NUEVE POETAS DE EL SALVADOR (1979-1986) /No. 195

 

Laura Zavaleta



San Salvador, 1982

 
 

07-zavaleta.jpgAL PRINCIPIO SÓLO ESTABA LA GUERRA
grande y meditabunda, como el cuerpo de una madre
yo la miré con mis ojos chinos
y ella se extendió a lo largo del cuarto
se instaló dentro y afuera
y comió en nuestra mesa un buen plato
con las tripas de los parientes muertos.

“Este país me da miedo”, dicen los niños más tiernos
las niñas sólo miran, tratando de cantar
pero se quedan ahí, acurrucadas y descalzas
jugando con una flor
que casi se les cae de las manos.

He seguido viendo fotos
de paisajes de mi país que no conozco
hay una manta blanca que se extiende como mortaja
y más allá corre el río, no lo conozco, pero corre
desemboca con gran fuerza sobre el mar
como el cielo con nuestras esperanzas.

La gente se tapa la nariz en las fotografías
parece irse también con toda el agua
y los cuerpos que ella arrastra
no sé dónde
parecen irse.

Yo he visto a algunos desde aquí, desde mis ramas secas
desde mi techo recién llovido
donde me subo a ver el horizonte
a clavarme vidrios en la garganta.

                                                                                                (Inédito.)





La puerta está cerrada


Pienso en la anchura del cuerpo de mi madre,
en las pequeñas flores que corren
como hormigas en su cuerpo,
como mancha y boca negra abriéndose a la boca
negra y estrepitosa que es el universo entero.

Pienso en las estrellas que han enterrado sus ojos
los pequeños ángeles que llegan a su oreja
y le dicen ahí sílabas de acoso y miel,
obscenidades.
Se cuelgan, donde a ella le nacen
cornamentas luminosas
antenas de polvo y música, su hambre
de madre despampanante.

No sé si mi madre comprende mis razones
de estirar hacia atrás y hacia delante
estas preguntas como un acordeón desmedido
o una sábana de fibras confusas que se limpia con esmero.
Ella podría
yo digo,
acercar la luz a su cuerpo
y tratar de comprenderme
yo sé que ella es muy clara hacia adentro
pero de su piel nada se sabe
y la puerta está cerrada
también cierra los ojos.

 

                                                                                                (Inédito.)



 

 

Milkman

Mi padre, mi amigo, mi amante.
Tres.
Me hacen dormir,
mecen la cuna de mis espejos.
Tiran los vidrios bajo mis pies.
Tres.
Me traen frutas asombrosas
del tamaño de mi estómago y mi útero.

Mi padre es el mejor
Siempre habla con fuerza y voz pausada, siempre llega a preguntarme
en qué espacio me caben los pies
que si rezo los domingos
todas esas cosas
de anfetaminas, humos
de manos y lámparas encendidas sobre mi vulva.
Yo llegué a llorar por el olor de sus pestañas
de ver sus ojos extrañados que leían mis páginas blancas que tenían
las orillas azuladas.
Seguramente mi paz no es su paz
y su guerra no es la que yo libro
pero él trata de apagar los ojos.

Una vez me sacó de la vía láctea
de los jugos de limón de los domingos, yo era una niña
muy mimada
pero él estaba como el viento.
No hubo una hija antes que le enseñara el rumbo de las hijas.
Entonces yo le digo: hay una calma entre una guerra y otra
y ése es el espacio para un beso tuyo.
Entonces mi padre mece sus pestañas
con un viento o una lluvia
y se le mueve el corazón, como un pequeño terremoto.
 

Mi amigo es una cosa
mucho más simple.
Con él buscábamos el vacío,
los ladrillos falsos
y las preguntas de los blancos en los libros.
Copiábamos las citas de los noticieros
y por la tarde comíamos bajo los árboles hermosos.

Se fue sin decir palabra.
Sin pedirme una.
 

Mi amante es una cosa mucho más confusa
Me genera un sentimiento de herida musical
Y es que sus labios son hermosos y sus dientes afilados
Cuenta poemas épicos que a nadie le interesan
Y son tan inútiles sus palabras que sólo pueden mecerse con el viento
Cortadas a lo largo como pomelos incendiados
son las cosas que me dice
me deja mirar
esas ideas fluorescentes un momento
desconocidas, contundentes
como esas frutas que caían antes por acá
me dejan hecho mi espejo en mil pedazos
en mil mordidas
después del ataque animal

mi padre, mi amigo, mi amante
tres cuchillos finos
embadurnados de jugo de mango


 

                                                                                                (Inédito.)

 

 

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Laura Zavaleta. Poeta y editora. Es licenciada en Economía por la Universidad de El Salvador. Ha publicado Sentada sobre todo lo imposible (Editorial Universitaria, 2011). Su obra aparece en las antologías Las otras voces (DPI, 2011) y Voces de mujeres en la literatura centroamericana (Universidad de Alcalá de Henares, 2012), entre otras. En 2006 obtuvo el primer lugar del certamen Letras Nuevas en la rama de poesía.