POESÍA PUERORRIQUEÑA ACTUAL/No. 179


 

José Raúl González, "Gallego"

Ponce, 1974

 


Maribel juega con fuego, cabeza de serie


Maribel, la piel recuerda la piel jamás olvida.
Maribel
minúscula arráncame la vida,
préndeme una vela negra pa’ que no me duela tanto.
Escribe sobre mi carne un cuento, una señal que arda,
una historia sin dos almas gemelas.
Si las manos te alcanzan si llegaran a alcanzarte
prométeme un aplauso por poema,
por respeto a mis palabras.
Después de todo cada cual
conservará del truco lo vivido.
Acércame a tu ancha cavidad, a la cueva
donde el mar te sueña cariñoso.
Acuéstate en mí o sobre mí para pensar
que la liberación llegará mañana por la mañana.
Dame tu corazón que muerde.
Maribel, obséquiame tus muslos
abiertos para siempre.
Permite que la hisla navegue en sus costumbres,
acércame la ventana amarilla donde a respirarte voy
como un malacostumbrado huelguista
cada noche de éstas

noctámbulo para siempre.

                                                                                 De Barrunto

 

Requelio, dos

Tetengo y no tetengo macadabra.
Como obalá te resisto, mas te añoro
y nome aplomo nime aplasto.
Te grito de vocales una llamada de paz,
porque sé me asombra tu silencio,
y quelos más fuertes temblarían si quisieras.
Ahora me acostumbro a ser viajero
detus vuelos y detus geografías más chicas
mas no madrugo escribiente si delatas mis trucos.
Y no respires por donde ya tú sabrás queme muero,
que a morirme iré si es necesario.
No te recuerdes de mí si de tarde asomo
este poema que te he ofrecido
como resultado de esta huelga.
Tetengo y te olvido queme entierres,
prisúa, prisuítamente, enprisádamente,
entre tu prisa y mi hueso,
entre lo hervido, con las tintas más secretas
de este armamento que es tu historia,
y otra cosa sería imposible.
Sé tenerte y prometerte, sé quererte,
más no concibo lo destructible detu alma.
Y la madre del que me aplauda en aplaudiencia
no sincera, mis señales más arañadas,
que’l rojo fuego necesito de manera total
pa’ no quitarme, pa’ no fingir
que al finísimo fin del cabo, el poema siempre aguante,
como con guante de Clemente, más que’l cuerpo.
Macadabra, y no abran cada cuero,
no abran lo ya en desuso,
y no abracadabra por Santana,

santanísimamente en son de respeto,
y tetengo, pero no te tengo.

                                                                                 De Barrunto



La bata de cumbele

Yo piyé a Batacumbele a los doce años,
Y supe que en Cuba también hay tambores
por ser hisla.
Que mis tíos llevaban toallas blancas
encima desus hombros,
que’l sudor deun conguero,
bien puede ser el sudor de un esclavo.
Y sólo así supe,

que percusión no es lo mismo que persecución.

                                                                                 De Barrunto



Nantan-Bai, dos

Óyeme bieja:
Ahora entiendo porquelo nuestro
esun estilo de huesos diferentes.
Ahora sé porqueme decías que no era el barrio,
sino uno mismo.
Ahora sé que’l tiempo tiene más dientes que boca,
y que evitarlo, sería como evitarlo todo.
Óyeme bieja,
enqué fallamos sinoque en la piel.
En el registro de pájaros quesino somos,
ya lo seremos.
En la capacidad de saber que’l vivir dela tierra firme,
es como masticarse uno pa’dentro
sin dejar de ser el mismo.
Y séqueme has dicho miles de veces que’l odio,
si se coge en serio, es uno desos fenómenos
que entra cuando la comunidad duerme
pa’ besarnos y abrazarnos dela misma manera
quelo haría una madre si su nene cayera en el presidio.
Ahora entiendo queme pariste de noche,
porque de noche los niños no le temen al gobierno.
Ahora caigo en cuenta sabiendo quelo sagrado
es queme acostumbré a ti,

ahora quesé que nome durarás pa’ piedra.

                                                                                 De Barrunto



Mamiqui, uno


Últimamente, no sé ni cómo ni cuándo,
la tierra se me abre y seme cierra
como por arte de magia.
Por segundos, porla parte trasera dela ciudad
se cierra y se abre sagradamente,
como si fuese necesario que repartiera lo que es mío,
mi sonrisa, mi jeva gris, mi salario invisible
que no me alcanza ni pa’ publicar mi estado de sitio,
mi cabeza redonda cargá de pájaros preñados,
mi corazón sin ojos, sin piel, sin razones.
Es decir, cambiarlo todo pa’ que nadie me diga
o me deje de decir que en mi barrio,
sólo los más fuertes hacen algo más que vivir.
Últimamente,
cuando pienso que mis pies son sólo dos,
me azota ser tan frágil y no tan fuerte como la historia.

Me duelen tantas cosas ya sin hojas y sin manos,
nosé cómo.

                                                                                 De Barrunto

 


José Raúl González, “Gallego”. Poeta performer y músico. Formó parte del colectivo La mirilla (1993-1995). Ha publicado los poemarios Barrunto (Isla Negra, 2000) y Residente del lupus (Isla Negra, 2006) y, junto a Harry Hernández, el poema-objeto Coranza (Poesía Poseía, 2001). Sus poemas han sido incluidos en piezas teatrales y de danza moderna, en discos de hip hop y en el Festival Internacional de Teatro de Cuba. Se le reconoce como uno de los grandes declamadores de la poesía de fin de siglo.