Trece poetas (1990-1998) / No. 201
 
Mérida, Yucatán, 1993




Morning sun



En mí no florece la mañana.

La observo subir a las narices
de los que trabajan todo el día
o toda la noche
o toda la vida.

Florecen los colores de las casas,
los besos de despedida
que no conozco
y la risa de los niños en la escuela.

En mí la luz no dibuja nada.
Sólo invade mi habitación
para hacerla interminable
la espera del que no regresará
o del que nunca estuvo.

La mañana no toca la puerta,
se mete por los ojos
y destierra de mí
todo lo que no sea soledad.



Extraviarse


Nadie vuelve de vos a lo que fue, dice Gelman.

Nadie en esta sala se atreve a negarlo. Sin querer su voz dibuja tus pasos bajando la escalera. La calle, doblando la esquina y nadie vuelve de vos a lo que fue. Mis párpados dibujan tu sonrisa, lejana, verdadera. El frío nos hace más sinceros, decías. Que tu habitación es mejor que la mía porque tiene vista a la madrugada. Que cuando quisiera hallarte me sumergiera entre el desorden, y que allí estarías, esperando. Entre las calles mías que ahora están repletas de la voz de Gelman que dice que yo no vuelvo de vos a lo que fui. No hay cartógrafo para nuestras voces, no hay respuesta para nuestras cartas.

Camino sobre tu silencio y llego al sillón, a la aventura de la incertidumbre. Al instante en el que dudo si apagar el café o dejarlo consumir, para que al menos la casa te recuerde conmigo cuando le platique lo que dice Gelman, pero yo creo que nadie vuelve de vos.

Nadie pasa bajo la lluvia sin herirse.



Mar de fondo
(fragmentos)



Nunca pusimos retratos sobre la mesa
ni escribimos cartas
preferimos siempre el arte del presentimiento,
hallarnos en el latido de las puertas
y amoldar los sueños a las curvas del sofá

Nunca tomamos fotos ni asistimos a fiestas
siempre preferí quedarme en casa
y astillarme trabajando en los detalles de tu cuerpo

Recibías mis manos como el mar recibe los barcos
con el vaivén propio de lo incierto

***

Las olas traen de vuelta tu nombre
has pasado mucho tiempo lejos
El sol el agua la sal
permitieron el florecimiento de las escamas
Encuentro tu nombre varado en la playa
has pasado mucho tiempo
junto a varios peces inflados por la indiferencia
Toco el cuerpo áspero de tu nombre y pienso
que has pasado mucho
y todavía diluyes la fuerza de mi sangre
Doblo con cuidado las aristas de tu nombre
hasta convertirlo en un barquito
has pasado [de nuevo]
dejando la misma herida invisible
que me hacía el filo de la hoja de papel.

Contraria a mis deseos me digo que no extraño el calor entre tus dedos sino la forma tan exacta de tallar la historia del mundo en las patas de cada mesa y de cada silla, siempre yendo hacia el centro, donde construiríamos nuestra ciudad amurallada. Contábamos el paso de los días siempre hacia arriba, como buscando un sol que no existía más. Éramos el principio, una civilización entera que incendiaba a sus dioses al caer la noche. La luz la teníamos en los huesos y no teníamos miedo de perderla. Tenías los mismos ojos y la caricia helada del aire, me enseñaste a avivar el fuego y a amar su finitud en la ceniza, la arquitectura luminosa de las constelaciones, a oír el corazón de la madera

como se escucha el cuerpo del que se ama.



Cuando la memoria del cuerpo se despierta
no se abren los ojos.

La luna derriba mis puertas
mi casa los párpados el sueño
invasora
me desprende de mi cuerpo
para que mire
cómo entras por la ventana
y, entre las sombras,
te recuestas junto a mí.

De pronto, mi silencio es
un viejo vencido, fatigado
que te nombra.



Irma Torregrosa. Cursó estudios de Creación Literaria en el Centro Estatal de Bellas Artes y la licenciatura en Comunicación Social por la Universidad Autónoma de Yucatán. Premio Regional de Poesía José Díaz Bolio en 2012 y becaria de verano de la Fundación para las Letras Mexicanas en 2011, 2012 y 2015. Sus poemas han sido publicados en revistas como Círculo de poesía, Enter Magazine, La tribu de Frida y Carruaje de pájaros, así como en las antologías Astronave. Panorámica de poesía mexicana (1985-1993) (UNAM-UANL, 2013) y Los reyes subterráneos. Veinte poetas jóvenes de México (La Bella Varsovia, 2015).