Editorial / No. 209


Punto de partida dedica esta vez sus páginas a la poesía del estado de Guanajuato, en una muestra reunida por el poeta y editor Martín Eduardo Martínez. Este dossier, junto al de nuestro número anterior, “Literatura emergente de Querétaro”, forma parte de un panorama de la nueva creación literaria en el centro del país, el cual pretendemos ampliar en ediciones venideras. Nuestra intención, con estos números monográficos, se mueve en dos sentidos: difundir la obra de jóvenes escritores de distintos puntos de la República, y dar a conocer esta obra a nuestros lectores, jóvenes universitarios.

En consonancia con el dossier queretano, Martínez abunda en su prólogo sobre la condición de aislamiento de la producción literaria en el estado y la contrapone al camino seguido por algunos de sus escritores: el desplazamiento hacia la Ciudad de México, que catapultó la obra de importantes autores guanajuatenses como Efrén Hernández, Efraín Huerta, Jorge Ibargüengoitia o Margarita Villaseñor. Así, se refiere al “nomadismo poético” para dar una visión general de la situación de la poesía en su natal Guanajuato desde el siglo XIX hasta nuestros días. La migración como vía para cimentar y difundir la obra fuera del terruño, más que excepción, ha sido norma en el desarrollo de la literatura y el arte mexicanos dada la concentración de administración y gobierno en la capital. Esta situación, hay que enfatizarlo, ha cambiado en las últimas décadas a partir de la creación de apoyos y fondos editoriales descentralizados, y del desarrollo de nuevos mecanismos de difusión, lo cual ha propiciado una suerte de efervescencia del medio poético a lo largo y ancho del territorio.

En algunos casos —pienso, por ejemplo, en las literaturas del Caribe—, el aislamiento podría estar más relacionado con la visibilidad que con la producción en sí. En el caso que nos ocupa, afirma Martínez, esta situación dio pie a una tradición de poesía localista que, aunque ha de subyacer de algún modo en la obra de las nuevas generaciones, no se hace evidente en la selección de jóvenes autores incluidos en esta revista: cinco mujeres y cinco hombres, nacidos entre 1982 y 1996 en el estado o avecindados en él, algunos con varios libros publicados, la mayoría con participación en medios impresos y digitales, festivales, encuentros de escritores y programas estatales, y cuya obra —más allá de las particularidades— se hermana en tema y forma con la de sus coetáneos que escriben en distintos puntos del país.

La muestra se complementa con el trabajo visual de la artista guanajuatense Martha Piña —quien contribuye a esta edición con piezas de distintas series en las que combina técnicas fotográficas, pictóricas y gráficas—, y con dos reseñas a sendos poemarios editados en el estado. Además —motivo de orgullo para esta publicación—, el número abre, en la sección Del Árbol Genealógico, con un material que engalana con creces la muestra: dos poemas de Efraín Huerta reproducidos gracias a la generosidad de la poeta Raquel Huerta-Nava, a quien agradecemos encarecidamente.

Carmina Estrada