CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA FÓSFORO/No. 175



 

Bifurcaciones



César Bárcenas Curtis

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Premio categoría Posgrado 
 

 

16-barcenas.jpgDe jueves a domingo
Director: Dominga Sotomayor
(Chile-Holanda, 2012)



La agonía, la culpa y la resignación de la ruptura son los parajes de un viaje por las entrañas de una carretera infinita que se entrelazan para erigir la ópera prima De jueves a domingo (2012), de Dominga Sotomayor (Chile, 1985), quien construye de manera sutil y exacta un relato sobre lo inevitable de una separación a partir de trazos finos que dibujan de manera gradual y constante el desencanto y hastío de un matrimonio ante la aparente ingenuidad de sus dos pequeños hijos.

Con una serie de cortometrajes y reconocimientos internacionales en sus espaldas, Sotomayor ha desarrollado un estilo personal a partir de elecciones estéticas que ha cultivado en su peregrinaje por escuelas de cine tanto de Chile como de España, donde ha ido perfeccionando sus intereses y obsesiones, como ejemplifica su necesidad por desarrollar “una puesta en escena con una visión muy precisa y particular de una situación, pues a pesar de que pueda ser muy sencilla, también puede ser conflictiva”.1 En este sentido, Debajo (2007) y Videojuego (2009) son algunas de sus propuestas que muestran, a partir de la utilización de un solo ángulo de cámara, esta búsqueda por utilizar “situaciones cotidianas, al parecer insignificantes, pero que pueden adquirir una perspectiva única”.2

De jueves a domingo
se convierte en la cronología de un viaje de despedida de un matrimonio que se desvanece lentamente en cada kilómetro de la autopista. En un inicio, la cámara fija se convierte en testigo de una travesía que inicia en el apacible amanecer de un jueves, en el cual los pequeños Lucía y Manuel son intempestivamente arrancados de su cálida y protectora cama por Fernando y Ana, unos papás que en el claroscuro del alba emprenden el camino en busca de una parcela, propiedad del padre de Fernando, que se convierte en un lugar mítico e inalcanzable, un espacio de ensueño donde la vida pudo haber sido maravillosa pero que al final sólo es una ilusión en la árida estepa chilena.

La obra refiere al paraíso perdido a partir de retratar con planos cerrados el auto como celda de confinamiento de una familia, en la que los silencios y las palabras entrelíneas preceden al rompimiento definitivo. Ante esto no hay piedad para Manuel, quien durante el recorrido, a pesar de verter súplicas y llanto para ir a una playa cercana, únicamente es recompensado con una zambullida en un riachuelo en medio de un paraje desértico donde no hay posibilidades de bucear como pretende su papá, quien sólo atina a flotar de manera inerme, lo que se convierte en una metáfora exacta de su estado emocional.

Por su parte, la fría distancia de Ana como síntoma inequívoco del quebranto de la relación sólo es anestesiada por el encuentro con un viejo amigo que aviva el deseo de ella por recordar y experimentar sensaciones pasadas de manera furtiva durante su estancia en un sitio para acampar. De esta forma, entre juegos infantiles, Lucía atisba serena y paciente el desconsuelo de su madre y su búsqueda por ser reconfortada ante el dolor que provoca una separación, acciones que, ante la curiosa mirada de la niña, pueden parecer incomprensibles, pero que con el paso del tiempo quizá adquieran sentido para ella.

17-barcenas.jpgEn la tradición de un road movie, De jueves a domingo aplica los principios de este género cinematográfico a partir del desarrollo de una historia donde existe la necesidad contradictoria de unos personajes por cambiar, pero que también tienen una férrea añoranza del pasado.3 En este caso, cercano a la tradición de la obra de Wim Wenders, donde lo fundamental es filmar el mundo a partir de los detalles cotidianos más simples como esencia expresiva de los estados emocionales, el trabajo de Sotomayor utiliza la carretera como espacio para la construcción de un drama que permite contemplar la tragedia de la desintegración familiar, en donde, a diferencia de Paris, Texas (Wenders, 1984), no se vislumbran posibilidades de un reencuentro.

Con una inquisitiva fotografía que desnuda cada expresión y movimiento de los personajes, y apuntalada por majestuosas panorámicas del agreste pero entrañable paisaje chileno, De jueves a domingo logra capturar momentos de la vida de una familia que pueden ser ordinarios a primera vista, pero que son únicos e irrepetibles. A partir de un diseño de arte eficiente, la puesta en escena es sencilla y pulcra, sin que esto disminuya los ecos universales de la historia como los casos de Bajo California: el límite del tiempo (Bolado, 1998), Una historia verdadera (Lynch, 1999) y Flores rotas (Jarmusch, 2005), que delinean recorridos de personajes en busca del perdón y la redención, como quizá pretenden Fernando y Ana al brindarles a sus hijos la oportunidad de viajar juntos por última vez.

El ritmo del montaje es un elemento fundamental, a partir del uso de planos secuencia y cortes directos, para provocar una serie de sensaciones reposadas que permiten un acercamiento íntimo a personajes en situaciones límite que se pierden entre páramos inmensos que, como en el caso de Ana, deambulan en la oscura noche por la carretera tratando de escapar de lo ineludible. Sin embargo, en las antípodas de El sabor de las cerezas (Kiarostami, 1997), en donde un hombre busca ayuda para que lo entierren después de cometer suicido, aquí no se impone una visión pesimista sino que se apuesta por la aceptación de que hay ciclos que se cumplen, y que para continuar adelante es necesario tomar rutas distintas.

Alejados de la decisión final de Thelma & Louise (Scott, 1991) y más próximos a la catarsis familiar de Pequeña Miss Sunshine (Dayton & Faris, 2006), los personajes de esta historia optan por celebrar, antes del ocaso dominical, una reunión familiar en medio del desierto como expresión purificadora que preludia un nuevo comienzo. Por lo tanto, De jueves a domingo es una obra lograda que se convierte en una caja de resonancia de amplio volumen, a partir de ser una gran parábola sobre las bifurcaciones de que está compuesto el largo y sinuoso camino de la vida.




1 Luis Felipe Zúñiga (2012), “Dominga Sotomayor, la directora de 26 años premiada por Sundance”, La Tercera, 31 de enero, <http://diario.latercera.com/2012/01/31/01/contenido/cultura-entretencion/30-99067-9-dominga-sotomayor-la-directora-de-26-anos-premiada-por-sundance.shtml> [Consulta: 6 de febrero de 2102].

2 Ibídem

3 Devin Orgeron (2008), Road Movies: From Muybridge and Méliès to Lynch and Kiarostami, Palgrave Macmillan, Nueva York, p. 5.




César Bárcenas Curtis (Ciudad de México, 1973). Maestro en comunicación, guionista de cine e investigador. Estudió en la UNAM y en el CCC. Ha publicado en la revista de comunicación de la AMEDI.