NARRATIVA MICHOACANA/No. 178


 

Apuntes sobre la narrativa michoacana



Édgar Omar Avilés Martínez
Morelia, 1980

 

 

 

A) Más allá del estado donde nací, sea también el valor de este somero recuento de la narrativa michoacana los muchos puntos de contacto que tendrá con la historia de la narrativa de otros estados del país.

B) Cuando se habla de narrativa escrita por michoacanos vienen a nuestra mente José Rubén Romero (Cotija de la Paz, 1890-1952), Carmen Báez (Morelia, 1910-¿?), Xavier Vargas Pardo (Tingüindín, 1923-1985), Sergio Magaña (Tepalcatepec, 1924-1990) y Homero Aridjis (Contepec, 1940). También es justo contar a María Luisa Puga (Ciudad de México, 1944-2004, quien vivió décadas en Zirahuén, Michoacán, y sus cenizas descansan ahí). Luego de ellos, es difícil destacar algún otro novelista o cuentista.

C) Circunstancialmente algunos de nuestros poetas más apreciados escriben narrativa (algunos michoacanos de nacimiento, otros por adopción), pero es una creación en segundo plano. Son poetas que se acercan a la narrativa con acierto, pero su legado más importante está en el campo de la poesía. Algunos de ellos son Gaspar Aguilera, Luis Girarte, Ramón Méndez Estrada, Neftalí Coria, José Luis Rodríguez Ávalos o Jesús Baldovinos. Aún en Aridjis, su obra más relevante se encuentra en la veta de la poesía; a él le debemos la fundación del Instituto Michoacano de Cultura en 1980, y en 1981 la organización del Primer Festival Internacional de Poesía de Morelia, en el que participaron Jorge Luis Borges, Günter Grass, Allen Ginsberg, Tomas Tranströmer, Andrei Voznesenski, Cintio Vitier, entre otros. Éste ha sido probablemente el encuentro de escritores más importante que se ha realizado en el país. Posteriormente, Aridjis se desentendió de nuestro estado y de apoyar a sus creadores.

D) ¿Influjo lunar que orilló a que nuestros literatos destacados nacidos a partir de 1941 (y por casi cuatro décadas más) fueran poetas antes que narradores? ¿Influjo social que apoya más a poetas que a narradores?: ser “poeta” es ya por sí mismo un título nobiliario, pero no pasa lo mismo con el “narrador”, no digamos con el “cuentista” o “cuentero”. ¿Los narradores de esas épocas, en otros estados (Jalisco, Distrito Federal, Sinaloa…) y aún de otros países hispanohablantes (Argentina, Colombia, España…) resultaron tan extraordinarios que desarticularon el germen de nuestra narrativa? No tengo la respuesta, sólo podría continuar con este listado de preguntas.

E) La narrativa michoacana se ha mantenido gracias a talleres impartidos por poetas, algunos de ellos citados en (B). A destacar: Neftalí Coria dio espacio a muchos narradores en Acento, suplemento literario de La Voz de Michoacán que él dirigía; Jesús Baldovinos ha promovido plaquettes y ahora publicaciones digitales; José Luis Rodríguez Ávalos está detrás de decenas de publicaciones de libros y plaquettes, muchas de ellas de narradores, y fue el impulsor del ya extinto Premio Nacional de Cuento Carmen Báez. El Premio Nacional de Novela José Rubén Romero, que convoca nuestro estado en conjunto con el INBA, nunca ha recaído en un michoacano.

F) Llegamos a los nacidos en 1970: en Michoacán tenemos a algunos narradores notables en activo, como Sergio J. Monreal, Gustavo Ogarrio, Ramón Lara y Francisco Valenzuela. Curiosamente los cuatro son michoacanos por adopción. En los años noventa Sergio J. Monreal publica una novela en SM y un libro de cuentos en Tierra Adentro.

G) En 2001 se crea la Escuela de Lengua y Literaturas Hispánicas, semillero de narradores, como se vería años después. También en los primeros años del siglo surgen proyectos de revistas independientes como El Subterráneo, Hilo, Revés y Clarimonda, publicaciones con continuidad de varias decenas de números (estas revistas se suman a la historia de aquellas de largo aliento como El Centavo y Diturna, en donde de vez en vez han tenido cabida los narradores). Clarimonda, dirigida por el narrador Manuel Noctis, es la única que hoy en día se mantiene en circulación. Revés, dirigida por el narrador Francisco Valenzuela, sigue, pero en el mundo virtual <http://revesonline.com/>.

H) A mediados de la pasada década —digamos de 2004 a 2006— se empezaron a escuchar tenuemente algunos nombres de michoacanos nacidos en los años ochenta. Atahualpa Espinosa, Alfredo Carrera, Luis Miguel Estrada (quizá pueda contárseme entre ellos). Conforme han pasado los años se han sumado nombres como Armando Salgado, José Agustín Solórzano, Óscar Quevedo, aun Darío Zalapa y Diana Ferreyra, los dos nacidos en 1990. Esta ola de narradores ha obtenido premios por sus libros, como el Nacional de Cuento Agustín Yáñez, el Nacional de Cuento de Bellas Artes San Luis Potosí, el Nacional de Cuento Juan José Arreola, el Nacional de Cuento Joven Gallardo Dávalos, el Nacional de Cuento Joven Comala, entre varios más (algunos otros se pueden leer en las fichas de los autores de este número). Además, en estos nuevos narradores es posible ver la intención de crear más que textos unitarios: libros y, aún, una obra de vida literaria. Naturalmente, en esta ola existen decenas de cuentistas y novelistas jóvenes que, pese a no ser todavía muy visibles, están creando una obra importante y de ella sabremos en pocos años.

I) Una de las pocas opciones para la publicación interna de narradores en nuestro Michoacán es la editorial Jitanjáfora (desafortunadamente los libros son de tiraje bajo demanda y no promueven a los autores); otra son las publicaciones del Colectivo Artístico Morelia A.C. (bienintencionado, dirigido por escritores, pero con escasos recursos) y las publicaciones de la Secretaría de Cultura. Sobre estas últimas, afortunadamente han evolucionado de las plaquettes y de la colección de publicaciones “institucionales”: desde fines del siglo pasado y hasta principios del actual, las portadas eran rojo chillón, sin ilustración, en donde lo único que cambiaba era el título de la obra y el nombre del autor. Hoy son publicaciones cuidadas, pero aún carecen de distribución en librerías.

J) Uno de los momentos importantes en nuestro estado fue la creación de los Premios Michoacán de Literatura en 2008. Estos premios permitieron hacer visibles al interior del estado a algunos de los escritores con más impulso, motivando a los ganadores, a los perdedores y a la comunidad literaria en general. Es de destacar que dos terceras partes de los ganadores son nacidos en o después de la década de los ochenta.

K) También en 2008 se crea la Feria del Libro y la Lectura de Michoacán. En materia de narradores, se ha volcado más a aquellos de otros estados que ya han hecho nombre en las letras como gancho para atraer público, hacinando en mesas comunales a los oriundos (cuando son invitados). Esperemos que a partir de la sexta edición de la feria esta política cambie: un estado necesita sus propias figuras, es una excelente inversión social y hasta económica.

L) En 2011 se constituye la Sociedad de Escritores Michoacanos, creada por narradores, y a la que luego se sumaron poetas; la mayoría de sus miembros pertenece a la generación de los ochenta. Entre sus acciones: a finales de 2012 llevaron a cabo, en conjunto con la Secretaría de Cultura de Michoacán, los Viernes de Escritores Michoacanos, proyecto que continúa en este 2013. Esta sociedad se suma a las pocas asociaciones literarias ya existentes en Michoacán, como Sueño Colectivo, Detrás del Espejo, Colectivo Artístico Morelia, Colectivo Paracaídas, Grupo Literario Cero al Poniente. También fue publicada Turbulencia dosmilonce (Ficticia, 2011), compilada por Alfredo Carrera, la primera antología extensa netamente de narradores michoacanos, en la que se presentan un total de cuarenta autores. En ese mismo año se publica el Diccionario de escritores michoacanos, un esfuerzo de la editorial Jitanjáfora y la Secretaría de Cultura de Michoacán. En él es posible confirmar que los narradores son poquísimos en contraste con los poetas.

M) Y en esta letra es donde saludamos el presente número de Punto de partida dedicado a narrativa escrita por michoacanos jóvenes. Agradezco el abrazo de Carmina Estrada para realizarlo y el talento y disposición de mis colegas que gustosos aceptaron participar. La historia que he contado de nuestra narrativa es a grandes zancadas (faltan muchos nombres y esfuerzos, y desde ya me disculpo por omitirlos), pero tiene el fin de poner un poco en contexto el camino sinuoso y el momento propicio para el apoyo y difusión de los narradores de Michoacán fuera de las fronteras de nuestro estado. Este impulso tiene que crecer y multiplicarse: los mejores cuentos y novelas jamás escritos por michoacanos de nacimiento o por adopción están por ser escritos por las presentes y futuras generaciones.

N) Sobre los once cuentos que está por leer, mi caro y paciente lector, sólo un par de palabras, pues ellos hablarán con más elocuencia de sí mismos, y estoy seguro de que será un grato descubrimiento para quienes no los conocían. Sea ésta una puerta para que usted entre en la obra de todos ellos: está a punto de sumergirse en el gozo de la experimentación de Pierre Herrera; en la poesía rulfeana de Armando Salgado; en el temple narrativo de Luis Miguel Estrada; en el desarrollo de personajes de Darío Zalapa; en el desparpajo creativo de Edgardo Leija; en la estructura narrativa de Moisés Ramírez; en cómo José Agustín Solórzano nos sorprende con un insólito encuentro existencial; en los poderosos diálogos de Francisco Valenzuela; en la solidez de la prosa en Atahualpa Espinosa; en la cuidada trama de Diana Ferreyra; en las obsesiones amorosas de los personajes de Alfredo Carrera.

O) Los narradores, independientemente de su trinchera, resignifican el presente, el pasado y aún el futuro. Es el oficio y arte de mostrar que la realidad es mucho más que esa piltrafa que muchos poderosos (empresarios, políticos, aún de la academia y la cultura) se empeñan en decirnos que es única y que sólo a ellos les pertenece.

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Édgar Omar Avilés (Morelia, 1980). Maestro en Filosofía de la Cultura por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Es autor de La noche es luz de un sol negro (Ficticia 2007, mención honorífica en el Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez 2004); Luna Cinema (Tierra Adentro, 2010, Premio Nacional de Cuento de Bellas Artes San Luis Potosí 2008), Embrujadero (Secretaría de Cultura de Michoacán, 2010, Premio Michoacán de Cuento Xavier Vargas Pardo 2010), Cabalgata en duermevela (Tierra Adentro, 2011, Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2011), de la novela Guiichi (Progreso, 2008) y del ensayo La VALÍStica de la realidad (Secretaría de Cultura de Michoacán, 2012, Premio Michoacán de Ensayo María Zambrano 2012). Fue becario del Fonca en 2009-2010 y 2011-2012.