Concurso 47 / No. 199

Patitas

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo


A pesar de sus múltiples aportes a la ciencia, hay que recordar que el doctor Eleuterio Mirafuentes también tuvo grandes fracasos. Una de sus creaciones más comercializadas (y que usted seguro recordará) consistió en una extensa variedad de churritos y frituras dotados de pequeños pies comestibles. No fue fácil para el equipo de expertos liderado por Mirafuentes lograr que éstas caminaran hasta la comodidad de la boca del cliente sin representar un reto para el sistema digestivo, por lo que cada unidad poseía un sistema motor completamente digerible, conectado a una crujiente y deliciosa red neuronal fotosensible que se activaba de forma instantánea en cuanto la bolsa era abierta, iniciando los movimientos de las botanas que eran atraídas por la temperatura corporal. Así llegaban a la cavidad oral sin problemas. Al presentar por primera vez la marca, con el nada ingenioso nombre de “Patitas”, sus creadores pasaron casi la mitad de la conferencia tranquilizando a reporteros y curiosos por igual. Aseguraron que las frituras eran incapaces de pensar o de sentir cualquier dolor, y enfatizaron que podría decirse que incluso querían ser comidas, ya que para eso fueron programadas.


Los meses posteriores trajeron cuantiosas ganancias a la empresa y ayudaron a perfeccionar su invención: aparte de la variedad de sabores que fueron introducidos, las nuevas botanas también podían saltar, formarse en fila para ser ingeridas en orden y hasta realizar unos cuantos pasos de baile básicos. Para evitar los molestos rastros de polvo saborizante y grasa que dejaban al caminar sobre la ropa, se les añadieron unos ricos zapatitos que no manchaban la tela.

Pero Mirafuentes no disfrutó su éxito por mucho tiempo. Dejó de ser un respetado científico para ostentar el título del hombre más demandado en la historia. Sucedió tan rápido que para cuando Patitas S.A. salió del mercado ya era muy tarde. Ascendían a miles los casos que involucraban niños y adultos asfixiados como consecuencia de quedarse dormidos muy cerca de las frituras. Otros menos afortunados fueron incapaces de masticarlas debido a la rapidez con que éstas se amontonaban dentro de la boca en su afán por ser engullidas. Perseguido por los familiares y amigos de las víctimas, amenazado de muerte hasta el cansancio, Eleuterio Mirafuentes tuvo que huir del país, consciente de que las numerosas fotografías de cadáveres con su producto obstruyéndoles las vías respiratorias probaban lo falsa que es la frase que dice que cualquier publicidad es buena.



Mario Arroyo (Los Reyes, Michoacán, 1990). Estudia la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ha escrito para las revistas Clarimonda y Los Idus de Marzo.