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Rodahedro
(fragmentos)
EL HOMBRE gravita porque su corazón es un rodahedro.
¿Pero qué es un rodahedro?:
El golpe y la bisagra.
La bisagra chirria al golpe,
El golpe abre,
Abre el rodahedro,
Éste, armónico empuja la sangre.
Pulsa y pausa la electricidad del cuerpo.
Acciona el ritmo con la vicisitud del ojo,
La cadencia activa porque la nariz ancora.
En el olor moreno de morena hembra.
El olor moreno de la hembra
Amorena con sus garzas el ambiente.
Aceituna con su fino aroma
El espectáculo del hombre,
En su pecho el rodahedro gira,
Golpea la bisagra, abre el temporal.
SUERTE DE tempestades: el hombre
—No ave—
Apenumbrado va,
De luz a la intercepción de su ceguera.
Su lazarillo destino lo guía,
Por golpe y azar,
Por voluntad y qué más queda.
Va en su herida hondamente
Punzándose, oliéndose,
Olvidando que una vez, fue muchas partes.
MUCHAS PARTES son un rompecabezas,
Un lado obvio de la vida.
Un lado que pertenece al conjunto
Y atañe al hombre,
Que le incumbe de sobremanera
En la sangre y en el abandono;
Que le es pérgola el alma:
Raíz, agua destetada, conmiseración.
Muchas partes son un acertijo.
El hombre: el crucigrama:
La primera gota que comienza el diluvio.
DILUVIA el hombre.
Y se va de su alma y de sus huesos.
Aguacero se sabe
Y de la mujer que ama y de lo que posee, se aleja.
A aluvión permanece
Porque es intermitente e instintivo.
Chubasco se va
Y también lluvia prodiga.
PRÓDIGO en su cuerpo y en su tierra,
Mas no profeta de su alma y su polvo.
El hombre se hace al hábito de ser hombre.
Se acostumbra a las costumbres del día.
Amanece porque tiene arraigado amanecer.
Se enjambra porque panal es la vida.
Pretende la miel a costa de su costado.
Duerme y respira de su costilla,
Se duele de su vértebra, y de su abrazo
Aunque no envuelva, aprieta para saberse
Un sólito animal, una punzada al aire.
AL AIRE los pensamientos del hombre
Abren la distancia de la vigilia y el buen provecho.
Sobre la tarde los vapores;
Las ollas sobre la mesa
Esparcen la delicia de su contenido.
El hombre se contiene en su albedrío,
Hace de su cuerpo un nido
Y de sus pulmones un ave.
Aspira, y los bichos del alma se inquietan,
Exhala, y gorjeos remontan nítidos el aire.
A cada respirada el hombre se encumbra
Por la cumbre plana de las horas;
Degusta, hipa, saborea,
Huele sus motivos en la conserva,
En el agua fresca sus emociones;
En el eructo complaciente
El placer y la utopía de la vida.
LA UTOPÍA le sostiene y le fuerza,
Aunque en vilo vaya sin quimera
Por el día consumiendo el polvo,
Esparciendo su ceniza, el hombre,
Duende de sí mismo, lleva al hombro
Su rodahedro para mostrarlo.
MUESTRA SÓLO lo necesario,
Esconde entre las costillas las supuraciones,
Y aunque lleve el rodahedro en las manos
Palpitando como un motor a diesel,
Esa parte de su ser lo impulsa
A buscar el hueso que le complete,
Le espese la sangre, le malogre el pensamiento;
Y cuando digo malograr, estoy diciendo:
Lumbrarada, protones en fusión,
Intersección de los pensamientos
El paso de una hembra:
Su olor disyuntivo,
Pródigo sofoca el ambiente,
Le abre las ganas al viento,
Le mete quejumbre a las horas,
Calambre a la mirada.
LA MIRADA se destuerce de su calambre,
Se abigarra, el párpado palpita.
En un hecho insondable los ojos se emocionan.
A granel cambian las texturas,
Los colores embarnecen,
Lo sólito del tiempo siente su rodahedro,
Lo deja desbocarse, para luego,
Cariñosamente darle unas palmaditas
En la espalda de su latido.
El hombre suspira, sabe entonces
Que algo, como un mar, se le mueve dentro.
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