Trece poetas (1990-1998) / No. 201
 
Ciudad de México, 1993





U23 Rue du Calvaire


a Renata

Hoy te despides de esos muros,
de esa casa pulmón que
respiró y sollozó
a tu tiempo,
casa estómago
y víscera
que sintió contigo lo que
tú sentiste.

Se fisuró con tus heridas
y se inundó con
tu llanto,
se amplió con el júbilo de
tus ojos,
con la pequeña cumbre labial
que cae
con el peso
                             de tu bonanza,
y que busca,
quizá,
besar la tierra,
acercarse al olor húmedo y
originario.



Sin título

a ellos

Despierta ya de las tinieblas.
Despierta y descubre tu
cuerpo de arcilla.
Porque ya no hay
cosmogonía traidora
ni supremacía divina,
sino tu cuerpo en la tierra
húmeda y oscura.
Brota la retahíla de lágrimas dulces
cuando la tierra absorbe
mi sal toda.
Y entonces lloro contigo,
por tu nombre acuchillado
por tu grito mineral
por la noche de tu muerte que
jamás se iguala.

Despierta y descubre
tu cuerpo de arcilla,
tu devolución al polvo,
las esquirlas en tu boca,
la media cara hundida
y tu puño sobre tierra.



La capital del zurdo

a Pablo



I

Hoy vengo a pronunciar
la letra oculta
en la palma de tu mano izquierda,
a escuchar la palabra miope que atisba detrás
de tus anteojos.

Hoy vengo con agua en la voz
y polvo en las pestañas
en busca de la peca exacta,
de la rodilla doblada,
de mi rinconcito favorito
que es el hueco en tu barba.

Hoy vengo soltando piedras pesadas,
piedras con rostro,
y encuentro tu lengua sudada
tu piel salada
y octubre y febrero dejan de ser meses
porque está amaneciendo y hablas de brujas
y el norte y el sur convergen y ya no son
ni norte ni sur.

Hoy vengo a abrasarte
con los brazos débiles que me cuelgan,
con la piel manchada,
con aquello que dejó de ser miedo.
Hoy te abrazo con las piernas, te hablo
en idioma nostalgia y miradas tristes
y sonríes porque a veces tu mirada también
se entristece.

Hoy vengo a buscarte,
      —comenzando por tu mano izquierda—
aquí, donde la voz no se me quiebra,
donde el ceño no se frunce,
en este rinconcito donde ya
te quiero tanto

y las lágrimas y bocas lo han atestiguado.


II

En la Facultad de Filosofía y Letras
hay aproximadamente
una banca zurda
por salón.


III

Fue fractura diestra
de la rememoración queloide,
contrapeso neuronal
de la epidermis serotónica.

Es mollera descentralizada,
desembocadura en tu
rostro piélago,
    piel lago,
cueva de la pluma estrigiforme
que aletea de noche y
produce tu
cefalea parda.


IV

Tu derecha anular es
torpeza inmiscuida,
impericia pulgar,
índice y meñique.

Camino medio, calle palmar
de piedras mudas y hojas secas.

Tu mano izquierda es
falange chueca,
uña mordida,
fuente del seísmo sanguíneo,
del vello erizado.

Tu mano es
marisma zurda,
poro demasiado abierto
para mi
agua amarga,

para toda el agua que traigo dentro.




Lucrecia Arcos Alcaraz.  Estudió Lengua y Literaturas Modernas Francesas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Colaboró en la revista en línea Quodlibet de la Academia de Música del Palacio de Minería. Ha publicado cuentos en la obra colectiva Rendición de cuentas (Ediciones La Sirena, 2013), así como en Punto en línea. En 2014 escribió y dirigió el cortometraje independiente Cajas y en 2015 publicó Serondas, plaquette de poesía. Actualmente es colaboradora del Periódico de Poesía de la UNAM.