POESÍA PUERTORRIQUEÑA ACTUAL/No. 179


 

Emanuel Bravo

Filadelfia, 1976

 

Our goal is zero injuries

Le dije a la ciudad:
caminé millas de asfalto
te besé casi nada de los labios
maroma épica por tu cuento
Babilonia dame un día soleado
de diosas globales besándome
en el ascensor de las acciones
jugar desde Starbucks
con NASDAQ a llover en Colombia
quemar lechugas Dole
correr scooter en Washington Square
trajéame con desprendimiento
hermetízame con velcro
sostenme por las costuras
vaticina el desastre
quiero jugar sin caer
caer sin romperme.


                                                                                    De Metroika: viaje al
                                                                                    nuevo medievo




Bubble gum cotton candy


Cubo rosado
tu rostro
templo consumerista

inicia    secuencia
quijada comprime toneladas
sonora máquina rítmica
mejilla destellan    escarcha

retorcido   chicle   cohete   estratosfera

infla   globo   esfera   perfecta

estira invade
monocromático día
sol palabras patinas paletas

abrázame pantera rosa
mi piel plástica combustiona.


                                                                                    De Metroika: viaje al nuevo medievo



Supermodel

tú me viste desfilar por el silencio de la puerta
tímido brillante hermoso
tu amor tripulante en el sol
viajero a tu mesa
en tu página roja anaranjada terrada opaca modernista
de los sesenta
t’amour arrivé á Charles de Gaulle I
terminal TWA
pabellón alemán en Barcelona
brinca sintética la verticalidad
te recuerdo, mi amor, porque te vi en porno
sónica en cocaína con gafas rectangulares sepia

calcular tu movilización entre espacio y gente

tú sabes, me sentaré frente a ti
donde se une el concreto expuesto
imagino en yerba caminar los segmentos que nos separan

el patrón de tu falda desaparece en tus caderas
descalza verde en tus pulmones
yo nunca tengo miedo
las rusas te arrebatan el dinero
revolverte besos despide sienes
quiero que me quieras contigo
tercalengua de Trilce.


                                                                                    De Metroika: viaje al nuevo medievo




Revelación en Trenton


Relámpagos, grillos serruchándose las piernas, los pantanos donde colonos sintieron los pinchazos de la malaria, el depósito de residuos tóxicos de las fábricas, ausente en el museo de historia natural. Él jamás pensó que los alquimistas del siglo XX impondrían su nuevo reino. Los nuevos compuestos nacen por generación espontánea, y pronto del fango azuloso emergerá Adán. Pocos conocen de este lugar; claro, el culo de cualquier ciudad.

Trenton apesta. Esperaba el New Jersey Transit hacia Nueva York. Me gustó una geva y conversamos sobre arte; su B-52 dropeaba bombas para esculpir mi topografía. Desde el avión tiró pintores, escultores, técnicas y edificios. Le pregunté qué iba a hacer en NY, ella me indicó que Trenton era su destino.

Mi primera estadía en Trenton. Las planicies del Atlántico son la cuna de la megalópolis. Gran patio trasero podrido con su puente que dice:

TRENTON MAKES THE WORLD TAKES

Recuerdo cuando en PR Edwin Cruz y yo turisteábamos en el vertedero,
para ver los trozos de civilización. La crinología es reveladora:
escombros de edificios, piezas de autos, ficheros, juguetes, papeles,
sobre todo papeles, gomas: el tejido muerto de nuestro hábitat. Había
tantas gaviotas como en los documentales de islas Galápagos. También
me gustaba sentarme a fumar en las murallas del morro para mirar como
K-taño filtraba los colores del atardecer: anaranjado volcánico, violeta
grisáceo, rojo carburo verdoso. Dicen que lo mejor de K-taño es la vista
a San Juan, pero observar desde la ciudad colonial la paleta del fracaso
pos industrial suburbano en Levittown, Vega Alta y Baja, y los mogotes
bisecados del parque de las ciencias, me hacía volar.

La geva me llevó a una farmacéutica enmohecida. Gentes distintas
meditaban sobre lo que parecía un banner potente de color
indescriptible. Valía la pena vivir para ver eso: pigmento del espacio, no
era kryptonita verdosa-mierdosa, con la que tripean los greengoes. Este
color bloqueaba con su fuerza los rayos de sol. Su estela sobresalía de
un letrero de progreso. Canvas que anunció la novedad; ahora nuevo
pigmento que emite sus moléculas de luz descarrilando las retinas.

Los carcomidos por el impulso de palpar la radiación eran los más
fuertes. Yo quería acercarme, pero me debilitó el miedo.


                                                                                     De Metroika: viaje al nuevo medievo



Emanuel Bravo. Estudió Historia de las Américas en la Universidad de Puerto Rico. Ha participado en recitales en San Juan, París y Nueva York. En 1996 ganó el primer premio en cuento y la primera mención en poesía en el Certamen del Departamento de Español de la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico. Publicó en las revistas Taller literario, Contornos y Mise-Entropique. También publicó en las antologías Mal(h)ab(l)ar (Yagunzo Press International, 1997), La ciudad infinita (Comisión San Juan, 2000) y Saqueos (Noexiste, 2002). Su trabajo de creación y sus ensayos de crítica de arte han sido publicados en los periódicos Diálogo y San Juan Star. Metroika: viaje al nuevo medievo (Isla Negra, 2003) es su primer libro.