Literatura emergente de Querétaro / No. 208
 
Ciudad de México, 1982






Reinvención de la carne

Parsimonia del clavel
que se gesta en mis torvas hojarascas.
¿Cómo medir el fragor de mi lengua
                aulladora y macilenta?

¿Cómo escapar de mis furias otoñales
cuando el quejido de mi pecho
                     es cónclave
                                           nocturno?

Reinvento mi carne.
Espejo de mi nombre,
coral de mi desierto.
En mis anémonas desterradas el fango oscila
cierta clarividencia.
Ningún sopor en mi espectro pulmonar,
nada de vectores
ni de gestas matemáticas
y sí oprobio azaroso
y sí el sinsentido
y sí la mordida contagiosa.
Si supieras que cranealmente
mi deseo es lavar mis párpados.
Veleros distraídos cruzan los solsticios más imberbes.
Decir que devaneo gráciles lontananzas,
que son mis caracoles sílfides mentales.
Pululan mis bacterias en el néctar
del lenguaje;
me regocijo al escucharcuando rumian mis espejos,
cuando el insano violoncelo
desprende clamor
a mi azucena.
Criatura: tú eres la sublime esponja
que me arranca los susurros.
Estática vocal la del caimán.
Mi lengua bifurcada
en parajes cósmicos.
Metálico temblor de un aleteo
resuena en mi garganta.


Historia

…fui tuyo hasta la molécula entintada
de los minutos compartidos


David Huerta


Hubo ese tiempo en que las calles donde crecimos
se convirtieron en cuevas secretas
para alumbrarnos nuestras bocas.
Hubo ese tiempo de asombro en la gente
al vernos con ropas y lentes extranjeros.
Toda la tarde solíamos recorrer las avenidas
al tiempo que en tus glúteos
nacían espigas y volaban pájaros acelerados.
Era una sangre limpia y generosa
cuando tus senos palpitaban en mi pecho
y nuestros cuerpos sucumbían asfixiados
de nuestros propios cuerpos.
En los bares cantábamos canciones
parecidas a lo infinito de tus ojos.
Yo sólo bebía el vodka
surgido en tu garganta
y tú te avalanzabas a mis venas abiertas
para quedarte en la inconciencia.
Hablábamos del futuro
como dos gitanos insolentes,
en tu mente redecorabas habitaciones ficticias
y bautizabas mascotas abandonadas.
En ese tiempo yo dormía en tu sillón
a la espera de que tu sombra descendiera
la escalera
para entonces cobijarme de tu piel.
En mis convalecencias fuiste el vaso de vino,
el tobillo roto que me enseñó a caminar.
Yo era feliz encadenado a tus palabras inconclusas,
contemplaba tus desplantes como pinturas antiguas,
devoraba tu comida como buitre carroñero.
No había forma ni plan posible,
que nuestra vida se inundara de catástrofes,
porque nuestro encuentro debió ser
un acto metafísico de alquimistas medievales.
Creíamos en la magia y en los astros
atando amuletos de nuestros nombres
en el pecho.
Incluso celebrábamos nuestro primer encuentro
como si fuera el nacimiento de una nación
o el fin de una guerra sangrienta.
El jardín repleto de desconocidos
comiendo de nuestra carne,
escuchando nuestro disco preferido.
Yo sólo te miraba y bebía Lambrusco
mientras tú entretenías a la concurrencia
con nuestra historia cortazariana.
Viajamos para impregnarnos de los pinos
y visualizar rostros quemados y antiguos.
Éramos extranjeros en una tierra
que no nos pertenecía pero nosotros
nos sentíamos dioses conquistando sitios salvajes.
Bebíamos de su néctar para convertirnos
en la lluvia que cubría al pueblo.
Visitamos restaurantes hasta salir
en nubarrones de comida y alcohol.
Yo te leía cuentos que interrumpía
por besar tus muslos dormidos.
Éramos inconfundibles los dos en tu auto
con la música de otros planetas.
Fuimos a conciertos y nos embriagábamos como profesionales,
criticamos series televisivas con argumentos pueriles,
con besos y sudor humano,
y veíamos películas desnudos todo el fin de semana,
con cajas vacías de pizza y cervezas derramadas sobre la mesa.
Hasta que algo, como un fantasma, nos acechaba
y nos apuñaló por la espalda.

 



Mauricio Caudillo Poeta y narrador. Estudió la licenciatura en Estudios Literarios en la Universidad Autónoma de Querétaro. Ha aparecido en dos antologías de poesía y narrativa: Besar de lengua (IQCA, 2012) y Antología de narradores y poetas que retanos (Revarena Ediciones, 2017). Ha publicado los libros de poesía Instrucciones de Ulises a su perro Argos (Herring Publisher, 2012) y Zyrano (Ediciones El Humo, 2015). Fue becario del programa PECDA en 2014 en la disciplina de Narrativa y actualmente forma parte del equipo editorial de Revarena Ediciones.