

 

 Giovanny Gómez
(Bogotá, 1979)

 


Poética

Las propias palabras

¿Qué se busca decir cuando se escribe, un inventario de recuerdos y sueños que no queremos perder, o acaso lla­mar esas pertenencias del mundo que encontramos anegadas en distancias, en au­sen­cias o en fragilidades de las que no sabemos más que palabras? La poe­sía se imagina como una frontera donde las buscamos alcan­zar no sé dónde; cuando queremos en principio dominar formas, sentir nuestra lengua como un viento que nos dibuja, y preguntar qué hay más allá de esos re­cuer­dos o visiones que nos visitan desde la infancia, y en los cuales la nece­si­dad de escribir se asoma como una oración con la que se pretende aplacar el susto de no comprender.

He escrito algunos poemas pensando que la poesía sigue siendo un mar al que podemos arrojar los deseos. El primero fue precisa­mente ése, saber dónde estaba el mar, dónde estaban las palabras. Al silencio y la am­bi­güe­dad con que los días me fueron dando es­bozos de respuesta, también sus ver­da­des asomaban tejiendo hi­los más frágiles, en los que ya no se trata de hacer que brille el poema por la belleza que pueden causar sus sonidos, por la destreza que supone conocer las palabras sin sa­­ber si se comprenden. Porque uno no viene a escribir solamente lo que piensa, lo que la intuición le di­ce, lo que la realidad muchas veces falsea. Se trata de vivir y hacer que en nues­tro esfuerzo por decir, algunas veces en esos instantes vi­van. ¿Podría escribir si las palabras no hablan de eso? No lo sé. Tam­bién pienso que ellas son las primeras respuestas a este pacto. Uno puede pensar que sabe, pero ellas tam­bién saben demostrar que se expresa muy poco.




Verba volant


Estas puertas abiertas
a la noche del cuerpo
se cierran sin sonido de goznes
Tras ellas el tiempo
fluye en pedazos
y arrecia impenetrable
su rencorosa música

Cuando te abandone su rumor
y la sequía de las palabras
sea el espejismo en tu cara
Comprende que no se escapa
porque hace falta el aire
Entre mares y desiertos
lugares invisibles
esperaban los ojos





Costumbre

Las veces que el río dejó sus zapatos
y corrió desnudo tras el viento
el árbol hizo de su copa las raíces
los pájaros caminaron ebrios
No he conocido de dónde viene la risa
sin que deje algunas lágrimas
He visto mis piernas huir de mí trastabillando
y las lisonjas de tu cuerpo
devolviéndome a un sueño




Las horas inútiles

Si ninguno de los atardeceres es mío

y soy tiempo prestado para la sombra de los árboles

¿cómo llego a mi casa cansado de verme

corriendo tras las puertas

persiguiendo los sonidos que acaricia la lluvia?


Con mis propias letras he arrancado a las piedras

un poco de fuego para las velas de esta noche apagada


 Pequeño formato 3 (de la serie Expreso de imprecisiones), óleo/tabla, 17 X 17 cm, 2007




















Tiempos


Hablo de los días y las noches
del trepidar de calles
del sol que perjura en sus navajas
Hablo de una llaga en mi espalda
donde el peso del mundo duele
de lo único que no dejan ver los cristales
del rencor y su transparencia en la sangre

Hablo de un animal dormido
y compases de vals con mariposas en mi alberca
Hablo de no poder ignorar
las auroras con sus muertos
de mis manos sudorosas
de las paredes donde se oculta el amor
del dios que canta en esas orillas
donde se rompen las olas




Casa de humo

En algún lugar del mundo encontrarás
que una lágrima recogida en el lecho
unas tijeras abiertas debajo de la almohada
verán esas calles que nos llevan más adentro
cuando los recuerdos a fuerza de no vencer en ti
devuelven  regalos de su propia miseria




Una palabra como casa

Señor dame una palabra
que tenga la forma de un barcoun barco
de velas inextinguibles
donde pueda ir a conocer el mar
Dame esta palabra por casa
por vestido por amantedeja que ella sea mi soledad
mi alimento y no pueda sobrevivirla

Aquí estoy tan vacío de formas
y silencio…

Toda mi inspiración semeja
el ruido de unas manos atadas
necesito un barco por cuerpo
y el amor por mar

Escúchame por estas alucinaciones
y la vastedad de las cosas que vuelven
a su lugar

 

 


Giovanny Gómez. Reside en la ciu­dad de Pereira desde muy temprana edad. Es­tudia español y literatura en la Uni­ver­si­dad Tecnológica de Pereira. Es director de la revista de poesía Luna de Locos, así co­mo del cineclub “Cine en Cámara, Ci­ne con alma”. Su primer libro, Casa de hu­mo (Tertulia Literaria de Gloria Luz Gutié­rrez, 2006) fue reconocido con el Premio Nacional de Poesía María Mercedes Ca­rranza, 2006.