Diez poetas de Guanajuato (1982-1996) / No. 209
 
Irapuato, 1992






Mutismo y viceversa

Calles y avenidas han sido tomadas:
luces de colores, anuncios, televisión.
Bengalas en el cielo,
música y espectáculos
en coliseos modernizados.
El ruido ha encallado
entre las cuarteaduras
de los tímpanos.
El único espacio para el silencio espera
sobre las oraciones temblorosas,
los gritos,
y los cuerpos desdentados.



Correspondencias

Entre hombre y pájaro hay una ranura abierta
la cercanía nos abraza
en el vuelo o en el canto.
Sin embargo, no se trata
de emular al ave,
de mirar al cielo y escupir lo que nos sobra,
sino de precisar aquello que resulta
necesario en absoluto
para levantar las alas día
con día en la trinchera de la especie.



Simulacro

Mientras la mirada no se torne embravecida
y los párpados se cierren
serenos,
noche a noche
y no se nombren los días
donde hubo fuego o sangre o sed;
mientras aprendamos a separar
el dolor de la existencia
como se separa la basura;
mientras encontremos
una fuga para las heridas
y escupamos el frío de la hora cruel,
permanecerán los ojos abiertos (y ausentes)
mirando cómo el agua
quieta y tibia
espera que una piedra caiga
y los gritos contenidos
ardan.



Jauría

Aúllan los perros al despuntar el alba,
se apresuran ansiosos a tomar la ciudad:
han olido la miseria de la carne cercenada
y se enfilan,
codo a codo
para ensordecer las calles
y anticiparse al silencio
y llenar los huecos que la vejez o la distancia
arrebataron a la memoria.
Pero cuando la noche regresa
y el sol ya no sale
y la piedad enmudece mientras se quema la flor,
vuelven los animales a morderse mutuamente
y se rasgan el hocico rompiéndolo contra el asfalto.
Porque una vez pasado el llanto
y apagadas las luces
los perros son incapaces
de reconocerse
después de las fingidas horas
de inocencia.



Redención

Estoy espiando de puntillas
en la casa de los hombres.
Por la orilla de los mares
me siento caer al vacío.
Ojos de alicante y piedras,
pájaros en mi camino.
Calles repletas de humo,
arrogancias descubiertas.
Soñé que besaba tus muros
con mis brazos,
mientras desenjaulaba
os alquileres vencidos.
Soñé que gritabas mi nombre
antes de la partida
definitiva;
antes de olvidar que
mi cuna
fueron tus dedos.
Vuélveme a nombrar, ciudad entrecortada,
en tu seno vi nacer la vida
y hermanarse con la muerte,
es ya tiempo de elegir
si entre ellas
todavía
cabe un sitio de esperanza.

 



Liliana Magdaleno. Poeta, locutora de radio, editora web y docente. Sus textos han aparecido en diversas publicaciones periódicas, como la revista Golfa, el suplemento cultural del periódico Tribuna de Querétaro y la revista Anomalía. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía “María Luisa Moreno” en 2015 y fue integrante del Fondo para las Letras Guanajuatenses en su primera edición (2015-2016).