Trece poetas (1990-1998) / No. 201
 
Ciudad de México, 1991


avenida de los insurgentes

si tú y yo
caminamos por una calle despoblada
por esa avenida que termina allá
donde empezó el atardecer
si tú y yo al paso
vamos dejando una llovizna que incomoda
que se escapa
por entre las grietas del concreto hasta la tierra
si con nuestra risa hacemos volver
los rostros de la gente
si tú y yo hacemos que calle la multitud
que refrenen sus vasos brindando
que encuentren de pronto
en sus bolsillos
la llave que perdieron hace tantos años
si con nuestra respiración / fatigada
de alegría/ calla la música que revienta cada noche
es porque el amor atraviesa tan pocas veces por ahí
que a algunos pocos les despierta nostalgia
y más veces les resulta extraño /
es hablar ese idioma que alguna vez todos supimos
y del que apenas queda una ruina entre los labios



                                                                              nunca

no hace mucho tiempo te soñé con otro rostro
te prendiste al corazón
y entre el alar de mis venas tu vuelo me descarnó
alguna vez te oí cantar y fue como si soltaras vida
en mi pecho / poco a poco crujió un sueño
fuiste llenándome de vuelo
y estrujaste un cielo entre mis costillas
y aun así necesitaste abrirte más espacio
y ahora cuando me muera
y los buitres intenten comerme
sólo tragaran la palabra nunca
porque no dejaste nada más




                                                                final del desierto

a mi desierto /
mujer /de arena y polvo enamorado
lo inundó tu mar
           y quién pudiera imaginar
que allí contra la sal
aún se abre una hoja / aún
florece



Roca

 

Creen que la esperanza es ilusión: son los ilusos del dolor.
Juan Gelman

 

Tuya es la esperanza en que naufragas,
cuerpo. Tuyo
su fracaso,
el puro abismo,
sin puente, como hueso

sin carne ni raíz. Tuya es la esperanza
y sus triunfos de polvo y su cadáver y sus semillas
agolpadas en la tráquea
         —un suelo llagado por el mar—
igual a la pólvora dispersa

         —polvo de estrella
capaz de reventarnos las entrañas.

Tuya la esperanza como la sonrisa
ilegible de Sísifo: ¿qué sería
                                  esa roca sin él?



Tarea

Anoche sorprendí a mi hijo recortando estrellas.

Había olvidado hacer la tarea:
llevar a clase una monografía de la bóveda celeste.

Tenía en el piso una gran cartulina para hacer el cielo.
Salimos al patio para copiar las constelaciones,
pero era una noche nublada.

Con lo poco que teníamos a la mano empezamos a imaginar su forma:
Cáncer debía ser, como su abuelo, la más grande;
Capricornio, como yo, robusto y hasta tosco sin querer;
Leo, la más radiante.

Colocamos cada estrella con cuidado para no derramar el pegamento.

A la tarde siguiente, mi niño salió de la escuela
con un citatorio del maestro colgándole del cuello:
Su hijo es un embustero y no hizo la tarea.

Llegamos a casa con la mirada caída,
colgamos en el techo de su cuarto nuestro álbum familiar
y aprendimos que construir un cielo
hoy en día no amerita un diez.

 

 

Bocadillo

El mundo cabe en esta cocina
cuando a fuego lento pienso en ti.
La sangre de la carne se seca
y el aroma a mostaza se expande por todo el hogar.
Tal vez es muy noche para pensamientos tan pesados.
Tal vez debería cenar algo más ligero.
Pero el futuro es un empacho dulce,
un inevitable atracón de media noche.



Burlar el lugar común

Aunque la rosa como el relámpago
se deshoje, incluso siendo de piedra,
algo perdura del frágil
                              polvo.
Si su fino aroma a ceniza
recuerda el brillo en la maraña del arbusto,
por decir que no ocupa lugar en el espacio

           ¿cuántos jardines nos hemos negado
           en los inagotables desiertos?

 


Joaquín de la Torre. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Es autor del poemario Te soñé / sombra (Ediciones Simiente, 2015). Poemas suyos aparecen en la antología ¿Somos poetas y qué? (HNE, 2012). Ha colaborado en las revistas Periódico de PoesíaPunto de partidaÁgora ColmexMoria, entre otras. Su cuenta de Twitter es @QuimDeLaTorre.