DIEZ POETAS DE GUERRERO/No. 173


 

08-escobedo.jpgErik Escobedo 



Ciudad de México, 1975



Hueco azul


Tengo tiempo buscándote.
Pos dónde estás, viejito.
¡Anda, aparécete!

Después de una lluvia de uvas moradas
mi cuerpo quedó como una mancha sobre la cama;
la sístole y la diástole amenazan con su florete mi corazón abrumado.

Mis huesos chasquean en el silencio recurrente de mi abandono;
y en mi cerebro habita un bardo que invoca tormentas eléctricas.

Mi boca es hueco de palabras nacaradas.

Mi conciencia debilitada; mi inconsciente reina esta alma desarticulada.

Mi baba escurre como un hilito de seda por mi comisura.
Diría que hay minúsculos chimpancés balanceándose de ese hilito de seda.

Mi sangre viaja efervescente y mis músculos se hacen gelatina.

¿En qué momento el tiempo me enfrentó ante un espejo transparente?

Habito un interior azul que espero nadie más habite.
¡Estoy harto de que me habiten!

No traje orquesta que me alegre los huaraches;
no traigo nada conmigo en este interior azul, sólo el azul y yo.

No, no es una habitación. Es un hueco en no sé dónde, pero es azul.
Es un azul como los ojos de alguien o como el cielo perdido
o como el cuerpo del dragón
que nadie ha visto pero aseguran que es azul.

¡Es un hueco!



No hay preguntas no hay ecos ni recovecos
en este hueco.

¡Hay nada azul!

Este azul escanea.
Radiografía del vacío.

Un hueco azul que podría ser la axila de Dios;
ese que juran que existe pero nadie ha visto.

O el culo del Diablo
que juro que existe pero nunca he visto.

Un hueco
que tal vez sea mito en mi mente.

Un hueco / que colma.




Tengo tiempo buscándote.
Pos dónde estás, viejito.
¡Anda, aparécete!

Transitaba imantado a esta realidad
en una noche que insinuaba regocijo
y una precipitación pluvial de uvas moradas
inundó mi cuerpo.

Un coro de voces muertas era acompañado
por las notas de un acordeón azul.

La Llorona me ofreció en el camino
un pulque mágico;
creí encontrar una vieja alma conocida.

¿He llegado al archipiélago de los cadáveres azules?
¡Dónde están!
¿De almas azules?
¡Dónde están!
¿Espectros?

¡Dónde están!
¡¿No hay llamas en este resabio?!
Pos dónde estás, viejito.




Las hormigas conspiran.
No dejan rumores ni rastro por donde pueda encontrarte.

Cómo retrasar la aparición de las hormigas

¿O es que estoy en el hueco de tus huesos
y las huestes de hormigas me trajeron aquí?

Los sueños de una canción lejana
se oyen en mi cabeza:
imagino a las hormigas llevando a mi viejito a un hueco menos azul que éste;
un hueco sin zarzas que lastimen su cuerpo.

Cómo retrasar la aparición de las hormigas

Es una canallada esto de buscar lo que nunca se ha perdido.
¡Un autoengaño!
¿Por qué sigo buscándote, viejito?
¡Anda, ve!
Que yo debo reposar esta lluvia de uvas moradas / en este hueco azul que me
    dejas.
Que las hormigas hagan su trabajo / algún día vendrán a ocultar mi historia,
    ¡prfft!

Dejo de ser mancha para ser el humano que soy / sin flores ni montes sin Dios ni
    Diablo.
No sé si este hueco azul esté en el aire o en el núcleo de la tierra / si sea físico
    o metafísico.
Tal vez sólo sea un grito en mi mente / o mito también.

 
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Erik Escobedo. Radica en Chilpancingo desde los trece años. Es miembro de la SOGEM. Obtuvo el Premio Internacional de Guión el Cine en Corto, convocado por el Centro Internacional de Guionismo de Cine y Televisión (CIGCITE), por el guión Amor a ciegas. Guionista del cortometraje Solución divina, premiado en el Festival Internacional de Cine en Acapulco (FICA). Colaborador del periódico La Jornada Guerrero y del semanario de política y cultura Trinchera. Es autor de los poemarios Tiempos violentos y En el polvo brillante de la memoria.