Diez poetas de Guanajuato (1982-1996) / No. 209

El fragor de otras voces
Diez jóvenes poetas guanajuatenses











La historia de los narradores y poetas guanajuatenses, salvo algunas excepciones que muchos podrán ubicar, como Efrén Hernández (1904-1958), Efraín Huerta (1914-1982), Jorge Ibargüengoitia (1928-1983) o Margarita Villaseñor (1934-2011) —originaria de la capital mexicana, quien dejó un amplio legado literario y editorial en Guanajuato que la hizo acreedora de manera póstuma en 2017 al reconocimiento “Guanajuatense Distinguida”—, es una historia que hasta las últimas décadas podía definirse como de migración. Este nomadismo poético (por decirlo de alguna manera), que encontraba las posibilidades más altas de sedentarización en la Ciudad de México, fue la piedra de toque para que algunos de los escritores nacidos en provincia pudieran exponer su trabajo y lograr así la consolidación de sus nombres en los escaparates literarios y otros medios de distribución informativa a nivel nacional, sin dejar de lado el referente provinciano de manera más o menos dispersa a lo largo de su obra. No podemos hablar, tampoco, de que este cambio de estancia para producir fuera una cuestión generalizada, pues, por otra parte, muchos artistas hicieron de su tierra natal el punto de comienzo y de llegada para la producción y difusión de sus letras.

Sumando a aquellos autores crecidos profesionalmente en una ciudad adoptiva con quienes promovieron su arte desde su trinchera originaria, podemos hablar de una importante lista y tradición de poetas desde finales del siglo XIX hasta la época actual. Aun así, hasta antes de las tres últimas décadas del siglo pasado, aproximadamente, fue notoria la diferencia en el desarrollo creativo, temático y de circulación entre uno y otro grupo. Mientras los primeros lograron una presencia clara en libros, revistas y periódicos de las grandes ciudades, los segundos tuvieron casi la única opción de entregar su trabajo en medios locales, con lo cual consiguieron un reconocimiento del mismo tipo, que generó, quizás de manera involuntaria, una tradición de poesía localista hecha por guanajuatenses para guanajuatenses, en la que el valor poético se encontraba en el ensalzamiento de la arquitectura, la gente, la belleza de los escenarios naturales y rurales e incluso de personajes de la vida diaria de la ciudad que encontrara durante largos años el sustento en la minería y la extracción de plata. A partir de 1970, los poetas nacidos en años anteriores* comenzaron a dar a conocer su poesía más temprana, que no vio su publicación definitiva sino a finales del siglo pasado en editoriales locales (entre las que destaca la propia Universidad de Guanajuato). Pese a la juventud de los autores, ya era posible apreciar en sus textos la diversidad tópica, de intereses y de tratamiento del lenguaje que le entregó un cariz renovado y vigente al ambiente poético de la región.

Este localismo, como factor perdurable en la historia poética del estado de Guanajuato, se ha visto modificado —por fortuna— a raíz de la llegada de los nuevos sistemas de comunicación artística y cultural, programas estatales como el Fondo para las Letras Guanajuatenses, o federales, como el Programa del Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) y el Jóvenes Creadores, concursos literarios, premios nacionales y becas para el arte y la literatura. El panorama forjado a partir de las oportunidades mencionadas ha traído consigo un cúmulo de nuevas voces que merecen ser leídas y escuchadas, y aunque no todos los poetas aquí seleccionados han formado parte de los programas enlistados, sí podemos afirmar que su valor estético defiende con creces su producción literaria.

Como toda antología, esta selección no puede tomarse como un documento general, excluyente ni terminado, pero también es cierto que esta antología es caduca, pues, como afirma Gabriel Zaid, “leer, inevitablemente, es leer con los ojos de la poesía de nuestro tiempo”. La diversidad poética con que cuenta el estado de Guanajuato continúa su crecimiento y cada vez nos percatamos más de que resulta inagotable. La nómina aquí presentada apuesta, sobre otros factores que en casos distintos pudieran ser decisivos, por la calidad versal con que los autores nos sumergen en sus universos particulares. Después vendrán nuevas voces implacables que nos harán despertar intermitentemente gracias al estruendo con el que, como lo hacen las ahora reunidas, sonarán en nuestras cabezas.

Tras una extenuante pero satisfactoria lectura (o relectura) de la poesía que se encuentra a cargo de los autores nacidos en Guanajuato desde mediados de los años ochenta hasta mediados de los noventa, o bien avecindados en el estado y con presencia artística relevante, tuve la oportunidad de ser partícipe de las varias realidades que configuran la percepción de sus mundos, internos y externos, en los que la violencia, la desolación y el arrabal conviven con la filosofía, la cotidianidad, el amor y las referencias míticas para dar paso al conjunto de versos que el lector está a punto de presenciar en este número: poemas todos necesarios para dar un vistazo al presente y esbozar acaso un poco del futuro cercano de las letras guanajuatenses. Cada uno de los poetas tiene una voz propia y diferente, y vivencias que toman forma en el papel de distintas maneras por tratarse de universos paralelos que sólo en ocasiones se tocan. He ahí su valor esencial: la construcción de una voz firme que encuentra su riqueza en la diversidad y el colectivo.

El panorama poético actual de Guanajuato, incluso con las ferias del libro municipales, encuentros de poesía, performances y concursos locales o estatales, en general, es exiguo, así como las plataformas y editoriales que buscan la publicación de autores noveles. Algunas de ellas, como la Universidad de Guanajuato, Ediciones La Rana o el joven sello Montea, se han esforzado por contar con una línea de colecciones enfocadas en la promoción del talento más reciente, pero el camino es largo todavía y las opciones actuales insuficientes.

Pese a todo, los diez jóvenes poetas pertenecientes a esta edición ya no son sombras sin cuerpos ni ecos sin voz —para decirlo con Gilberto Owen—, sino que podemos leerlos, apreciarlos, conocerlos y vivirlos en toda su amplitud y fuerza creadora gracias a la carga simbólica y de desahogo que poseen sus textos. Ellos han elegido la poesía para decirlo, para gritarlo, y eso es decir coraje y decir respeto.

Es innegable que el talento y la persistencia son visibles, pero faltan los escaparates necesarios para su cuidado y tratamiento, por lo que agradezco de manera sincera y emotiva la invitación a formar parte de este proyecto y felicito a Punto de partida por el trabajo de suma valía (y nunca sencillo) que es la difusión de las nuevas voces literarias de nuestro entorno, a través de esta publicación que se ha cristalizado y erigido como un referente necesario para los lectores de literatura en México y otras latitudes. Gracias también a los autores de Guanajuato y a la artista gráfica que los acompaña, por permitirme el acceso a la intimidad y riqueza de sus imágenes.

Ésta es, entonces, una invitación abierta para que los poetas aquí expuestos sean leídos y sus pasos se sigan de cerca, para forjar caminos a través de la inmersión de sus versos; una invitación, finalmente, para continuar dándole vida a la poesía de ésta y las generaciones que están por venir.




* Entre los nombres más representativos de esta generación de poetas guanajuatenses podemos mencionar.


Martín Eduardo Martínez (San Miguel de Allende, Guanajuato, 1989). Editor y poeta. Egresado de la licenciatura en Letras Españolas de la Universidad de Guanajuato. Fundador y director del despacho de servicios de edición Ypunto. Ha participado en talleres de creación literaria en su estado y sus textos han sido publicados en revistas y antologías de la región. Fue coeditor de la revista cultural Dos Puntos (2015-2016) y desde 2012 es asesor de proyectos editoriales y publicitarios para diversos sectores profesionales. Actualmente colabora con varias publicaciones como redactor, creador y editor, y es coordinador de producción editorial de la Universidad de Guanajuato.