Trece poetas (1990-1998) / No. 201
 
Guadalajara, Jalisco, 1998



1.

Me piden que hable, no puedo decir, no me lo permiten.
No entiendo mi lenguaje donde las aves intercambian sus picos,
corrompen sus alas y muerden sus ojos,
sigo pero siempre caigo en plumas volátiles de sangre
estampadas en la piel, se unen en las venas.
No puedo alejar lo que me hizo nacer en este siglo,
no sé como volver a este cuerpo
hay luces que me impiden entrar.
Desecho las palabras de este organismo
siguiendo el ciclo ancestral de la poesía,
que es la vida advirtiéndome de las horas
que cantan el arte de las sombras.
Tan apegada a la cueva que separa mis trozos
de brazos que aún me quedan en la tierra.
No puedo saber el principio de mis palabras,
cansada y a la vez satisfecha de mis pasos
alzo mi negra y oculta voz
y entierro mi cuerpo.


2.

Una palabra, tu palabra, nuestra palabra,
somos una lágrima de piedra ante el rostro de esmeraldas.
La lluvia de luz es la divinidad del reflejo,
se abre y avanza al atavío del viento,
flecha de serpiente,
eufórico nudo del abismo extrae la chispa del respiro.

En el Monte del Nimbus es factible el maullido de la flor,
boreales cisnes de la expansión acampan bajo la marea de la mariposa.
Solsticio de siete días para viajar en las protuberancias de algún cometa,
mar esencias en cada espacio de tu ausencia.
Desangraré lejos el cascabel de la luna,
me iré al vaivén de los frutos en el hervor de tus visiones.


3.

Adentro se localiza la memoria
Del fondo de la muerte.
Adentro se localiza el fondo
de la muerte.
La memoria se adapta
A la muerte del fondo.


4.

El fin llega
como si la Tierra no fuese nada,
como si la palabra no tuviera voluntad,
como si las nubes florecieran
en el antagónico cielo
de la rendición.


5.

Restos de ceniza desde la raíz,
el fuego ha pasado,
la flama del vigía ha muerto,
la luz resplandece poco a poco,
el insomnio ha dicho:
esa sombra sabe la verdad.
La cordura y la locura son la esfera de la ilusión,
en el fulgor del mal solloza el demente,
los cristales bailan en el fango.
La llave abrirá el conocimiento.


6.

En el muelle la víctima desciende en sus vísceras
arrulla su asolada inspiración.
En lo alto lo arrogante se aflige,
la defunción conserva su razonamiento.


7.

Entre la ausencia de la luz
las tinieblas se contraen,
las cadenas no tienen salida,
las esferas de la soberbia no tienen juicio.
En la espera de la gloria el fuego cierra su camino.


8.

Me citan para asociarme

como cautiva en el jardín adornado de lilas luciérnagas.

La poesía es el lugar.




Melissa Nungaray. Es autora de los poemarios Raíz del cielo (Secretaría de CulturaLiteralia, 2006), Alba-vigía (La Zonámbula, 2008), Sentencia del fuego (La Cartonera, 2011) y Travesía. Entidad del cuerpo (La Zonámbula, 2014). Ha publicado en las revistas Casiopea, Alforja, La Rueda, Reverso, Ciclo Literario, Periódico de Poesía, Punto en Línea, El Humo, Papalotzi, Morbo, Voz que madura, Punto de partida, entre otras. Está incluida en diversas antologías, entre las que destacan Poetas parricidas (Generación entre siglos) (Cuadrivio, 2014), El viento y las palabras. Renovación poética de Jalisco (Autores de 1980-2000) (La Zonámbula, 2014) y Últimos coros para la Tierra Prometida. 40 poetas jóvenes del Estado de México (Secretaría de Educación del Estado de México, 2014).