JÓVENES POETAS EN ESPAÑA/No. 177


 

Laia López Manrique

Barcelona, 1982



Tres caminos

04-lopez.jpgEl primer camino es una trampa que desciende hacia el sur. Es un camino radical. El camino (y no el viajero) aspira al hundimiento. A medida que el viajero avanza, sus pies se hunden y le duele la raíz de la piel y del pelo, y también la raíz de los árboles, en la tierra, contra el barro. Siente la simultaneidad de su dolor y el dolor de la materia, viva o inerte. Aunque no se le ve desaparecer, en cierto punto se esfuma como alguien quemado por la luz.

El segundo camino tiene forma de tenia. Es un huésped, un camino interior. No tiene dirección cardinal: su movimiento es el pliegue, se enerva, se retuerce por dentro. El camino se apropia del viajero, se alimenta de lo que ingiere por contacto, apenas con el roce de su piel ganchuda y membranosa. El viajero siente la disyunción dentro de sí, la separación de su cuerpo y el cuerpo del camino. Los más afortunados logran expulsar el camino por la boca. Los menos afortunados logran ser expulsados por el camino, y entonces se convierten en un residuo, en una excrecencia.

El tercer camino es el que mejor conozco. Es un camino doble. Una bifurcación. Una lengua astillada. Sin embargo, el viajero lo percibe como unidad. Tan distinto del segundo camino que podría ser casi su antítesis. Es parecido a una voz lejana o a un eco. Yuxtapuesto a lo propio. Adherido en ciertos puntos. Sin equivalencia material. Por eso el viajero cree que es uno. Sin embargo, hay indicios que señalan su duplicidad, el alejamiento de las dos partes, la ruptura. Esos síntomas el viajero los recibe con angustia, a través de sueños y preguntas que resuenan con una coda lúbrica y martilleante. A lo largo de la vida del viajero, el carácter doble del camino se va espesando, se tensa hasta quebrarse. La quiebra devuelve la longitud a la imagen del viajero, que asustado como un niño de cría ve cómo su vida ha sido vivida por un hilo en fuga que se pierde. Lo que le queda, entonces, es un silbido. Un perezoso sufrimiento de cobaya doméstica.


Irena Dubrovna

(i)
necesitaba tocar una sombra
como apremio del vacío
tras mis pasos
tocar
una corona amarilla
la mueca que secunda
el gesto inacabado de los dedos

ahora entiendo
que el sueño
concibe
toda imposibilidad geométrica


tocar
la inversión del mundo
la devastación
del lenguaje parco del sintagma

la correa animal
que anida
en este cuerpo
grácil
como un yugo

(ii)
me acerco
al rostro noche
de mis antepasados
a su ayuno
a la honda irrenunciable
de su miedo

05-lopez.jpgsoy una mujer que se abalanza
sobre la carne fibrosa
de la vida
la descorre y la tensa
con un ronco fruncido
de los dientes
como ellos la esculpieron
con un ronco fruncido
de la llave

(iii)
la locura de los otros en mí
simiente
rastrojo
que agrieta la impiedad
la vasta oración de quien procrea
conociendo
el límite

un pensamiento consistente como un bloque
de granito
la estirpe y la cal
sobre la lengua


y todas las palabras que aprendí
se parecen a la misma palabra
inmóvil
un bosque dormido
en el cuerpo que transmuta
su apariencia
salvaje
y canta:

dijeron que debía salir del sueño
entrar en la parcela
en la memoria
en el latido
hacer lo que los pájaros no harían
beber del sol
corona amarilla
rota
luz
desheredada


(iv)
el día de mi muerte
volverá a ocurrir

circulará de nuevo
el caudal limpio de la sangre
entre los ojos

el cuerpo galería
desplomada
será cebo de pastores hambrientos
que observan
detrás de las rejas

cumplir un destino
será sentir
la expiración de una piedra
en el cuello

la matriz volcada a los pies
el radio descompuesto
de la vida
que miente una vez más
su interminable
rescate

 


Laia López Manrique. Licenciada en Filosofía y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universitat de Barcelona. Ha publicado el poemario Deriva (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2012) y ha participado en diversas antologías como Voces nuevas XXII (Torremozas, 2009), Blanco nuclear (Sial, 2011), Mujeres que aman a mujeres (Vitruvio, 2011) e Hijas del pájaro de fuego (Fin de viaje, 2012). Es directora y coeditora de la revista digital Kokoro <www.revistakokoro.com> y ha colaborado con artículos críticos y textos de creación en publicaciones como Revista de Letras, Literaturas, Calidoscopio, Revista Kafka, Catálogos de Valverde-Cartoemas, Shangrila Textos Aparte, Paralelo Sur y Revista Détour.