NARRATIVA CHILENA ACTUAL/No. 176


Si me llevas a Guadalajara, dejo de comer lácteos



06-autor-apablaza.jpgClaudia Apablaza
Cuento inédito

Para Andrés


Hola, San Expedito. ¿Cómo estás? Supongo que igual que siempre y siempre estás igual, con tu cara de yeso y tu mano en alto, pero siempre te siento cerca y eso es lo que importa. Siempre siento que estás aquí, al lado mío, te siento cerca y muy cerca y siempre te voy pidiendo cosas y bueno, sé que casi todas las cumples y siempre me ayudas en todo lo que necesito, sé que lo haces como puedes. Sé que no es fácil para ti hacer mucho más de lo que puedes, pero sé que también puedes hacer muchas cosas de las que haces, eso es lo que intuyo, porque supongo que la fe es ilimitada y las cosas éstas se piden desde la fe, ya que siempre que te pido algo, me ayudas, como por ejemplo, cuando me ayudaste a encontrar trabajo con la Virgencita, esa Virgen, no recuerdo su nombre ahora, pero que tiene un altar precioso en la catedral del mar, en el Borne, en Barcelona. Es una bella Virgen, a la que visito cada vez que necesito algo y siempre me ha ayudado, siempre, siempre. Siempre está para mí. Incluso, fue tan raro cuando me robaron todos mis documentos afuera de esa iglesia. Justo en la escalera de la iglesia, esa noche del 29 de mayo en que celebrábamos el triunfo del Barça, y de repente, a las 2 am me paré al baño de un bar, mientras mis amigos se quedaron en la escalera esperándome y tomando cerveza y ¡plaf! Me robaron todos mis documentos. Incluso el pasaporte, incluso las tarjetas, el pasaje de regreso, que obviamente podría imprimir en la esquina. Pero luego tú me ayudaste, me dijiste que me robabas todo por algo, dándome una señal, y que me robabas algo por algo, y ese algo lo comprendí más tarde, ya que esa noche fue cuando conocí a Adrián, mi especie de pareja desde entonces, y por algunos meses. Y sí, Virgen y San Expedito queridos, sé que me intentabas decir que con ese hombre sería inmensamente infeliz. Que ese hombre me haría daño, sufrir y demás, que perdería todas esas identidades logradas en años de viaje y trabajo. Pero así fue, Virgen querida: me lo hiciste ver y me robaste todo en las escaleras de la entrada a tu casa esa noche del 29 de mayo de 2011 en el barrio del Borne.

San Expedito, quería pedirte algo puntual hoy. Como te decía, sé que te he pedido mucho estos meses, estos años. Pero sí, creo que tengo el derecho. Quiero ir a Guadalajara, querido San Expedito. Una ciudad hermosa, preciosa, quiero ir a conocerla. Quiero ir, quiero ir. ¿A qué? Qué sé yo. A cualquier cosa. Quiero estar allí, con todos ellos, todos ellos y yo y estar, estar, estar en ella y ella estar en mí. No dejar de estar ahí. Pensaba dejarlo todo, dejar esas noches con A. Dejar el twitter, las noches con ellos, los poetas, y esas fiestas como la de anoche en que estaba A. leyendo en ese bar del barrio Yungay, y a la que llegué con P. y HH, estaban todos ellos: A. B. X. y todos ellos y nos pedimos una botella de vino, una piscola y yo hace tiempo que no veía a A. porque había huido de esa intensidad emocional, ya que él tiene una novia que va a llegar de otros países, entonces mejor pensé abandonar la posibilidad de dar esa emoción, aunque cuando lo veía me daba cuenta que no podía abandonar esa emoción, San Expedito, y no es algo que sea yo del todo, sino que es el vino que está ahí para recordarnos que esa emoción existe, que nos pertenece, que va a fluir de un momento a otro, entonces mejor no llamaba a ese A., San Expedito, para no fluir en esa emoción que al final no es más que corporal, pero estábamos en el bar cuando me di cuenta de esto. A. leía sus textos y ya no pude contenerla, contener esta emoción del vino, y terminó su lectura y subimos todos al auto rumbo a su casa, y yo decía quiero contener esta emoción, quiero contenerla, dejarla ir lejos de mí, pero se subió al auto y comencé a gritarle que ella era muy fea, incluso horrible, que la novia que llegaría de otras ciudades era muy fea, y de seguro tonta, San Expedito, y me dio tristeza, detuve el auto, P. me dijo qué te pasa, contrólate. Yo le dije, lo siento, no era mi intención, y seguí en el auto y A. iba adelante y le dije que ella era tan fea, tan horrible, que la dejara, que se quedara conmigo, y que de verdad lo amaba en ese momento, y P. me miró con cara de qué te pasa, y llegamos a la casa de A. y estaban todos esperándonos, se daban besos y bailaban y se tomaban las botellas de ron como mamaderas, hasta el fondo y bailaban y se daban muchos besos y le dije a A. que me perdonara y me dijo perdonarte de qué y noté que se le olvidó todo lo del auto en un segundo, porque él también estaba borracho y comenzamos a bailar, y había dos chicas y las miré con odio porque se acercaban a A. y le dije a A. que lo amaba, y me dijo que no aparecía hace tiempo, he estado enamorada, lo siento, le dije, no podía venir, me dijo que no le dijera que lo amaba, le dije que sí quería decírselo, y después le dije mi amor y me reí en su cara, y no sé porqué me reía en la cara de A. y no sé porqué le decía mi amor, y lo único que quería era follármelo en el baño y le dije que nos fuéramos al baño, me dijo que yo era romántica, no sé, le dije, ok, te amo, A.; yo te sigo, me dijo y me fui al baño y entró, cerró la puerta y se puso a mear, luego yo, y cuando me puse a mear, A. sacó la pija y me la metió en la boca y comencé a chupársela y no me salía el pis, conchadetumadre, dije, y no me salía el pis, lo siento, San Expedito, estaba descontrolada y quería más alcohol, porque la verdad es que amaba a JP, no a A., pero A. me producía esa calentura y le chupaba la pija y no se iba, y a mí no me salía el pis, y estaba aún sentada en el wáter y le dije trae un condón, pero no podíamos porque afuera había dos personas en la cama y no queríamos salir del baño y me paré del wáter y me saqué la ropa y le saqué la ropa a A. y comenzaron a golpear porque querían entrar al baño y les dije que estaba ocupado, que lo sentía, que se fueran, y todos seguían bailando allá y se daban besos y en la cama estaban dos que ni conozco y tres luego y le dije a A. que lo amaba y me di la vuelta y A. me lo quería meter por atrás y le dije que no, que por ahí no, que nadie me lo había metido por ahí y me dijo que no me preocupara, que no iba a metérmelo por el culo y me bajé el calzón, pero me acordé que A. estaba sin12-apablaza.jpg preservativo, entonces le dije que no, y nos tocamos solamente y ya había pasado mucho rato y todos golpeaban la puerta y querían tirarla abajo y A. me dijo vistámonos mejor y le dije, ok, vistámonos, hijo de puta, te odio ahora, y nos vestimos y salimos como si nada, y yo decía nunca más, nunca más, nunca más, San Expedito, y P. me dijo afuera qué hacías, nada, y me dio un beso en la mejilla, y me dijo qué linda, y después beso a un chico que estaba al lado y luego a otro y una chica que bailaba casi se cayó encima de mí y comencé a mirar a A. que se sentaba encima de una chica y me puse a hablar con H. y con K. y A. me miraba de lejos, odié a esa chica, iba a ir a decirle a A., pero A. se paró y fue y me abrazó y le dije te amo, y me dijo que eres romántica y le di un besito y le di otro y su amigo E. nos puso la mano entre nuestras bocas y luego A. se fue y quería besar a otra chica y E. me dijo estás muy enamorada de A. y le dije sí, pero mañana en la mañana se me pasa, y E. me dijo qué quieres, le dije qué se yo, le dije que no sabía qué quería que pronto me iría de viaje, le dije es que A. tiene una novia lejos que va a llegar pronto y E. me dijo juega con él, o juega, tal vez se enamora, y volvió A., porque al parecer la chica no le dio un beso y lo arrinconé en una esquina y le metí la mano por el pantalón y le agarré la pija, y estaba oscuro, nadie nos veía, la tenía muy dura, los chicos bailaban y se besaban atrás de nosotros, la curada que nadie conocía intentó salir al balcón, todos la detuvieron, estábamos en el sexto piso y podía caerse y matarse, y le dije que no saliera, no salgas, pendeja, no seas estúpida, y no salió y seguimos bailando y nuevamente me agarré a A. y me lo llevé a la pieza y volví a agarrársela, y allí había tres en la cama y cerré la puerta y le dije ahora sí que lleva un condón y metió la mano a la mesita de noche y agarró tres condones y nos fuimos al baño, nos quitamos la ropa, lo tiré a la tina sin agua, y lo acosté y me senté encima de él y comencé a subir y bajar y le dije A. te amo demasiado, tengamos un hijo ahora, maldito A., y subí bajé tantas veces y no acabamos, parece que habíamos bebido demasiado y me dijo mañana, mañana voy a verte a tu casa y yo sabía que era mentira, le dije no, yo quiero ahora, y me decía, no, mañana estoy a las siete en tu casa, yo le decía, no, yo quiero acabar ahora y me decía no sabes todo lo que me calientas, y subí y bajé tantas veces que no me la creía, no sé cómo me mantenía de pie en esa tina sin agua y A. no me hacía acabar y lo odiaba a ratos porque no me hacía acabar y se lo dije, te odio, estúpido A. y después le decía que lo amaba por siempre, que no me dejara nunca, pero yo sabía que era mentira, que no era verdad eso que A. me decía, y tampoco era verdad que lo amaba y que al día siguiente estaría nuevamente amando a JP y miraría su twitter y su facebook y lo googlearía y lloraría por JP arrepentida y que obviamente estaría arrepentida, es que me cuesta no tirarme a A. es que A. tiene algo que me tira y ninguno de los dos acabó, no acabamos, nos vestimos, nos pusimos la ropa y no alcancé a ponerme la polera y entraron AF y G. al baño y me vieron vestirme y A. salía apurado y yo le dije antes de que saliera: A. ojalá ella no llegue jamás y me dijo lo siento va a volver y la amo a ella y salimos todos del baño y seguimos bailando afuera, y volví a besar a A. y le agarré el culo delante de todos, dos, tres veces y le metía la mano bien por abajo y se la sentía dura y sabía que al día siguiente estaría arrepentida y me puse a bailar y le dije a varios que amaba a A. y de repente me dio tristeza y luego rabia con A. y me puse mi abrigo, le dije a todos me voy, pero no me atrevía a irme, porque supuse que jamás volvería a ver a A. y eso era lo más triste, porque sabía que lo amaba en ese instante, pero que no insistiría en buscarlo porque de verdad no lo amaba, es decir, sólo lo amaba en ese minuto en su casa y todo el tiempo que eso durase, pero si me iba a mi casa volvería a pensar en JP y estaría arrepentida de todo y te pediría perdón, San Expedito, y te haría esta manda para que realmente me invitaran a Guadalajara, y A. se me acercó y él dijo, quédate a dormir, podemos dormir juntos, y le dije, de verdad y me dijo mejor no, es que no hay camas y están todos acostados en mi cama, además que tengo una amiga que me quiero tirar y yo le dije, maldito A. para qué me dices estas huevadas y le dije, lo siento, me quedo, A., y me dijo, no, no te quedas, te vas y te vas, mejor vete y se fue a bailar con esa chica horrible que me decía que quería dormir esta noche, y le grité de lejos, te gustan las feas, te gustan las horribles y no me hizo caso y trató de besar a la chica y la chica no lo pescó, y me dio lo mismo me puse el abrigo nuevamente y abrí la puerta sin despedirme y salí del departamento, llevaba la bota mal anudada, se me había roto cuando A. me la tiró fuerte en el baño y me subí al ascensor y me despedí del conserje y le dije buenas noches, señor, muchas gracias, salí del edificio y me subí al auto y tuve miedo de unas luces que se veían en la Alameda y luego Manuel Montt, pensaba todo el tiempo que eran los pacos y que me llevarían a algún sitio, pero jamás me miraron los pacos, no les interesaba llevarme a ningún sitio, y luego un auto se paró en el semáforo y miré y era el auto de JP, pero él no lo conducía, iba otro hombre muy guapo dentro, y lo miré y me miró y me puse a llorar, porque extrañé a JP, que hace tanto que no lo veía, y lloré todo el camino, y abrí la puerta de casa, entré, me tomé un café, agarré un rato un libro, y me dormí encima de la cama con el abrigo y la bota mal anudada y me desperté a los quince minutos con la cabeza doblada hacia un lado y pensé, ni siquiera me da para masturbarme, me paré, busqué mi pijama y mientras lo buscaba pensaba, mañana sentiré toda la culpa; entonces no me atreví a rezar esa noche, no recé esa noche, como cada noche que rezo un rosario y me dormí y soñé con mi padre que me regalaba una botella de vino carísimo y me desperté con un dolor de cabeza horrible, abrí las ventanas de casa para que se ventilara y me hice una sopa de pescado con salsa de tomate y me comí todo el pan que quedaba en la panera, me tomé dos paracetamoles para el dolor de cabeza, y sentí por unos segundos que amaba a A. aún, pero me tomé un vaso de agua y se me pasó todo, y sentí una culpa horrible de todo y me metí a mi correo, le iba a escribir a A. y decirle que lo sentía, que tenía una culpa horrible, pero me tomé un café cargado y la culpa se esfumó de inmediato, se voló de forma instantánea, y no le escribí a A. y se me olvidó todo y salí a comprar unas frutas y el aire se llevó todo y sentí cómo me golpeaba la cara el aire y era tan agradable que la noche ya hubiese pasado y me sentí libre de todo y seguí caminando y compré un ramo de flores, y volví a casa, me comí un durazno, puse las flores en un florero y prendí una vela, y agarré una imagen de yeso que tengo tuya, y agarré el rosario y me arrodillé con el rosario en la mano y tu imagen en un pequeño altar que preparé, y decidí mejor pedirte a ti, San Expedito, decirte que nos olvidemos de todo y que sigamos viajando juntos, y que perdóname, perdóname, perdóname, San Expedito por todo y los amoríos violentos y toda esa especie de emoción, y que dejemos atrás todos esos recuerdos, que quiero ir a Guadalajara con todos ellos y que si me llevas dejaré de comer queso y lácteos. Y que además no volveré a ver a A., que a A. no me interesa verlo por verlo, que sólo si lo encuentro lo amo, pero por favor San Expedito, olvidémonos de A., de JP, de M. y te prometo que si me llevas a Guadalajara, dejo de comer quesos y lácteos y olvidémonos de A., no tiene importancia, y de JP y de M. y del otro A. tampoco nos acordemos, y te lo prometo, San Expedito, si me llevas de viaje a Guadalajara, dejo de comer queso ahora mismo.


Foto: Andrés Herrera Valenzuela

 


Claudia Apablaza (Rancagua, 1978). Estudió Psicología y Literatura en Chile y Barcelona. Ha publicado los libros Autoformato (Lom Ediciones, 2006), Hija ilegal. De Bolaño a Nicanor (Santa Muerte Cartonera, 2008), Diario de las especies (Lanzallamas Libros, 2008), EME/A (Cuarto Propio, 2010) y Siempre te creíste la Virginia Woolf (La Cabeza del Diablo, 2011). Este año 2012 ganó el premio del Concurso Latinoamericano y Caribeño de Novela Alba Narrativa con su libro GOO y el amor, que será publicado en La Habana en febrero de 2013. Actualmente coordina la colección Humo hacia el Sur —sobre vanguardias latinoamericanas— de Ediciones Barataria de España y dicta clases en el Laboratorio de Escritura de Barcelona.