No. 146/POESÍA DE COLOMBIA

 

 Catalina González Restrepo
(Medellín, Antioquia, 1976)

 


Poética

La poesía es quizás el vínculo más poderoso que tengo con el mundo, es la fuerza vital, el cordón um­bi­lical que me conecta desde lo más profundo con el afuera. La poesía es a la vez tan cotidiana y sa­grada, en ella confluyen los contrastes: el amor y el odio, la soledad y la compañía. La poesía es secreto y revelación. En la poesía me en­cuentro conmigo y con las voces de otros poetas grabadas en el tiempo. Las palabras permanecen porque el dolor y el goce las fijan en su propia verdad.




La última batalla


Llegas luminoso con el día,
tú, que te creías derrotado,
y prometes borrarlo todo
y haces que soñemos con carrozas
cuando nos debatimos con leones.

Somos dueños de casa,
huéspedes del asombro,
nos vestimos de rojo
y dormimos sobre manchas de fresa y leche.

Nunca faltará el vino en nuestra mesa,
siempre la azucarera estará llena.



Jardín



Entre cortinas espesas y camas altas
habitamos el palacio del encierro.

No abandonaré este recinto,
nunca saldré desnuda a los campos
ni te besaré frente a los comensales.

Sólo en la soledad de nuestros cuerpos
te amaré,
con gotas en los labios.

Exprímeme
déjame el vaso vacío a mí
bebe de mi sed

¿y si la muerte llega de pronto
e ilumina un cuarto oscuro?



Promesa



La señora, vestida de negro,
exhibe su viudez
mientras nosotros compartimos el postre.

Nos habla de esa llama
que se enciende y apaga,
nos mira a los ojos,
dice que se la jugó toda y no perdió,
la muerte nos hace vulnerables a la verdad.

Desordena su pasado
y se alegra de tu mano sobre la mía.

Quizás adivina que hace rato sueño con llegar a casa
y que lentamente dejas caer mi falda,
la misma de esa vez,
cuando cenamos con tus amigos
y aún no éramos nada.


Pirómanos



Personajes que se van quemando con los días,
goteras que caen a la fogata,
está nevando con chispas de fuego.

No me pidas sed
no hagas camino con las llamas
no juegues con las cenizas de la que soy
no codicies mis huesos
no me dejes el fantasma de la espera
lejana no me ames.

Bébete el granizo de la que seré
derrumba las fortalezas de la muerte
hazme tragar el sol del miedo
ahógate con el agua evaporada de mis dedos
que estoy bailando en el erebo
y tengo los ojos rojos.

 Bailarina, fotografía digital, 20 X 20, 2007



























El poeta de la bailarina anónima



Una bailarina ronda tus páginas,
mis pies ni siquiera aparecen.

Ella se ha ido,
pero se detiene en tu retina.

Podría ponerme zapatillas,
danzar,
y sólo la verías a ella.

Seguirás disfrutando banquetes en soledad
que quemarán los paladares,
ella será alimentada por tu memoria
mientras muero de hambre.



Viaje



Hemos sometido nuestros cuerpos
a los rigores del instante
y este mundo se ha agotado
para nosotros.

El frío nos ha llevado al hastío,
el verano amenaza con devorarnos.

Sería mejor cambiar todo el equipaje
pero la memoria es caprichosa,
en las aduanas hemos perdido
algo irremediable.



Alimento


Revisamos nuestros buzones
esperando siempre la última carta,
vivimos para recibir.

Somos como pájaros que guardan las alas
mientras sus corazones laten
en pechos calientes.

—Yo cargo tus palabras en la cartera
como una limosna extra—.

No podemos dormir,
soñamos con anillos en cada dedo,
que mides mi torso con tus manos
y descubres la piel
antes de que se marchen los invitados.

 

 


Catalina González Restrepo. Obtuvo la Licenciatura en Español y Literatura por la Uni­ver­si­­dad de Antioquia. Actual­men­te reside en Bogotá, donde se desem­pe­ña como edi­tora. Ha publicado Afán de fuga (Univer­sidad de Antioquia, 2002) y Seis cancioncillas (de agua salada) y otros poemas (Colección Viernes de Poesía, Uni­versidad Nacional de Colombia, 2005). Poemas suyos han aparecido en revistas y antologías nacionales y extranjeras y han sido traducidos al francés.