No. 170/EDITORIAL


 

“El mundo brutal volcado a lo bello”. Timo Berger toma un verso de Stan Lafleur y así titula esta muestra de seis poetas alemanes preparada por él a propósito de la dedicatoria de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. He de decir que, en los muchos números temáticos que hemos editado, pocas veces refleja tanto un título, pocas veces un verso ha designado con tan buena fortuna a los poetas o los poemas seleccionados. En su texto de presentación, Berger nos contextualiza en el entorno en que creció y se desarrolló la generación de poetas de los años setenta. Nacidos en un mundo dividido en mitades antagónicas, símbolo de la Guerra Fría, han sido testigos y protagonistas del proceso de reunificación o, más bien, de la creación de un país a partir del fin de la utopía, y vivieron también la frustración de una esperanza, la desilusión que trajo la crisis económica posterior a la caída del muro de Berlín. Son así los artífices de una poesía nueva, de una resignificación de su mundo y de su lengua; los forjadores de una poesía que debe mucho a la interacción con otros lenguajes, como el spoken word o la música; una poesía efervescente que germina en la tierra fértil del Berlín reunificado de los años noventa. Timo Berger, poeta y traductor, ha seleccionado en este abanico a seis voces reconocidas y publicadas incluso en el extranjero, y percibe en ellas, más que un matiz generacional, un elemento aglutinante en sus poemas: un retorno al pasado, algo que él describe como “oscilamiento, incertidumbre entre la niñez y la extrañeza, entre el terreno familiar y los nuevos mundos”; un espíritu anclado en la historia reciente de su país.

Queremos hacer especial mención de otros elementos del número. Por un lado, el trabajo de traducción de Gonzalo Vélez, quien ofrece en las versiones de estos poemas una obra nueva en sí misma. El proceso fue arduo, y la interacción entre traductor, antólogo y autores, enriquecedora para las partes. Vélez, también poeta, se mueve con soltura entre los márgenes del ritmo y el contenido y nos da la oportunidad de apreciar en nuestra lengua la esencia de una poesía desconocida para la mayor parte de los lectores de Punto de partida. Por otra parte, nos congratulamos de contar, en la ilustración del número, con la reproducción de obra de un reconocido artista visual alemán de la generación de los sesenta: Roland Stratmann, quien generosamente nos permitió compartir una serie de espléndidos dibujos. A él, a los poetas y sus editoriales, al antólogo y a los traductores (Vélez y María Luisa Martínez Passarge, quien tradujo la presentación de Berger), nuestro más caro agradecimiento.

En la sección Del Arbol Genealógico, que abre la edición, hemos aprovechado también la obra de Gonzalo Vélez para ofrecer un contrapunto al material del número. Se trata de una selección de aforismos del austriaco Karl Kraus, escritos evidentemente en lengua alemana. Kraus fue una figura incómoda para la sociedad de principios del siglo xx, tanto que gran parte de su obra se encuentra en ediciones de autor o en editoriales alemanas, y sus aforismos cargados de ironía —que serán publicados en 2012 por Conaculta— nos dejan el ácido sabor de una crítica mordaz que sorprende por su actualidad y nos hace pensar que sus sentencias pueden, aún hoy, provocar escozor.

Sirva esta pequeña muestra para acercar a nuestros lectores a la lírica alemana actual, una isla poética sorprendente, el vuelco inequívoco del mundo brutal en belleza.

Carmina Estrada